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Jueves 20 de abril de 2000 |
OCIO La festividad del libro El éxito de un español en MP3.com Grangel, animador en Dream Works |
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El sistema electrónico de edición consigue el éxito con Stephen King El triunfo del 'librochip' es una prueba más de que prima el contenido sobre el aparato
Muchos libros tienen fecha de aparición, pero la última obra de King tuvo además hora: las 0.01 del 14 de marzo. "En un movimiento sin precedentes en la industria editorial del libro electrónico, el autor superventas Stephen King ha pedido que su relato Riding the bullet (Cabalgar la bala) esté disponible en exclusiva para los lectores de libros electrónicos". La noticia se extendió por la red y la prensa mundial: no en vano Stephen King es un autor cuyas obras son sistemáticamente best sellers en cualquier lengua y, desde ahora, en cualquier sistema.
Para muchos lectores, era la primera vez que se oía hablar del libro electrónico. Y para otros era la primera vez que se hablaba realmente en serio. En el campo de las nuevas tecnologías no pasa un mes sin que se anuncie un nuevo gadget, artilugio o simplemente cacharro, de modo que el sufrido consumidor se ha acostumbrado a enterarse más o menos de qué va y a ponerlo en cuarentena rápidamente.
Pero ahora el invento presentaba una novedad: nada menos que Stephen King, el escritor del terror psicológico, se pasaba en cuerpo y alma al libro electrónico. ¡La cosa tenía que ir en serio! Y además se ofrecía un buen señuelo: "Por un solo día, el 14 de marzo, barnesandnoble.com ofrece su descarga gratuita. Después estará disponible por un precio de ganga: 2,50 dólares ". Y el elemento detonante: la obra no se editaría en papel. Quien quisiera leerla tendría que pasar por el canal electrónico.
Decenas de millares de personas, adictas a King, a los artefactos digitales o la intersección de ambos conjuntos, corrieron a las librerías virtuales donde se servía, con la intención de conseguir la primicia.
Como es lógico, los servidores reventaron en la temida figura del comercio electrónico conocida como morir de éxito. Pero enseguida la venta continuó y batió el récord absoluto de ventas de una obra el primer día. Dos semanas después, 500.000 personas se habían copiado la última novela del escritor.
King calcula que ganará 450.000 dólares en total (unos 78 millones de pesetas). El relato nunca podría haberse publicado aisladamente en forma de libro de papel, debido a su corta extensión: 66 páginas. King, además, ha declarado a la revista Time que si la hubiera publicado en una revista como New Yorker o Playboy, como mucho se habría ganado 10.000 dólares (1,7 millones de pesetas).
Todo según lo previsto. Se había coronado una de las mayores operaciones de mercadotecnia al tiempo digital y editorial.
King no es ningún entusiasta tecnológico, aunque sí ha demostrado cierto gusto por la experimentación. En 1984 escribió The talisman, en colaboración con el también escritor de terror Peter Straub, usando un ordenador y un módem. Su obra Blood and smoke salió el año pasado exclusivamente en versión de casete de audio.
Tampoco ha demostrado ser un especial activista en la red. Mantiene un sitio web promocional bastante torpe y se beneficia del hecho de que muchos de sus adictos le dedican sitios en Internet. Simon & Schuster (el editor de Riding the bullet) tiene incluso una zona de banners e imágenes de cubiertas de libros para que sus seguidores los incorporen a sus páginas. No es un entusiasta de la tecnología. King y su editor han hecho esto en beneficio propio y no para promocionar el mundo incipiente de los llamados libros electrónicos.
Por otra parte, los impulsores del libro electrónico han promocionado esta nueva forma de lectura (y de distribución) hasta límites nunca antes sospechados.
Una amplia encuesta recibida por todos los compradores a los pocos días de adquirir la obra (con el señuelo de unos jugosos premios) permitirá mejorar el conocimiento de este nuevo segmento de consumidores y suministrarles nuevos productos.
¿Se verá la obra en español? Para saberlo nos pusimos al habla con Ralph Vicinanza, agente de King para derechos extranjeros. Vicinanza es un agente especializado en ciencia-ficción (ha gestionado los derechos de Isaac Asimov y Heinlein, entre otros).
Desde su oficina neoyorquina, informó, sorprendentemente, de que no deseaba licenciar una operación similar en otras lenguas: "Lo que hicimos fue un experimento".
-Pero un experimento exitoso. ¿Por qué no lo repite en la segunda lengua en importancia, el español?
-No deseo ceder los derechos a otra lengua porque entonces todas las demás se me echarían encima.
-Ése es el sueño de un agente, ¿no?
-Más bien su pesadilla. Europa está un año por detrás de Estados Unidos en materia de seguridad.
-Bueno: si eso es lo que le preocupa, cualquier editor europeo podría trabajar con la casa de software que mejores resultados haya dado en la experiencia americana.
Vicinanza se negó a considerar esa posibilidad. El argumento del agente de King es claramente falaz: Europa ofrece estándares equiparables a los de EE UU... entre otras cosas porque usa equipos y software que provienen de allí.
Ya hay ofertas para realizar la edición electrónica en castellano, confirma su agente en España, Raquel de la Concha, y normalmente lo que quieren los autores es vender sus obras. ¿No ocurrirá que se verá de pronto Cabalgar la bala en español a la venta en cualquier gran librería virtual norteamericana? Probablemente, la nueva generación de editores electrónicos conocerá la respuesta.
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Portada del libro virtual. |
Piratear a King A los 15 días de ponerse a la venta el libro de King, un conocido comentarista del mundo digital pedía desde su página que le hicieran llegar versiones pirata de la obra. No tardó en recibirlas. Hay muchos sistemas de difusión de obras, unos más seguros que otros. En general, los que tienen un componente físico de hardware (como el Rockett eBook) garantizan un grado de protección mayor que los basados sólo en software. En el caso de las copias piratas de King se reveló que la compañía que cifró la obra quiso que el editor retrasara el lanzamiento hasta que dispusiera de un sistema seguro, de 64 bits: el editor no quiso esperar, y la obra apareció con una protección débil. Pero es un principio de la edición -digital o no- que "si se puede leer, se puede copiar".
La novela de King fue divulgada mediante sistemas que vetaban su copia o impresión, pero hay modos de burlarlos. A partir de la visualización en el programa Glassbook --por ejemplo--, uno podría hacer 66 capturas de pantalla e imprimir 66 páginas. Laborioso, pero factible. Luego se puede pasar la impresión por un escáner, aplicar un OCR (reconocedor de caracteres) y obtener un texto digital. Más fácil: ya existen programas de OCR que tienen como entrada la presentación en pantalla. Si no, siempre se puede copiar la obra en un procesador de textos. Ya hay medios legales para perseguir a quienes difundan materiales de los que no son propietarios, y los sistemas individuales de transmisión ilegal hacen poco daño cuando se trata de obras de venta masiva.
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