Hipertexto desarrollado con material de Hipólito Escobar, en su obra Historia del libro (Madrid, 1996). Adaptación realizada por Pilar Rueda, Susana Leguina e Isabel Corral para el curso Gestión y Recuperación de la Información del Diploma de Documentación y Gestión del Patrimonio, Universidad de Deusto, 1996/97.
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Como dice Escobar, la herramienta más maravillosa creada por el hombre ha sido el libro. Esta herramienta le ha permitido un aumento considerable de la capacidad de su memoria. Desarrolló también la comunicación entre los hombres al permitirles remontar las barreras del tiempo en la recepción de los mensajes y facilitó el intercambio de información sobre lo útil y provechoso. Finalmente le ayudó, acrecentando su bagaje intelectual.
Hay, naturalmente, una prehistoria del libro: el libro oral, que fue la primera forma que tuvo el libro y que ha perdurado durante milenios, incluso conviviendo con el libro escrito. Ha de resultar extraña la denominación de libro para algo que no tiene una forma material tangible. Pero una cosa es el contenido o mensaje y otra la forma material en que se presenta. Ésta, ha variado, además, sustancialmente a lo largo de la historia y, al parecer, va a continuar variando.
La forma material se ha ido adaptando a las características de las nuevas situaciones sociales o civilizaciones, de acuerdo con las diversas necesidades de información y los materiales disponibles. La primera forma parece haber sido la tableta suelta, que evolucionó, en algún momento, a prisma, cilindro y otras formas geométricas; luego vino el rollo o tira continua; más tarde el códice o cuaderno, que en su última etapa coincide con hojas sueltas (periódico), y finalmente, en nuestros días, han llegado el disco y la cinta, que es como la vuelta a la tableta y al rollo.
También han variado los materiales empleados: arcilla fundamentalmente para las tabletas; papiro para el rollo y, en menor proporción, para el códice; pergamino para el rollo y principalmente para el códice y las hojas sueltas y, por último, materiales plásticos para el disco y la cinta.
Lo mismo ha sucedido con los procedimientos de fijación de los mensajes: incisión en materiales duros o blandos, escritura a mano con tinta, impresión mediante máquinas, cargas eléctricas, etc..
Tanto el libro prehistórico como el histórico precisan del lenguaje; el libro histórico además, precisa de la escritura y de una materia escritoria resistente.
Varias razones pueden haber inducido al hombre a utilizar la escritura o, mejor dicho, varios tipos de mensajes y datos han debido ser considerados por él tan importantes como para impulsarle a intentar fijarlos en el tiempo a fin de garantizar su exactitud frente a debilidades de la memoria o para información correcta de terceros.
Cuando la gente tuvo conciencia de la importancia de la escritura y ésta se había consolidado al ser utilizada ampliamente, nadie súpo cómo se originó, y nadie pudo imaginarse los tanteos iniciales, ni su progresiva evolución. Éste es el motivo de que las sociedades primitivas consideraran la escritura un regalo de los dioses, como regalo de los dioses o soberanos divinizados consideraron igualmente otras adquisiciones fatigosas y útiles del hombre: el lenguaje, la agricultura, la domesticación de los animales, etc. Por ello es difícil, saber con certeza cuál fue la causa primordial o primigenia que, además, probablemente no fue la misma en todos los pueblos, ni, con seguridad, fue una sola, sino la confluencia de varias.
Si nos atenemos a los restos más antiguos y a los textos más importantes, son posibles cuatro conjeturas o hipótesis, que podemos denominar religiosa, política, literaria y administrativa, de acuerdo con los tipos de necesidades que trataron de solucionar.Entre los textos más antiguos conservados aparecen siempre los religiosos, lo cual puede llevarnos a pensar que la escritura nació para conservar cantos e himnos rituales que resonaban en los templos y procesiones, entonados por el pueblo durante las festividades; redactar maldiciones y conjuros mágicos; transmitir a los hombres el origen, las acciones y las cualidades de los dioses, así como las normas morales y sociales decretadas por ellos y los comportamientos de los hombres (ritos, conjuros, auspicios, plegarias, etc,) para conseguir su ayuda y evitar su irritación.
Sin embargo, no parece probable esta hipótesis. Los cantos religiosos no precisaban estar escritos, pues debían ser entonados, además de por los sacerdotes, por la gente del pueblo que no sabía leer, aparte de que eran fáciles de recordar de memoria por su brevedad. Sólo cuando la escritura, que no nació perfecta, como Palas Atenea, sino llena de ambigüedades y con grandes limitaciones, alcanzó un cierto grado de perfección y este nuevo arte era de dominio exclusivo de un grupo cerrado, los escribas, los textos escritos debieron de desplazar, para la conservación de la doctrina religiosa, a la memoria personal, en la que se tenía justificadamente una gran confianza por haber sido el único y natural instrumento de conservación y haber sido perfeccionada concretamente para este propósito.
También aparecen los políticos entre los textos primitivos: monumentos conmemorativos de las hazañas guerreras o de la piedad y buenas medidas administrativas de muchos gobernantes que desearon dejar un recuerdo a las generaciones posteriores de los méritos de sus personas en un gesto, es cierto, de vanidad, cultivada y favorecida por súbditos y cortesanos complacientes, pero en el que hay que ver también la conveniencia de consolidar los valores sociales.
Lo mismo podemos decir de la hipótesis literaria. Los cantos y poemas literarios, no ya religiosos, surgen con las primeras sociedades y mucho antes de la escritura. Su carácter popular y anónimo hace que no se transcriban casi nunca o sólo de manera parcial y tardía, como podemos observar en las sociedades históricas. Es más, su transcripción primera parece deberse a propósitos docentes, para que sirvieran de ejercicios en el aprendizaje de la escritura. No tenía sentido transcribir estos poemas o cantos y cuentos para la lectura individual, poniendo sólo al alcance de unos pocos en privado lo que en su forma oral podía ser disfrutado por todos y en grupo, y perdiendo, así, su caracter aglutinador del pensamiento social.
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De los distintos tipos de libros que ha usado el hombre a lo largo de los tiempos históricos, probablemente fue el primero el creado, según todos los indicios, por los sumerios y utilizado después durante tres mil años, como vehículo de la civilización mesopotámica y de otras civilizaciones del Próximo Oriente, contemporáneas suyas e influídas por ella.
La tableta de arcilla y los signos cuneiformes fueron utilizados:
a) Por los sumerios, llegados al sur de Mesopotamia probablemente en el IV milenio, donde crearon una de las primeras y más ricas civilizaciones urbanas a base de una productiva agricultura y de una eficiente organización social, que fue posible por el descubrimiento de la escritura y su empleo generalizado en las tareas administrativas.
b) Por los acadios (siglos XXIII y XXII), semitas de raza y lengua, que formaron el primer gran imperio mesopotámico, desde el Mediterráneo hasta los Montes Zagros, y desde el Golfo Pérsico hasta las estribaciones del Cáucaso, y asimilaron la cultura sumeria, a la que dieron una nueva y fuerte personalidad.
c) Por los babilonios, también semitas, que consiguieron crear dos grandes imperios, el babilónico antiguo o amorita (siglos XVIII al XVI) y el babilónico o caldeo (siglos VII al V).
d) Por los sanguinarios asirios, igualmente semitas, algunos de cuyos reyes sepreocuparon por formar grandes bibliotecas con los textos antiguos, de los que eran fervientes lectores y coleccionistas.
En Mesopotamia no había ni piedra ni madera, salvo la proporcionada por la palmera que es de mala calidad. En cambio, abundaba la arcilla, que facilitó el desarrollo agrícola, estimuló la creación de una arquitectura a base de ladrillos y adobes, y proporcionó un material escritorio barato, cuya duración era superior a la de otros materiales como la madera, la piel o el papiro, en los que, por un lado, no se podía escribir con tanta rapidez como en el barro blando. Por ello el libro mesopotámico, denominado "tuppu", que ha dado en latín tábula y en español "tabla" (dub, en sumerio), se empleaba como materia escritoria corriente la arcilla, cortada en pequeñas planchas, planas o ligeramente abombadas. Con frecuencia menor, la forma fue de conos, cilindros o prismas huecos, con un número de caras que oscila entre seis y diez. En realidad, con estas figuras geométricas se conseguía un volúmen, un conjunto de páginas formando una unidad.
Pero no se empleó en exclusiva la tableta de arcilla. En el caso de los documentos valiosos, los textos se grabaron en piedra o en metales preciosos, como el oro, o resistentes y maleables, como el plomo. También debieron de usarse --aunque no se han podido conservar por la acción del tiempo y de ptros factores destructores-- pieles e incluso papiro, empleando tinta para dibujar los signos, y en el reino asirio tabletas de madera con borde y un baño de cera en el interior. El tamaño de las planchas de arcilla era variable. Algunas, pocas, miden 30 por 40 centímetros, pero la mayoría la mitad, y un gran número sólo la cuarta parte. Su forma suele ser rectangular, aunque las hay redondas y oblongas.
En fecha temprana, los dibujos lineales --trazados con un estilete acabado en punta y no de sección triangular, como lo eran las cañas que se usaron después para la escritura cuneiforme--, seguían en los textos un orden descendente, de arriba abajo; luego cambiaron de orientación al girar la tableta, en el momento de escribir, noventa grados en el sentido contrario al de las manecillas del reloj, con lo que resultó que las figuras verticales, como las del hombre, quedaron echadas y la escritura corría de izquierda a derecha. Este cambio se demoró varias centurias en las descripciones munementales y conmemorativas labradas en piedra o en otra materia dura.
Las inscripciones reales o de cierta solemnidad que se grababan con instrumentos apropiados em mármol o diorita, suponen un pequeño porcentaje comparado con la abundante documentación encontrada en tabletas de arcilla, y aunque no les faltó a sus diseñadores una cierta preocupación estética en la distribución de los signos, la escritura monumental no tuvo la importancia que en Egipto. Sin embargo, se empleó en los monumentos históricos para conmemoraciones, inauguraciunes o restauraciones de templos o de grandes obras públicas, fijar límites, recordar expediciones a tierras lejanas o simplemente para engrandecer con ditirambos, exageraciones e incluso falsedades las acciones de los soberanos, como en el caso de los asirios. También se usó con un sentido de comunicación social para dar fe de las normas jurídicas unificadas. De esto, el ejemplo más famoso es el "Código de Hammurabi".
Gracias a las cualidades del barro secado al sol o sometido a la acción del fuego, ha llegado hasta nosotros una cantidad tan grande, y de tanta antigüedad, de textos enterrados entre los escombros de ciudades desaparecidas, algunas de las cuales fueron arrasadas o incendiadas. Por una ironía del destino, el asalto y destrucción consiguiente de las ciudades y, de manera especial, si el asaltante deseaba castigarlas borrándolas de la faz de la tierra y del recuerdo de los hombres por el fuego, ha permitido conocer, al cabo de miles de años y con bastante detalle, su historia.
El arte de la escritura cuneiforme y de la lectura e interpretación de los intrincados textos estaba reservado a una clase social, la de los escribas (en sumerio "dubsar", literalmente escritor de tabletas), que gozaba de gran consideración social. Su posición en la sociedad era algo similar a la de los universitarios en los tiempos modernos. Si en un principio fueron simples escribientes y lectores, más tarde se convirtieron en los depositarios del saber religioso, literario y científico que se conservaba en los viejos textos y que se iba acrecentando con los nuevos que se fueron escribiendo o transcribiendo.
A ellos se debe la configuración religiosa, política y administrativa de la sociedad mesopotámica, cuya continuidad supieron mantener a través de varios milenios y a pesar de los avatares militares, de la creación y dasaparición de estados y de las invasiones y establecimientos de pueblos de diferentes lenguas, estructuras y valores sociales. También a ellos les corresponde el mérito de la irradiación cultural mesopotámica sobre los países limítrofes y el que las tabletas de arcilla y el sistema cuneiforme de escritura fueran adoptados como forma de libro por varios pueblos.
La mayoría de las tabletas disponibles corresponden a documentos económicos, administrativos y legales: inventarios, hipotecas, recibos, pagarés, contratos de arrendamiento, de compraventa y matrimoniales, sentencias judiciales, adopciones, etc. Dentro de la categoría de los documentos merecen un lugar especial las cartas privadas, las oficiales y las comunicaciones administrativas. Aparte de los documentos y cartas citados, hay numerosas inscripciones votivas, para tener propicios a los dioses, grabadas en vasos, estelas y estatuas. Las hay también en lápidas y muros para conmemorar la inaguración de palacios, templos y fortificaciones.
En pocas palabras, las principales características del libro mesopotámico, por lo que se refiere a su contenido, fueron:
a) Brevedad .Las obras más largas, excluídos los repertorios de datos, no pasarían de la simple categoría de folletos; la mayoría ni siquiera llegarían a esto por su extensión, serían simples hojas.
b) Escasa circulación , pues no hubo, claro está, comercio del libro.
c) Anonimia , pues son obras colectivas, aunque muchas veces se consigne en las tabletas el nombre del copista, que con frecuencia garantizaba la correción.
d) Falta de los géneros más conocidos y en boga en la actualidad, como la poesía lírica profana, la dramática y la narrativa y, dentro del campo intelectual, de tratados teóricos o especulativos.
e) Posición ancilar del libro escrito. La literatura, exclusivamente religiosa o no, es decir, con un matiz secular, fue oral, transmitida por la palabra del profesor a los alumnos y de unas generaciones a otras. Nos lo está indicado su transcripción tardía, aproximadamente un milenio después del nacimiento de la escritura.
f) Primacía de los valores sociales sobre los literarios. La función del libro, en manos de los escribas, más que creadora fue mantenedora de los logros conseguidos. Postura explicable, pues el nivel de vida alcanzado por los pueblos mesopotámicos era muy superior al de los vecinos y era natural que los escribas pensaran que esto se debía a que sus instituciones y sus creencias eran superiores y más ciertas que las de los demás pueblos. Cambiarlas, a la vista de los buenos resultados obtenidos, hubiera sido una locura. Sin embargo, la renuncia a la opción renovadora dio lugar al estancamiento social y científico.
Varios fueron los pueblos que utilizaron la escritura cuneiforme y las tabletas de arcilla y cuya cultura estuvo influída por la mesopotámica. Como tratar con detalle de todos sería alargarnos en demasía, vamos a referirnos sólo al más importante de todos, el hitita, del que sólo se conocían hasta hace poco las vagas alusiones hechas en la Biblia.
El hitita es el primer pueblo indoeuropeo que entra en la historia por ser el primero en adoptar la escritura. Su cultura literal está, como hemos dicho, totalmente influída por la mesopotámica. No tuvo el genio creador de otros pueblos y su literatura es una literatura secundaria. Su única aportación original es la histórica. No debieron sentirse atraídos por la ciencia --no han dejado textos matemáticos, médicos o astronómicos--, cuando otro pueblo indoeuropeo, que de ellos tuvo que recibir en un período primitivo ciertas influencias, el griego, iba a tener una intervención decisiva en el progreso de la ciencia humana.