Borges: el jardín de los textos que se bifurcan

La obra de Jorge Luis Borges, aparentemente tan exquisita y cuidadosa con las formas tradicionales de narración no deja de tener pasajes subversivos para el orden y la mentalidad recibida acerca de qué constituye un relato o un razonamiento bien expresado. En su metáfora del universo "La biblioteca de Babel", encontramos una forma de referencia intertextual que se asemeja mucho al hipertexto. Los habitantes de la biblioteca (al menos algunos) la plantean como forma de encontrar un orden en el universo (i.e., la biblioteca), es decir de encontrar ese centro descentrado del que hablaba Cortázar.

En algún anaquel de algún hexágono (razonaron los hombres) debe existir un libro que sea la cifra y el compendio perfecto de todos los demás [...] ¿Cómo localizar el venerado hexágono secreto que lo hospedaba? Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el libro A, consultar previamente un libro B que indique el sitio de A; para localizar el libro B, consultar previamente un libro C, y así hasta lo infinito...(vol.II, p.59)

Otro experimento textual propuesto medio en serio medio en broma por Borges es el de un texto que abarque varias posibilidades de desarrollo de la acción, que se separe en múltiples variantes, que se dirían como diversas conexiones hipertextuales. Tal es el caso de las (supuestas) obras consideradas en "Examen de la obra de Herbert Quain", por ejemplo la novela April March:

Trece capítulos integran la obra. El primero refiere el ambiguo diálogo de unos desconocidos en un andén. El segundo refiere los sucesos de la víspera del primero. El tercero, también retrógrado, refiere los sucesos de otra posible víspera del primero; el cuarto, los de otra. Cada una de esas tres vísperas (que rigurosamente se excluyen) se ramifica en otras tres vísperas, de índole muy diversa. La obra total consta pues de nueve novelas; cada novela, de tres largos capítulos. (El primero es común a todas ellas, naturalmente.) De esas novelas, una es de carácter simbólico; otra sobrenatural; otra, policial; otra, psicológica, otra, comunista; otra, anticomunista, etcétera. [...] Quienes los leen en orden cronológico (verbigracia: x 3, y 1, z) pierden el sabor peculiar de este extraño libro. Dos relatos -el x 7, el x 8- carecen de valor individual; la yuxtaposición le presta eficacia... No sé si debo recordar que ya publicado April March, Quain se arrepintió del orden ternario y predijo que los hombres que lo imitaran optarían por el binario y los demiurgos y los dioses por el infinito: infinitas historias, infinitamente ramificadas. (vol.II, p.52)

Parece que un relato infinitamente bifurcado no es prerrogativa exclusiva de divinidades y ángeles; los nuevos medios tecnológicos posibilitan este tipo de texto como obra colectiva de una enorme comunidad humana, la de los conectados a las grandes redes de comunicación.

Otro relato, "El jardín de los senderos que se bifurcan", ejemplifica magistralmente las posibilidades del destino y el tema de los universos paralelos. Una de las claves del cuento es una novela china aparentemente caótica. El autor pretendía crear una novela y un laberinto, pero no se trata de un laberinto físico, la novela es el laberinto, un laberinto de universos paralelos:

El jardín de los senderos que se bifurcan era la novela caótica; la frase "varios porvenires (no a todos)" me sugirió la idea de la bifurcación en el tiempo, no en el espacio. La relectura general de la obra confirmó esa teoría. En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una u elimina las otras; en la del casi inextricable Ts'ui Pên, opta -simultáneamente- por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan. De ahí las contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto; un desconocido llama a su puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente, hay varios desenlaces posibles: Fang puede matar al intruso, el intruso puede matar a Fang, ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, ambos pueden morir, etcétera. En la obra de Ts'ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones, Alguna vez, los senderos de ese laberinto convergen: por ejemplo, usted llega a esta casa, pero en uno de los pasados posibles usted es mi enemigo, en otro mi amigo. (vol.II, p.68)

Esa multiplicidad de relaciones posibles entre los fragmentos de un texto (una novela en este caso) recuerdan inevitablemente las infinitas posibilidades de acceso a las lexias que plantea el hipertexto. La WWW también es un laberinto casi inextricable e infinito, donde todas las posibilidades se dan cita dependiendo del albur del ratón, que lleve al navegante a elegir una ruta u otra.

Las conexiones y los enlaces hipertextuales se prodigan hasta el vértigo más irónico en la obra de Borges. El anteriormente citado "Examen de la obra de Herbert Quain" termina así:

Quain solía afirmar que los lectores eran una especie ya extinta. "No hay europeo -razonaba- que no sea un escritor, en potencia o en acto." Afirmaba también que de las diversas felicidades que puede ministrar la literatura, la más alta era la invención. Ya que no todos son capaces de esta felicidad, muchos habrán de contentarse con con simulacros. Para esos "imperfectos escritores", cuyo nombre es legión, Quain redactó los ocho relatos del libro Statements. Cada uno de ellos prefigura o promete un buen argumento, voluntariamente frustrado por el autor. Alguno -no el mejor- insinúa dos argumentos. El lector, distraído por su vanidad, cree haberlos inventado. Del tercero, The Rose of Yesterday, yo cometí la ingenuidad de extraer "Las ruinas circulares", que es una de las narraciones del libro El jardín de los senderos que se bifurcan.(vol.II, pp.53-54)

Aparte de la ironía de la cita bíblica implícita (¿por qué no llamarla salto hipertextual?) "cuyo nombre es legión" (Mc 5, 9), que en el evangelio citado se refiere a una posesión demoniaca (¿sugerencia de que las historias de Quain/Borges poseen de forma análoga a los lectores?), la mayor ironía es que el libro El jardín de los senderos que se bifurcan es precisamente el libro en que está el mismo "Examen de la obra de Herbert Quain". La autoreferencia, una característica fundamental del texto literario según Foucault, alcanza proporciones vertiginosas, de las que nos vamos dando cada vez más cuenta al enfrentarnos a los medios hipertextuales.

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