Músicos favoritos, actuaciones, direcciones...
[2002-11-22]
El orden no es estrictamente por preferencia, simplemente los fui encontrando así, y lo estoy copiando sin más...
Rory Gallagher: ¿página oficial?
Neil Young. Parece el sitio oficial: más bien barato, dice que puedes oir todo el nuevo disco, pero al final no. Por lo menos parece que deja descargar el MP3 de Goin' home, que es con diferencia la mejor canción del disco (¿será porque es la única que toca con Crazy Horse?).
HyperRust Never Sleeps. Sitio no oficial, pero como si lo fuera, es el más completo: actuaciones, listas, bio-discografía, etc.
Sonic Youth. El sitio oficial es como ellos: moderno, pero ¿algo pretencioso?
Saucer-Like: otro sitio no oficial, mucho más bonito, con abundancia de datos y bien actualizado.
The Church: sitio oficial. Una banda australiana de guitarras elegantes, haciendo música desde 1979.
Tristesse (The Church): otro sitio bien surtido.
The Church Discography: específicamente discografía, aunque los sitios anteriores también la tienen bien organizada.
Del Amitri: sitio oficial. Banda escocesa, de las pocas que conozco que puedes escuchar enteros todos sus discos.
Elliott Murphy: sitio oficial. Últimamente, un poco (quiero decir, demasiado) acústico en sus apariciones públicas, aunque sus discos con banda completa siguen siendo buenos.
X - The Band: sitio oficial. Un grupo yanqui de los 80 que no conoce nadie, patrocinado durante un tiempo por Ray Manzarek (el teclas de The Doors).
Steve Wynn es el alma mater de un grupo tan fundamental como Dream Syndicate, y otras secuelas como Gutterball. Los conciertos que sigue echando con su banda no están mal, por contener un gran repertorio de estos grupos, pero lo que hace solo es un poco... (prefiero no verbalizarlo). Bueno, y un disco que hizo con Australian Blonde (cuidado con esta página, es asquerosa, ventanas que se abren constantemente, en Mozilla no va, etc.) es ya definitivamente infumable, casi les escribo para que me devuelvan el dinero.
Siniestro Total: sitio oficial.
La Frontera: sitio oficial. Parece mentira que el subgénero que practican haya dado para tanto. Sus tres primeros discos son geniales, los siguientes no valen un duro, pero en el último (2002) han vuelto a hacer algo decente.
Yo La Tengo: pese al nombre, son de New Jersey, y cantan (o hacen ruido, ya no sé) en inglés.
Yo La Tengo (@ Matador): sitio oficial de su discográfica.
The Chameleons: a estos ingleses creo que solo los conozco yo. Sus dos primeros discos (1983 y 1985) merecen la pena, el tercero es ya muy flojo, pero si te fijas en su discografía, los otros discos que aparecen tienen exactamente las mismas canciones, así que ojito.
Súgán: una banda folkie de Bilbao en la que anduvo mi hermano. Hace tiempo que no sé nada de ellos, pero solían reunirse por lo menos el día de San Patricio (vamos, que hacen música irlandesa, para que lo entiendas).
Cracker (como dicen ellos, la primera es una C, no una K): otros estadounidenses que hacen discos enteros, todos y cada uno de ellos. Herederos de un grupo mítico de la Costa Oeste como fue Camper Van Beethoven.
Godfathers: de las pocas cosas buenas que se han hecho en Inglaterra alguna vez. Últimamente, he visto que uno de los guitarras está con otro grupo, pero ahora no me acuerdo... ¡ah, sí! en el último disco de Del Amitri (bien, tanto por uno como por los otros).
Hoodoo Gurus (sitio oficial): estos australianos son los representantes mundiales del rock troglodita. Uno de mis preferidos.
Hoodoo Guruvosity. Sitio no oficial, pero bastante completo (problema: usa marcos).
Immaculate Fools: página no oficial; si sabes alemán, este es tu sitio. Curioso trayecto el seguido por esta banda inglesa: empezaron haciendo pop elegante, y han acabado siendo casi folkies. En cualquier caso, muy buenas canciones.
The Smithereens (página oficial bastante pobre, ver la otra dirección): neoyorquinos, canciones a veces cañeras, a veces tranquilas (¿demasiado?).
Dave's Smithereens Page: no oficial pero mucho más completo que el anterior.
The Clash (página no oficial, un poco cochina porque abre ventanas de propaganda y demás). London calling es un disco (bueno, dos) histórico.
Joe Strummer: voces y guitarra, falleció el 22 de diciembre de 2002. Tenía (por lo menos hace tiempo) una banda llamada Joe Strummer and the Mezcaleros. No he oído nada de ellos.
Big Audio Dinamite: el grupo creado por Mick Jones (el otro vocalista y guitarrista). Les ví (aunque no me acuerdo mucho, ni he vuelto a escuchar nada de ellos) en Madrid el 15 de julio de 1987, en un macroconcierto en que iban de primeros teloneros (aunque en muchas notas de prensa ni los mencionaban, lo que son los periodistas), luego actuaron UB40, Pretenders, y al final U2 como estrellas máximas (no me largué, pero me dieron ganas, no te creas). No, la verdad es que fue un concierto memorable, no solo por el cartel, yo estaba en un grada bastante lejos del escenario (en un portería), pero no veas como sonaba aquello, no he vuelto a oir un concierto igual de alto y nítido.
Manic Street Preachers: sitio oficial. Los he descubierto un poco tarde, pero me están haciendo bastante efecto. Leyendo su historia me entero de la desaparición (aún no aclarada) de uno de sus componentes en 1995: qué fuerte.
Loquillo y Trogloditas: página oficial.
[2014-12-24]
[2014-12-24]
A las cuatro de la tarde, o así, K. me dice: "¡Venga, que tenemos que coger un autobús a Francia!". ¿¿¿¿Cómorrrr???? Sorpresazo como regalo de cumpleaños adelantado. El concierto. Todavía me faltan las palabras para todo ese día. Lista de temas.
[2014-12-24]
Con Jon Iñaki, una vez más. E impresionante. Entrada enlazada desde el blog Entradas de Conciertos.
[2014-12-24]
Otro conciertazo, con K., y el bis, insuperable. Todavía con Ben Keith. Una lista de temas y otra lista de temas (de esta enlazo la entrada).
[2004-12-02]
La crónica de este concierto ha sido gentil y apabullantemente realizada por Jon Iñaki Sasia. Muchas gracias desde aquí.
Bilbao, jueves 26 de noviembre de 2004, 9'45h de la noche. En las inmediaciones del Kafe Antzoki, un sujeto flaco y desgarbado tocado con sobrero de cuero y armado con una mochila horrorosamente fea (el sombrero tampoco era manco), se dispone a encender un cigarrillo. Le reconozco inmediatamente, cómo no. Es David Lowery.
Hace ya tiempo que se me pasó ese arroz juventud (ése y otros) de idolatrar al primer robaperas que se te cruza por la rúe. Habrá por ahí alguien más que lo merezca aparte de mi vetusto padre y de mi santa madre, pero pocos (y no son ninguno roqueros yankis, ahora lo sé). Quince o veinte años atrás (es tremendo... ¡lo atrás que queda eso!) tuve encuentros similares con Steve Wynn, con Billy Bragg... El arroz estaba en su punto entonces, y yo también pequé de sentir esa estúpida sensación de sobreadmiración que le produce a un adolescente encontrarse de pronto a medio metro del líder de una de sus bandas de rock favoritas. Al pobre Billy llegamos a aburrirle, creo, aquella noche en The End, cuando al terminar su concierto mis amigos y yo le abordamos (durante demasiado tiempo) para escupirle en un inglés mal chapurreado con acento de Jack Daniels, toda nuestra infantil admiración.
Ha llovido. Pero el otro día, lo confieso, después de muchos años volví a sentir ese pequeño pinchazo en el estómago. Juro que fue casual, pero yo también me disponía a encender un cigarrillo en aquel momento. Y, también lo juro, no llevaba lumbre encima. Me acerqué a David y le dije «¿tienes fuego?». Él me miró por debajo de su sombrero con cara de no haberme entendido. Le enseñé mi cigarrillo y entonces asintió. Encendió su mechero y yo prendí mi pitillo. Le di las gracias y me volví. Me alejé con esa sensación idiota de haber hecho una machada. El tabaco que se quemaba en mis labios, había sido incendiado por la mano del mismísimo líder de Camper Van Beethoven. La noche empezaba bien...
JosuKa, Karmele y el que suscribe, habíamos comentado antes del concierto el peligro que tiene un directo de una banda como CVB. La verdad es que el peligro lo tiene el propio David, que ya nos había demostrado con Cracker hacía unos meses en el Azkena de Vitoria que era capaz de lo mejor y también de lo peor. Por si fuera poco, el panorama de asistencia era desolador; allí no nos habíamos juntado más de cien pabos. Si David y los demás necesitaban motivación y calor para tocar, íbamos de cráneo.
Sería la media noche cuando los Lowery, Segel y compañía por fin salieron al escenario. El respetable, yo mismo, y mis dos amigos también, les recibimos con unos fríos y escasos aplausos. Y empezó el concierto. Creo que abrieron con Sons of the new golden west, no estoy seguro. En cualquier caso, la primera prueba de fuego era (como en todo concierto en directo) comprobar si el equipo sonaba bien. Y yo creo que sí, que sonaba. Mucho mejor que Nirvana aquel día en La Casilla, desde luego. Y peor que los incomparables Jethro Tull en el Kursaal donostiarra, pero eso son palabras mayores (los Tull, digo, no el Kursaal -que también-). Sonaba bien.
Los temas se iban hilando uno tras otro, sin apenas espacio entre ellos. Sin que el bueno de Lowery aprovechase para narrarnos su triste vida entre copla y copla, lo cual es muy de agradecer (Greg Graffin nos sacó de quicio a JosuKa y un servidor en La Casilla con tanto gap y tanta verborrea). No recuerdo bien el orden, pero se cascaron seguro su memorable Sweethearts, un Tania que sonó de cine (duro, contundente, y eso que la canción enlatada ni siquiera lo es), 51-7 (de su último disco, pedazo de tema), las dos partes de Eye of Fatima (el segundo movimiento, espeluznante)... Qué puedo decir, sinceramente el concierto estaba siendo lo mejor que cabía esperar. La selección de temas era fantástica, combinando clásicos como Wasted («IIIIIIIIII waaaaaaaaaas soooooooooo waaaaaaaaaasted...» ¡impresionaba oírle allí mismo arrastrando con desgana la mítica frase!) y el inevitable Take the skinheads bowling (interpretado sin hermosismos, rápido, machacón, delicioso), con otras buenas piezas de su último disco como The long plastic hallway (el «la-la, la-la-la-la, la-la, LA-LA!!, la-la, LA-LA!!...» del estribillo sonaba crudo en directo, desgarrador, casi gamberro) y referencias obligadas a su época con la Virgin (el contundente Pictures of Matchstick Men me puso literalmente los pelos de punta).
Impresionante. Absolutamente impresionante.
CVB tiene temas de sobra como para fastidiarte la noche, si quieren. Su estilo más rancio y pachanguero existe, como Teruel, doy fe. Creo que conozco bastante bien toda su discografía y encontrarte un par de R’n’R Uzbekistan de vez en cuando en cada disco suyo, pues tiene su gracia. Pero si el concierto hubiera ido de eso (que podía), yo acabo subiendo al escenario para pegarles, se los juro. No fue de eso y, por segunda vez en lo que va de crónica, le muestro a la banda mi agradecimiento más sincero. La selección estaba hecha de tal modo que hasta el sinsorgo Joe Stalin’s Cadillac me sonó a gloria.
Tocarían durante una hora larga, más o menos. A mí se me había pasado el tiempo literalmente volando. Se despidieron e hicieron mutis por el foro. Me había sabido a poco. Realmente a poco. El público se fue organizando con desgana hasta conseguir acompasar una desgarbada cadencia de aplausos rítmicos que querían decir algo así como «venga, salid otra vez a hacer a un bis y acabamos con el maldito trámite». La verdad es que me sonó insincero. Pero la banda salió de nuevo. Y, de nuevo, les agradezco el gesto. Creo que a nadie (ni a ellos) le interesaba un cuerno que la música siguiera sonando, la verdad. Pero nobleza obliga, como se suele decir. Tardaron un rato en preparar de nuevo los instrumentos y el silencio en la sala era insultante. Ciertamente la química que había surgido entre la banda y el público era, sencillamente, ninguna. Sea porque el silencio se me estaba haciendo ominoso, o porque yo quería que aquello siguiera pareciendo un concierto de verdad, o porque echaba de menos un tema especialmente, o por las tres cosas a la vez, de pronto no pude evitar romper la afonía general con un grito sincero. «Hippy Chix!!!!!», pedí con la voz ronca por haber estado cantando durante todo el concierto las letras de las canciones que me sabía. Me dio la impresión de que los músicos se cruzaron breves miradas y algunas sonrisas en ese momento. «¡Vaya, parece que hay UNO entre el público que conoce nuestro repertorio!», debieron pensar.
Una vez más, sin mayores alocuciones, empezaron a tocar. No era Hippy Chix. Terminan el primer bis y me apresuro a aprovechar el silencio para gritar de nuevo mi petición. Comienza el segundo bis. Tampoco era mi canción. Terminan. Empiezo a desanimarme, pero insisto: «Hippy Chiiiiiiiiiix!!!!!». De pronto, David se acerca al micrófono y comienza a recitar en tono monocorde unas frases «... we would fight for hippy chix, we would die for hippy chix, we would fight for hippy chix, we would die for hippy chix, we might stop and surf a bit, we would die for hippy chix...». Yo levanto mi vaso de Jack Daniels en señal de agradecimiento; la iban a tocar. En ese momento me pareció ver (quizá no) que Dave me lanzaba una mirada cómplice justo un segundo antes de comenzar a rasgar su guitarra.
Sin duda éste será uno de esos conciertos que se me quedarán grabados a fuego por siempre en la memoria. Una pena que sólo lo disfrutásemos JosuKa, Karmele, yo y otras pocas decenas de personas más. Fue un concierto impresionante. No para los Lowery, Segel y compañía, seguro que para ellos no. Tiene que ser duro partirte el alma en un escenario a miles de kilómetros de tu casa ante la fría y distante mirada de una audiencia ridículamente escasa, casi desinteresada. Pero yo apenas lo noté. Me hicieron creer que ellos también estaban echando el resto, que ellos también tenían los pelos de punta mientras tocaban para mí. Pedazo de profesionales.
Gracias sinceras. Pedazo de profesionales, sí señor.
Jon Iñaki
No creo que sea necesario añadir nada a la crónica de Jon Iñaki. Pero no puedo dejar de hacer un comentario “sociológico”: se demuestra que Bilbao es una ciudad “de provincias”, culturalmente tirando a barata. Que venga un grupo como CVB, y que no haya ni cien personas en la sala (mira la imagen de una de nuestras entradas, es la 156, pero prometo que no había 156 personas), y que pocas (por no decir ninguna) de esas personas manifiesten el más mínimo interés por el concierto, y que los aplausos sean más bien esporádicos... vergonzoso. A este paso, no va a venir por aquí nadie. Al tiempo.
[2004-05-03]
Karmele y yo decidimos ir a ver al Loco y su banda, al cual perdimos la pista (musicalmente) desde 1990, pero que por lo mucho que nos gustaba entonces, se merecía nuestra asistencia. El primer (y único, afortunadamente) mal rollo es que los del Antzokia parece que han decidido no gastar dinero en entradas (por eso no hay foto), te dan un papel donde no pone ni la fecha ni la hora, y el nombre del grupo aparece de milagro, añadido con un tampón: ¿de qué van?, ¿qué se han creído que es un concierto? Que se fastidien, no pienso ir a consumirles nada a partir de ahora...
Comienzo con puntualidad británica (22:00), una paradita por el medio, dos bises, en total 2 horas de concierto, como debe ser. Las primeras canciones debieron ser del último disco, así a primera vista, pasables. Luego ya empezaron a tocar sus clásicos (no están ordenados según se tocaron): Isabel (la pongo primera porque es la canción que más me gusta, agradecí enormemente que la tocaran), Chanel, Rompeolas, Autopista, Garage, Rock suave y, por supuesto, una interpretación todavía (después de tantos años) incendiaria de Cadillac solitario. También hicieron una versión increíble de Mi calle, de los mitiquísimos Lone Star (esa canción es nada menos y nada más que del año 1968). Como conclusión: buen repertorio y buenas interpretaciones.
La banda, en su sección rítmica, estaba compuesta por los Trogloditas de siempre: Sergio (teclas), Jordi (batería, yo creo que era él) y Simón (bajo). A las guitarras, se situó a la izquierda un jovencito llamado Igor Pascual (de Gijón), con una Les Paul entre las manos, con camisetas superajustadas y un cerebro desquiciado por momentos (le arreó con su cinturón a la guitarra en el suelo, por ejemplo), quizás demasiada pose. Pero la bomba fue el otro guitarrista, cuando salieron todos creímos que era el mismísimo Ron Wood (llevaba una chaqueta azul y unas arrugas que denotaban una edad algo mayor que los demás del grupo, o una vida intensa, quién sabe). Resultó ser Guillermo Martín, guitarra de Desperados, bajo en el primer disco de Los Rodríguez, y colaborador de estos, en conjunto o por separado (Calamaro, Ariel, etc.). La aparente sencillez y clara elegancia de su manejo de la guitarra fue una de las sorpresas de la noche.
En cuanto a José Mª Sanz, está claro que es un animal de escena, llena el escenario, tiene una voz que sigue siendo excelente, y eso a pesar del elevado número de marlboros que fuma durante el concierto (y los que me imagino que fuma fuera). Sus peroratas son a veces un poco raras, por decirlo de alguna manera, pero quedan más o menos bien como introducción a las canciones. Quizás es algo divo, pero se lo perdonamos.
Por lo demás, un sonido pelín alto, por lo general de buena calidad, pero sin superar el de Cracker de enero pasado (es que todavía lo llevo grabado en la memoria). El público fue mayoritariamente maduro (creo que treintañero se quedaría corto), pero tuvimos buena compañía: varios preeminentes miembros del Cine Club Fas de Bilbao. En resumen: buen concierto, que mereció los 16 euros (venta anticipada) que costaba la entrada.
[2004-01-31]
Jon Iñaki y el que escribe nos acercamos a Siberia-Gasteiz a escuchar a Cracker, el mítico grupo de la costa oeste. Por el camino, comentamos el peligro que tenía este concierto, dada la enfermiza obsesión que últimamente padecen Lowery, Hickman, Margolis, Funaro y Wood (la bajista pelirroja, que lamentablemente no estuvo en la gira española) por el country más espeluznante y atroz: no contentos con largar un disco llamado Countrysides, título que aclara definitivamente lo que se puede esperar de los surcos, se enrollan ahora con un grupo cuyo nombre (traducido) es Salmón ahumado o algo parecido, que promete ahondar más, si ello era posible, en las tenebrosas raíces de la música estadounidense. La frase exacta con que resumimos nuestros temores, ya en la sala de conciertos, fue:
-Como saquen un banjo, la liamos, nos tienen que sacar de la sala, pero la liamos.
Afortunadamente, no hubo banjo, pero vayamos por partes.
La sala Azkena era desconocida para los dos, y la impresión general fue buena. La puntualidad, británica, lo cual es muy de agradecer, y los precios de las bebidas, no excesivamente desorbitados.
Cuando entramos, los australianos You Am I ya habían empezado. No los conocíamos, y me parece que vamos a seguir sin conocerlos. No me suele gustar echar pestes de los músicos (y siento mucho si leen lo que voy a decir y les molesta), pero es que lo de estos fue un tanto patético. El cantante y guitarra rítmica cree ser la reunión de Jagger y Richards en una sola persona. Sin embargo, no solo es que no es ni uno ni otro, es que es lo contrario. Los primeros 20 segundos de las canciones prometían grandes temas, eso es verdad, pero en cuanto comenzaba la melodía (o la parte que supuestamente debía ser eso), aquello se volvía incomprensible: la voz dejaba mucho que desear, los acordes no iban con aquella, y la puesta en escena era afectada al máximo, se cansó de emular a Pete Townshend, a estas alturas, mira tú. En conclusión, como digo, incomprensibles.
Comienzan a cambiar los instrumentos y los cables, y primeras dos sorpresas: una, no hay banjo (aunque sí una acústica, que por suerte fue desechada por Lowery para la primera parte del concierto), y dos, salieron ellos mismos, Lowery, Hickman y compañía, a ayudar a enchufar y poner a punto el escenario, lo cual es una loable actitud, me parece a mí (sobre todo, comparando con otras stars del mundillo). Por cierto, hacía un calor impresionante, pero Lowery no se quitó la gabardina gris totalmente abotonada que llevaba durante todo ese rato.
Empieza el concierto y... gozada completa. Se marcaron cinco canciones, sin descanso y de tralla total. La primera estoy casi seguro que fue Movie star, la segunda fue con toda seguridad Teen angst (what the world needs now), creo que luego vinieron I see the light y Euro-trash girl, y, sorpresa definitiva que llevó la cosa a su punto culminante, hacen una versión de una canción de ¡The Kinks! (pero ¿estos no eran the British invasion?), concretamente Victoria. Luego, me he enterado que Cracker hizo esta canción para un disco homenaje a Ray Davies y su banda.
La sorpresa no solo vino por el repertorio elegido para empezar, que ya solo eso fue memorable. Enseguida nos dimos cuenta que aquello sonaba (en el sentido técnico, me refiero) inusitadamente bien. El volumen no era bajo para nada (pero tampoco excesivo, yo creo que ahí puede estar el truco), pero la calidad era pasmosa: se podía apreciar perfectamente cada instrumento, se escuchaban los acordes de las guitarras mientras oías a Margolis con sus teclas perfectamente, y luego los riffs eran nítidos como pocos.
Siempre he dicho que el sonido de la mayor parte de conciertos en que he estado (en todo tipo de recintos) ha sido más bien lamentable. En salas pequeñas, la cosa suele ser especialmente molesta, ya que la gente cree que el famoso concepto de muralla sónica se reduce a la mera acumulación de watios, cuando a partir de un punto, la relación suele ser precisamente la inversa. Por eso, la calidad del sonido conseguido por Cracker es algo que por sí solo vale para calificar el concierto como extraordinario.
Pero, claro, luego está la otra razón de esta calidad: la banda de Lowery tiene un dominio instrumental pasmoso. Hickman es un pedazo de guitarrista que maneja la Les Paul casi casi tan bien como Neil Young, Margolis hace lo mismo con las teclas (hizo tres o cuatro solos, con el acordeón y con los teclados), la parte rítmica es lo que tiene que ser, y la voz de Lowery es clara como pocas. No es que me guste ir a los conciertos a escuchar una repetición literal de los temas que ya están grabados, pero por otro lado, es bastante más habitual de lo que parece que las versiones que se ejecutan dejan mucho que desear, porque echas de menos justo esa parte que te gustaba tanto, o por estar mal cantadas, yo qué sé. Eso no pasa con Cracker, desde luego. Hacen versiones normalmente fidedignas de sus canciones (digo yo que si un arreglo es bueno, para qué vas a cambiarlo), si hay alguna variación, eso no te hace echar de menos la versión del disco, y en cualquier caso, las canciones están tocadas con un nivel de calidad fuera de lo común. Así que por ambas cosas, un 10, que es una nota que, aparte de ser la máxima, claramente no daría a ningún concierto de los que he estado.
A partir de ese momento (nos habíamos quedado con la versión de Victoria de los Kinks), y a pesar de lo dicho (o justamente por ello, se había levantado tanto el listón que era difícil mantenerlo arriba), el concierto empezó a decaer poco a poco. De repente, después de algún tema más, se tiraban 2 minutos o así entre canción y canción (conversaban entre ellos, sin más, lo hicieron al menos cuatro veces). Tocaron varias canciones que supongo que serían del disco country que comentaba al principio, incluso una con Hickman como vox principal, que Jon Iñaki y yo calificamos al unísono de Durcal-like ranchera, que fue lo peorcito del concierto, hay que decirlo. En conjunto, saltaban de ese registro a otro más rockero de una forma más bien deslabazada, cuando lo que hubiera molado habría sido una unión más coherente de los temas. En ese aspecto, como digo, el concierto fue perdiendo gas inexorablemente.
En cuanto a temas conocidos por mí, seguro que hicieron Low, Brides of Neptune, y Take the skinheads bowling (de Camper Van Beethoven). De The world is mine, y Been around the world no lo tengo tan claro (mi memoria ya está achacosa).
En cualquier caso, la tónica descendente del evento se manifestó de forma contundente en el momento de la retirada: no miré el reloj, pero no creo que hubiera pasado ni una hora desde el comienzo. Salieron, hicieron un primer bis que no me supo a casi nada, se retiraron otra vez, volvieron a salir para otro bis que casi supo a menos, entre los dos no creo que fueran más de seis temas, y venga, a la calle. Jon Iñaki estaba esperando para el segundo bis una descarga eléctrica definitiva, tres o cuatro clásicos bien hilados que hubieran sido un reflejo del comienzo del concierto, y que hubieran aliviado considerablemente nuestro ya explícito mosqueo, pero no, siguieron con la misma tónica verbalizante, temas sin nexo estilístico claro y faltos de la contundencia necesaria para fijar ese momento en nuestra memoria.
En resumidas cuentas, el 10 que habíamos puesto a los 15 minutos de concierto fue bajando, bajando, bajando, y para cuando estábamos en la calle, ya iba por el 7,5 o así. Pero eso no fue lo peor, todavía iba a bajar más.
Indagando por la red la semana siguiente, encuentro varias crónicas de otros conciertos que dieron por España. La de Mondo Sonoro (concierto de Barcelona del 21 de enero) les pone muy bien, dado que eran los organizadores de la gira, aunque lo que dice es mayormente cierto (estoy especialmente de acuerdo, como ya ha quedado claro, con la parte que dice que «más de uno debería plantearse el subir a un escenario ante semejante demostración de lo que es interpretar música en directo»). Eso sí, también habla de que estuvieron en Madrid el día anterior recorriendo sitios turísticos :-) hasta altas horas de la madrugada, así que no me extraña que a Gasteiz llegaran un poco cansados (era el séptimo concierto en 8 días).
En un sitio mallorquín está la crónica de los conciertos de Valencia (17 de enero, 2º de la gira) y Mallorca (19 de enero, 3º). Ya dice que precisamente el de Valencia fue especial, y desde luego, la lista de temas que aparecen es indudablemente más larga que la nuestra, y eso que no recoge todos. Porque efectivamente, en el propio sitio del grupo, apareció un mensaje de un tal Miguel con la crónica definitiva de Valencia: dos horas de concierto, 26 canciones (y dice que todavía le falta alguna), con un setlist brutal. Desde luego, algunas también las hicieron en Gasteiz, pero es que el resto es sencillamente alucinante, es el concierto que nos hubiera gustado ver.
La envidia es el deporte nacional, ya lo sé, pero me fastidia encontrar la prueba de que nuestras ideas sobre lo que podía haber sido y no fue el concierto de Vitoria habían sido realidad días antes en Valencia. He estado dando vueltas al asunto, preguntándome por las posibles causas de estas diferencias. ¿Cansancio? Ciertamente, no es lo mismo el segundo concierto que el séptimo (a uno por día), pero tampoco cobraron menos el último. Desde luego, trasnochando hasta el amanecer es una forma de adquirir cansancio bastante notable. ¿Falta de conexión con el público? Esto puede ser, dado que en Valencia había (parece ser) mil personas, y en Gasteiz estaríamos doscientas como máximo. No tengo ni idea.
En resumen, fue un concierto con detalles extraordinarios (la calidad del sonido y la calidad de los músicos, tanto humana como profesional), que podrán ser igualados pero no superados. Hubo un comienzo también excelente, pero el resto del repertorio fue deshilachado, y sobre todo, escaso y falto de la necesaria contundencia final, que nos dejó (al menos a nosotros) con las ganas puestas.
[s/f]
Con Jon Iñaki.
[s/f]
[s/f]
Con Karmele. Crónica.
[2014-12-24]
Con Iñaki y Pilar, creo recordar. Sobre la fecha, confío en esta fuente.
[2014-12-24]
Sin compasión: si no el peor, uno de los conciertos más malos de mi vida. Según parece (tal como indica el blog Entradas de Conciertos, de donde enlazo la entrada) el día anterior tuvo laringitis, e igual por eso (o no, la verdad) el volumen era ridículo, podíamos hablar entre nosotros sin gritar nada de nada, era como tener la radio puesta, y a poco volumen. Decepcionante.
Como no hay mal que por bien no venga, ese fin de semana en Madrid fue justo todo lo contrario, ¿verdad, K?
[2014-12-24]
Debo tener en algún sitio unas fotos que hice con un carrete de ISO1000 que compré para probar. Entrada enlazada desde el blog Entradas de Conciertos.
[2014-12-24]
Espero no parecer pretencioso, pero yo realmente pasaba de la parte U2, iba más por B.A.D. y, sobre todo, por Chrissie. Sin embargo, ni ella ni Pretenders eran los de 1980, y al contrario, lo cierto es que lo de U2 fue bastante impresionante (o al menos, eso me suena 27 años después xD). Pero sigo pensando que tanto U2 en general, como el disco que presentaban en particular, están bastante sobrevalorados, hala. Aquí la crónica.
[2014-12-24]
De este concierto de Elliott Murphy he encontrado una pequeña nota en el blog Recuerdos, de donde enlazo también la imagen de la entrada:
Es curioso: me entero por el mismo blog que al día siguiente actuaron en la misma sala The Long Ryders, a quienes acabo de ver hace dos semanas en Bilbao, todos 27 años más viejos.
[2014-12-24]
Me acuerdo de que estuve, que ya es bastante. Con Tomás, Lander, ¿Iñaki? La fecha está sacada de aquí, espero que sea correcta.
Copyright © 2002-2004 JosuKa Díaz Labrador
Facultad de Ingeniería, Universidad de Deusto, Bilbao, España
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Última modificación: 2014-12-24. Accesos al sitio: 557845