Dr. Manuel Poblete Ruiz,
Profesor de la Universidad de Deusto
Estoy muy agradecido a los organizadores del Seminario por ofrecerme la
oportunidad de compartir con Vds. estos días y poder intercambiar los
aprendizajes que vamos realizando en estos años apasionantes que nos ha tocado
vivir.
Como
está previsto, presentaré hoy el punto de vista del tema desde la Universidad
como Institución y mañana haré unas reflexiones a nivel de aula.
1.-
EXPERIENCIA INSTITUCIONAL DE LA UNIVERSIDAD DE DEUSTO
La
sociedad ha emplazado a la universidad, a todo el sistema educativo a
reflexionar sobre lo que está sucediendo en el mundo. Unos esperan que la
sociedad reflexione y vuelva a lo que dice la Universidad, depositaria del
saber y del conocimiento y otros han decidido entablar un diálogo, entenderse
con la sociedad y por qué no a aprender cosas necesarias para el cambio.
En
Europa, saben todos Vds., que estamos emplazados a cambiar nuestro viejo
paradigma, enseñanza administrada por el profesor en el aula, con derecho a
control y examen para obtener un certificado con aprobado, notable,
sobresaliente, a cambio de un papel o una presentación en que se haya
respondido correctamente, en un tiempo límite, a las preguntas o problemas que
los profesores han tardado horas en rebuscar y plantear.
Se
ha puesto una fecha para que traslademos el centro de gravedad desde la
enseñanza al aprendizaje, desde el profesor al estudiante, con el fin de responder
mejor a las demandas de la sociedad, favoreciendo la salida de nuestras a
profesionales que resuelvan problemas en sus ámbitos profesionales. Y esto se
traduce en pocos enunciados. Uno de ellos, palanca para el cambio muy poderosa
es repensar la enseñanza que administramos en nuestras aulas, en clave de
competencias.
La
responsabilidad del profesor en el proceso debe replantearse favoreciendo que
el estudiante sea el responsable de su aprendizaje. Que sea sabedor de que el
conocimiento que ha de adquirir está en la Universidad, en los profesores. Y
además está en los libros, en las tecnologías, en los profesionales que ejercen
una carrera, en sus compañeros de estudios, en su entorno extrauniversitario,
en las noticias de prensa, radio y TV, etc.
Además,
a partir de los datos e informaciones a que accede puede él mismo pensar,
elaborar saber, compartir con otros con el propósito de hacer y crear cultura.
A esto le va ayudar la Universidad.
Por
eso, importa más el tiempo de trabajo, de aprendizaje del estudiante que el
tiempo de clase del profesor, importa más cómo funciona autónomamente el
estudiante, buscando en las fuentes de información, de lo que importa cómo hace
unos apuntes, fieles a lo que dice el profesor.
Es
más importante la relación de lo que aprende con el perfil del profesional que
quiere ser, que la fidelidad de lo que aprende con las teorías presentadas por
el profesor. Interesa más crecer en el aprendizaje y orientarse a la
empleabilidad que sacar una buena nota, aspectos que no siempre van de la mano.
En Europa, en España, por lo que me toca vivir, se ha dicho claramente
que la meta es el año 2010, es meta de llegada y de partida. Es el punto de
referencia para tener configuradas las titulaciones, las materias, la
planificación organizacional, etc. A decir verdad, hay en el ámbito
universitario quienes no acaban de creerlo o no quieren aceptarlo.
La vieja Europa, España han sido origen de una notable cultura y de
grandes movimientos científicos.¿Por qué plantearse mirar hacia otros entornos
con el fin de cambiar nuestros modelos de enseñanza, si estos han demostrado
dar unos resultados envidiables? Y este no es más que uno de los argumentos
esgrimidos. Sin embargo, la realidad hoy es que, entre las treinta
universidades consideradas de mayor prestigio en el mundo, tan sólo hay dos
europeas.
Existen otros argumentos para plantear la convergencia universitaria
europea desde puntos de vista contrarios. Los hay que preconizan un desastre
anunciado por una serie de motivos.
Abandono del liderazgo universitario de la ciencia.
Limitación de la formación universitaria al adiestramiento en habilidades y
destrezas. |
Imposición del modelo anglosajón de enseñanza. |
Pérdida de la autonomía universitaria del saber. |
Burocratización y Control de la Calidad docente.
Centralismo. |
Progresiva mercantilización de los Títulos
Académicos. |
Equiparación del horario estudiantil al horario
laboral. Imposibilidad de trabajar y estudiar. |
Elitización de la enseñanza universitaria. Reserva
de los niveles superiores de formación universitaria para unos pocos |
Predominio de los intereses privados sobre los
públicos. |
Priorización del poder adquisitivo sobre el
potencial personal. |
Cuadro 01: Críticas al
proceso de convergencia hacia el EEES.
Como en otros temas polémicos hay opciones para todos los gustos. Los
hay que ven en la oportunidad presentada un reto que salvará a la comunidad
universitaria de la mediocridad, además de proporcionar una serie de beneficios
viéndola como,
Respuesta a claras demandas sociales. Vinculación
de la formación superior a la empleabilidad. |
Desarrollo integral de la persona, como ciudadano y
como profesional. |
Integración entre los conocimientos y la práctica. |
Posibilidad de compartir actividades presenciales
con actividades “on line”. |
Creación de un sistema europeo de educación e
investigación competitivo. Compartir la ciencia con otros organismos
generadores de saber. |
Facilitación de los intercambios
interuniversitarios. Movilidad de estudiantes, profesores y profesionales. |
Compromiso y responsabilidad de las Instituciones
públicas nacionales y europeas. |
Evaluación basada en evidencias y asignación de
becas según resultados. Aumento importante en ayudas y becas de carácter
nacional y europeo. |
Cooperación europea para garantizar la Calidad de
la Educación Superior. |
Cuadro 02: Ventajas de la
convergencia hacia el EEES.
Puede decirse que una mayoría de la comunidad universitaria ha asumido
el reto planteado como una oportunidad o como una disciplina y estamos en ello.
1.2.-
Posicionamiento de la Universidad de Deusto (UD)
Expondré
la experiencia de nuestra Universidad. Es una Universidad privada, situada en
el norte de España, con Campus en Bilbao y San Sebastián. Pertenece a la
Compañía de Jesús, tiene más de 120 años de historia, con todas las ventajas e
inconvenientes que la historia proporciona.
A
raíz de la Declaración de Bolonia, en 1999, que anunciaba el futuro Espacio
Europeo de Educación Superior comenzó la Universidad de Deusto una etapa de
renovación pedagógica, liderada por Aurelio Villa, entonces Director del
Instituto de Ciencias de la Educación y promocionado el curso académico
de 2000-2001 a Vicerrector de Innovación Pedagógica.
Un
grupo de universidades europeas, en un principio en torno a 35 de diferentes
países, dieron a luz, bajo el auspicio de Unión Europea, el Proyecto Tuning
para plantear la forma de abordar el proceso de convergencia anunciado.
Lideraron el proyecto desde su inicio la Universidad de Deusto y la Universidad
de Gröningen (Holanda).
En
este proyecto están incorporadas en la actualidad más de doscientas
universidades europeas y ha generado un flujo en Latinoamérica, creándose el
Tuning América Latina. Está
negociándose una próxima proyección hacia Asia.
La
Universidad de Deusto nombró para el periodo 2000-01 a 2003-04 un equipo
rectoral en el que se dio entrada a un Vicerrectorado de Innovación (el
mencionado Aurelio Villa) y una Vicerrectora de Relaciones Internacionales
(Julia González).
El
hecho de nombrar un Vicerrector de Innovación habla de la importancia
institucional que se atribuía a la función que la Universidad estaba decidida a
emprender. Se le encomendó el desarrollo de las siguientes funciones:
·
Elaboración de un Marco Pedagógico que fundamentase
el plantemiento de un proceso de enseñanza-aprendizaje autónomo y
significativo.
·
Promoción de la Innovación Pedagógica en
Facultades, Institutos y Escuelas Universitarias, así como en Departamentos.
·
Adquisición de recursos y adaptación de los medios
necesarios para la innovación pedagógica.
·
Impulso de las Tecnologías de la Información y
Comunicación (TIC) y su incorporación a los espacios académicos.
·
Desarrollo y actualización pedagógica del
profesorado, en la incorporación de nuevas metodologías de
enseñanza-aprendizaje, tanto a nivel de estrategias como de evaluación.
El
curso 2003-04 se decidió incorporar a este Vicerrectorado la función de la Calidad, pasando a ser Vicerrector de
Innovación y Calidad, asumiendo las siguientes responsabilidades:
·
Promover los procesos de evaluación en Facultades,
Institutos y Escuelas Universitarias.
·
Mejorar la calidad del proceso de
enseñanza-aprendizaje.
·
Elaborar los indicadores e instrumentos del
progreso pedagógico.
·
Preparar la Universidad para superar los distintos
procesos de homologación y acreditación externos (Administración Pública).
·
Impulsar el Desarrollo de Valores.
La
dotación del Vicerrectorado con su correspondiente estructura, ha permitido a
la Universidad encarar con optimismo el sprint final que suponen los dos cursos
académicos que nos quedan hasta el año 2010.
En
el primer mandato del entonces nuevo Vicerrector de Innovación, coincidiendo
con el principio de década, se concibió
una planificación del periodo 2001-2010 con los siguientes tramos o fases.
AMBITOS
DE ACTUACIÓN |
|||
A.
ALUMNADO |
B.
PROFESORADO |
C.
DIRECTIVOS |
D.
SERVICIOS |
FASE
1. SENSIBILIZACIÓN –S-
|
|
Objetivos generales
-
Conocimiento
de lo que es la Convergencia Europea. -
Conocimiento
del Modelo Deusto de Formación. -
Necesidad
de un cambio metodológico. -
Importancia
de la actualización tecnológica. -
Necesidad
de atender a las necesidades sociales. -
Importancia
de la formación permanente y la actualización docente. -
Resistencias
a la innovación. -
Orientación
a metas comunes. |
Actuaciones
-
Lectura del Marco Pedagógico. -
Charlas,
reuniones, conferencias, seminarios sobre elementos fundamentales de la
sensibilización. -
Difusión
de documentos: o marco pedagógico, o convergencia europea, o fases del modelo Deusto de formación y
acciones a desarrollar en cada una de las fases. |
Cuadro 03: Desarrollo de la
Innovación (Sensibilización)
FASE
2. PLANIFICACIÓN -P |
|
Objetivos generales
-
Diagnóstico
e identificación de necesidades. -
Nombramiento
de coordinadores pedagógicos. -
Elaboración
del Perfil académico-profesional de las titulaciones. -
Diagnostico
de las necesidades de formación del profesorado y elaboración de un plan de
formación. -
Detección
de necesidades de formación, con respecto a la innovación, de los alumnos y
elaboración del plan. |
Actuaciones
-
Identificación
de necesidades relativas a la innovación (herramienta de detección de
necesidades). -
Perfil
y funciones del coordinador pedagógico. -
Pautas
para la elaboración del perfil académico profesional. -
Planificación
del impacto del perfil A-P en el centro. -
Elaboración
del plan de formación del profesorado. -
Elaboración
del plan de formación para alumnos. |
Cuadro 04: Desarrollo de la
Innovación (Planificación)
FASE
3. ADAPTACIÓN -A |
|
Objetivos generales
-
Enfoque
ECTS -
Proceso
de enseñanza-aprendizaje centrado en el alumno. -
Desarrollo
nivel autonomía alumno. -
Desarrollo
competencias según perfil académico-profesional. -
Trabajo
en valores. -
Incorporación
de las TIC Alumnado: -
Orientaciones
sobre el modelo de enseñanza-aprendizaje, valores, competencias, estilos de
aprendizaje, utilización de la tecnología, herramientas informáticas básicas,
etc. Estructuras y recursos: -
Adaptaciones
de tipo organizativo así como cambios estructurales para adaptarse al modelo. |
Actuaciones
-
Creación
de equipos de profesores de cara a la programación de las asignaturas según
el perfil A-P y plan de trabajo coordinado -
Formación
del profesorado: enfoque ECTS, metodologías de trabajo que favorezcan al
trabajo autónomo y el desarrollo de competencias establecidas en el perfil
A-P y formación tecnológica. -
Trabajo
del equipo decanal para cambios
estructurales y organizativos: o agrupación de horas/asignaturas, o tiempo reservado al trabajo de los alumnos, o planificación de la coordinación del profesorado, o designación de responsables de grupos de trabajo,
o planificación de la actuación del
coordinador pedagógico, reserva de aulas. -
Preparación
de sesiones de formación de los alumnos. |
Cuadro 05: Desarrollo de la
Innovación (Adaptación)
FASE
4. INCORPORACIÓN -I
|
|
Objetivos generales
-
Implementación
y seguimiento de un perfil A-P en proceso de revisión permanente. -
Planificación
por cursos de la incorporación del modelo a todo el centro. -
Preparación
de las asignaturas en términos ECTS. -
Énfasis
en el trabajo autónomo y significativo del alumno. -
Trabajo
sistemático de las competencias. -
Trabajo
sistemático en valores. -
Incorporación
de las TIC. -
Seguimiento
y ajuste de los procesos de innovación. -
Puesta
en marcha de un plan de evaluación. -
Existencia
del Suplemento al diploma. |
Actuaciones
-
Revisión
periódica del Perfil Académico-Profesional. -
Seguimiento
de las acciones de incorporación del plan en los distintos cursos. -
Revisión,
por cursos y áreas, de las programaciones de las asignaturas en términos
ECTS. -
Feedback
al alumno. -
Evaluación
por niveles de la incorporación de las competencias. -
Evaluación
del nivel de satisfacción tanto del profesorado como de los alumnos. -
Valoración
de resultados. -
Creación
de la UTIC. |
Cuadro 06: Desarrollo de la
Innovación (Incorporación)
FASE
5 INSTITUCIONALIZACIÓN -INS |
|
Objetivos generales
-
Establecimiento
de indicadores de proceso y resultados. -
Detección
de nuevas necesidades. -
Establecimiento
de planes de mejora. -
Estabecimiento
de los criterios para certificado de calidad. -
Homologación
de la calidad docente e investigadora. |
Actuaciones
-
Funcionamiento
de la UTIC. -
Diagnóstico
e inventario de necesidades. -
Creación
de los reconocimientos institucionales (label). -
Concesión
de label de calidad a profesores, titulaciones. -
Difusión. |
Cuadro 07: Desarrollo de la
Innovación (Institucionalización)
En
la actualidad nos hallamos entre la fase tres y la fase cuatro del plan. Existe
una flexibilidad en el ritmo de adopción de medidas y su aplicación, dentro de
unos límites que tienen como referencia el mencionado año 2010 para ser una
Universidad que da respuesta a los nuevos retos, con personalidad propia.
Los
ejes que vertebran el proceso de innovación pedagógica y que condicionan el
tratamiento dado en la UD al tema objeto de este congreso, la Evaluación de las
Competencias, son: el Marco Pedagógico, el Modelo de Formación, el Modelo de
Aprendizaje y el Aprendizaje Basado en Competencias.
La
elaboración de un Marco Pedagógico es un referente de la misión y visión de la
Universidad donde deben confluir Facultades, Escuelas e Institutos.
El Marco Pedagógico se basa en los
principios o política educativa sancionada por el Consejo de Gobierno de la
Universidad. La Institución está comprometida en ser (UD, 1992):
·
Una universidad centrada en la persona del estudiante.
·
Una universidad que basa su aprendizaje en
valores.
·
Una universidad que fomenta la creación de actitudes personales y
sociales.
·
Una universidad que favorece un aprendizaje autónomo y significativo.
·
Una universidad que promueve el
desarrollo del pensamiento.
·
Una universidad que potencia la adquisición de competencias
académico-profesionales.
·
Una universidad que incorpora en su quehacer las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación.
·
Una universidad que se transforma en organización que aprende.
·
Una universidad que se compromete con la calidad de sus servicios y
prestaciones.
·
Una universidad que lidera y favorece el desarrollo del liderazgo en
profesores y alumnos.
·
Una universidad que valora, desarrolla y fomenta la colaboración y el
trabajo en equipo en sus propias estructuras.
·
Una universidad que se compromete socialmente.
·
Una universidad con carácter abierto y universal.
·
Una universidad que se compromete con la búsqueda de la paz y el
desarrollo de la dignidad humana de todas las personas.
·
Una universidad que se ocupa y preocupa por los problemas sociales de los
más desfavorecidos en su entorno próximo y lejano.
En el Marco pedagógico se recogen
los principios que promueven directamente la innovación educativa y las
directrices de aplicación de los mismos. En él está contenido el valor añadido
que nuestra universidad pretende aportar a la sociedad. En toda la UD debe
adoptarse esta forma de entender la innovación pedagógica.
La representación gráfica es la de una pirámide de cuatro caras, que
constituye el Modelo de Formación a
adoptar en la Universidad de Deusto, basada en cuatro de los principios clave,
que favorecen un clima que posibilita el funcionamiento del modelo propuesto y
tienen una fuerte incidencia en los resultados.
Estos
son los cuatro principios principales que facilitan el desarrollo del modelo:
Gráfico
01: Marco Pedagógico.
Una universidad, que aprende y está centrada en el
estudiante. Supone:
·
una cultura de aprendizaje, favorecedora de la
disposición a desaprender y a cambiar modelos mentales, con tolerancia hacia
los errores, con una actitud abierta y tiempo para la reflexión;
·
una organización que se centra en el estudiante y
en su aprendizaje, encontrando
diferentes vías para satisfacer las necesidades de los estudiantes;
·
una organización aprende cuando existe feedback y, a partir del
mismo, hace los cambios necesarios.
Una universidad que trabaja en equipo y valora la
colaboración. Tanto el
personal docente como el no docente debe ser capaz de trabajar y aprender en equipo, estableciendo objetivos comunes,
sinergias, respeto y valoración de las diferencias, roles y responsabilidades
establecidas.
Una universidad que lidera y potencia al personal. Se favorece el liderazgo en
todos los niveles de la organización, desarrollando la delegación como una
estrategia que desarrolla el potencial del personal, reconociendo sus logros.
Un liderazgo basado en valores que
promueve la innovación, el cambio y la mejora continua.
Una universidad que se compromete ética y
socialmente. Todo el personal docente
y no docente está comprometido con la sociedad, manteniendo un
espíritu de servicio y una actitud de solidaridad, especialmente con los más
desfavorecidos. Entre estos compromisos se sitúa el valor de trabajar a favor
de la paz como medio imprescindible para lograr una convivencia social.
Esta base
organizativa fundamenta las caras de la pirámide que representan las características esenciales del modelo:
Valores, Actitudes, Competencias y
Modelo de Aprendizaje, favorecedores de un aprendizaje autónomo y
significativo.
En
el vértice de la pirámide se sitúa el valor de la persona, su desarrollo
integral. Los diferentes elementos contribuyen al crecimiento personal y no
sólo al académico o profesional.
Los
elementos que configuran esta pirámide están muy relacionados, aunque en su
explicación teórica se analizan por separado.
Gráfico
02: Marco Pedagógico y Modelo de Formación.
Una
primera cara está constituida por el mencionado Modelo de Aprendizaje, es el patrón que proponemos como
referencia para organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje y que se expondrá
más adelante.
La
segunda cara de la pirámide hace referencia a las actitudes que consideramos
esenciales en este enfoque formativo. El objeto de la actitud es el propio aprendizaje.
Se
pretende enfatizar tres actitudes esenciales en el proceso de
enseñanza-aprendizaje que se desea impulsar: la autonomía, la responsabilidad
personal y la colaboración.
Una tercera cara de pirámide son los Valores
que la Universidad, como agente privilegiado del conocimiento superior, está
llamada a defender y desarrollar en su ámbito y a influir con ellos en los
diferentes contextos político-sociales.
Entendemos
por valores los ideales internos que mueven a la persona a actuar en función de
sus prioridades en la vida. La formación universitaria no debe reducirse a una
buena formación académica. Es imprescindible un esfuerzo en el desarrollo de
valores que consiga que los universitarios sean personas que defiendan los valores que contribuyen a resaltar la
dignidad humana, independientemente de cualquier otra variable que las
diferencie.
Dar respuesta a las demandas sociales requiere un espíritu nuevo por
parte de las Instituciones Universitarias, como se subraya en la Declaración
Mundial sobre la Educación Superior (1998) en el
Siglo XXI: Visión y Acción: “la propia
educación superior ha de emprender la transformación y renovación más radicales
que jamás haya tenido por delante, de forma que la sociedad contemporánea, que
en la actualidad vive una profunda crisis de valores, pueda trascender las
consideraciones meramente económicas y asumir dimensiones de moralidad y
espiritualidad más arraigadas”.
Los
tres ejes que estructuran los Valores del Proyecto Universitario UD son:
·
Desarrollo personal y social.
·
Orientación al conocimiento.
·
Conciencia ético-social.
Configuran la
cuarta cara de la pirámide las Competencias. La
sociedad reclama a los profesionales y
a los ciudadanos en general nuevas competencias, que suponen conocimientos y el
dominio de destrezas y habilidades específicas, conectadas a Valores y
Actitudes.
Muchas
universidades están rediseñando sus carreras definiendo nuevos perfiles académico-profesionales,
en consonancia con el entorno en que han de insertarse los estudiantes, en los
que incluyen una serie de competencias o llamado “perfil de competencias”.
Las
competencias tienen poco que ver con la competitividad como reto para ser mejor
que los demás. Son más bien factores de superación individual que permiten el
desarrollo de los recursos personales para integrarlos en las posibilidades del
entorno y obtener de esa complementariedad
un beneficio mutuo.
A
nivel personal, las competencias son efectivas en la medida en que cada uno
establece la base y referencia de superación en sí mismo. Somos competentes en
la medida en que alcanzamos logros efectivos. El origen de esos logros está en
el perfeccionamiento de nuestras cualidades personales, tanto individuales como
sociales. Por ser objeto de nuestra
presentación volveremos a precisar el enfoque dado y el trabajo realizado en
torno a las competencias.
1.2.2.-
Modelo de Aprendizaje.
Una
de las caras del Modelo de Formación de la UD y clave en su desarrollo práctico
es el Aprendizaje. Se desarrolla, según un modelo, considerado uno de los
puntos fuertes de la innovación y que contribuye a dar coherencia a todo el
Modelo de Formación.
Gráfico
03: Modelo de Aprendizaje.
Está
basado en diversos autores y próximo al sistema pedagógico ignaciano. Consta de cinco fases o etapas, que deben
implementarse en toda acción educativa,
Contexto
experiencial. El Aprendizaje se origina a partir de las concepciones
previas que trae el estudiante, dentro de un contexto personal, social y
académico determinado. Intenta situar al estudiante ante el tema a desarrollar
y motivarle por una materia que contacta con sus experiencias. Es el momento
clave para trabajar la significatividad de la competencia o contenido de
competencia a aprender.
Observación reflexiva. La observación es un método natural de aprendizaje. Se trata de ayudar al estudiante para que abran los ojos y sus sentidos a la realidad y c
uestionarse a través de la reflexión lo que
esta observación realmente significa. Pretende que el estudiante se haga
preguntas y se interese en la búsqueda de soluciones.
Experimentación. Mediante la realización de actividades, ejercicios, prácticas, proyectos, diseños, simulaciones, casos, trabajos de investigación
que aproximen los planteamientos teóricos a
la práctica, mediante el desempeño de capacidades, habilidades y destrezas.
Evaluación.
Antes de comenzar un nuevo ciclo de aprendizaje, hay que hacer la triple
evaluación:
·
Personal, mediante la reflexión del estudiante
sobre su expertez,
·
Formativa, con un eficiente feedback sobre los
progresos del estudiante, como elemento clave,
·
Sumativa, haciendo valoración del trabajo del
estudiante, mediante una “rendición de cuentas”.
conviene
evaluar, como parte integrada en el proceso de enseñanza-aprendizaje los
niveles o elementos de competencia asimilados.
Este
modelo es susceptible de realizarlo de forma cíclica con las
cinco fases en cada tema o módulo didáctico o puede tenerse en cuenta de un
modo abierto constituyendo un referente para tomar conciencia de la necesidad
de conectar el aprendizaje con la experiencia, la observación reflexiva, la
abstracción temática, la aplicación y experimentación y la evaluación del
proceso y resultado.
El
modelo de aprendizaje propuesto compagina los diferentes estilos de aprendizaje
e intenta que se apliquen distintos tipos de pensamiento. Las actitudes
contribuyen a fijar y sistematizar hábitos y conductas en función de las
opciones personales que se van constituyendo en valores.
Este
modelo de aprendizaje, en el que se ponen en juego diferentes tipos de
destrezas y habilidades, puede llegar a convertirse en una auténtica
competencia cuando se ha llegado a
dominar. La conjunción de todos los elementos citados favorece un aprendizaje
integral y ayuda al estudiante a desarrollarse como persona.
El
enfoque de las competencias es clave en el plan de convergencia. Y este es otro
reto a considerar en todo plan de Innovación universitario.
En
la UD entendemos por competencia “el buen desempeño en contextos diversos y auténticos
basado en la integración y activación de conocimientos, normas, técnicas,
procedimientos, habilidades y destrezas, actitudes y valores”.
Gráfico
04: Modelo de Competencia.
En el Modelo de Formación, como se ha visto,
las competencias son parte esencial del desarrollo integral de la personalidad
del estudiante. Se han de incluir en el aprendizaje como un elemento necesario.
El sentido de las competencias, aunque se determinan y miden en el desempeño,
adquieren sentido, al influir y ser influidas por actitudes y valores.
Las
competencias suponen valores, actitudes y motivaciones, además de
conocimientos, habilidades y destrezas.
Desde nuestra perspectiva de educadores, las competencias deben estar
enraizadas en las motivaciones, en las actitudes y en los valores que marcarán
la direccionalidad de las actividades profesionales de las personas formadas en
la Universidad (Poblete, 2003).
Un
Aprendizaje Basado en Competencias significa establecer las competencias que se
consideran necesarias en la sociedad actual y que no pueden ser determinadas unidireccionalmente por la
universidad sin tener en cuenta las entidades destinatarias como son las
organizaciones laborales y profesionales. Como consecuencia de esta
colaboración, ha nacido una propuesta de competencias transversales o genéricas
que intentan delimitar las competencias esenciales en las distintas profesiones
para las que capacita y prepara la universidad.
Un
Aprendizaje Basado en Competencias consiste en desarrollar las competencias
genéricas o transversales y las competencias específicas (propias de cada
profesión) con el propósito de capacitar a la persona acerca de los
conocimientos científicos y técnicos, de su aplicación en contextos diversos y
complejos, integrándolos con sus propias actitudes y valores en un modo propio
de actuar personal y profesionalmente.
Se
fundamenta en un sistema de enseñanza-aprendizaje que progresivamente
desarrolla la autonomía del estudiante
y su capacidad de aprender a aprender.
Un
Aprendizaje Basado en Competencias se basa en un análisis de las
exigencias profesionales que ayudarán a definir y priorizar las competencias
fundamentales requeridas en una determinada área profesional especialidad. Es
un enfoque que entronca con el concepto de European Credit Transfer Sistem
(ECTS), en el que cada estudiante debe tener la dedicación adecuada para
adquirir o desarrollar las competencias propuestas en el tiempo estimado para
ello. Es un sistema de aprendizaje personal que combina teoría y práctica y que
se aleja del sistema anterior basado fundamentalmente en la memorización que
permitía el estudio concentrado o intensivo en determinados momentos. Exige una
dedicación al aprendizaje constante y sistemática y un mayor compromiso del
propio estudiante para planificar y gestionar adecuadamente su tiempo.
Las competencias genéricas son una novedad en el contexto de la enseñanza universitaria, al mismo tiempo que un factor fundamental para lograr la formación y desarrollo humano y ciudadano, indisoluble con el de la profesionalidad. Son las competencias necesarias para el empleo y para la vida como ciudadano responsable, importantes en cualquier disciplina.
Existen
distintos modelos que agrupan determinadas competencias consideradas esenciales
desde el punto de vista del desempeño profesional. En el caso de la UD se
estableció una tipología de competencias genéricas o transversales y fueron
seleccionadas las consideradas básicas y que pueden adquirirse durante el
período académico universitario. Estas competencias son útiles y valiosas en el
desempeño profesional, tal como se indica en diferentes informes y análisis
realizados en torno al proyecto Tuning o como consecuencia de ellos.
En
el primer trienio del Vicerrectorado de Innovación (2001-2004) se creó un grupo
de trabajo interdisciplinario para elaborar materiales de formación de cada una
de las competencias genéricas
definidas en el Marco Pedagógico. Estos materiales se crearon en formato on line que permite a los estudiantes el
aprendizaje y desarrollo de cada competencia genérica.
En
el siguiente trienio 2004-2007, se vio la necesidad de crear un equipo de
trabajo que diseñase y elaborase un sistema de evaluación de competencias
genéricas. Los profesores que participaron en este proyecto procedían de
diversas titulaciones, facultades y campus. Constituían, por tanto, un grupo
heterogéneo en su composición. El resultado de este trabajo se ha publicado
recientemente (Villa y Poblete, 2007) .
Aceptando la
definición dada de competencia o la que asuma cada comunidad universitaria
conviene tener en cuenta los requisitos que debe reunir el concepto (y la
realidad) de competencia:
Ledford (1995),
propone una lista de características de las competencias
·
Son transferibles de un puesto a otro, de una
actividad a otra.
·
Son una consecuencia de la experiencia.
·
Deben ser demostrables mediante evidencias de
buenas prácticas.
Para Levy-Leboyer
(1997) las características de las competencias son:
·
Están ligadas a una tarea o actividad determinada.
·
Son una consecuencia de la experiencia.
·
Constituyen conocimientos articulados y
automatizados.
·
Las competencias indican el nivel de potencial que
tiene la persona para el desempeño.
Montebello (2001)
muestra un enfoque similar al de Ledford estableciendo que una competencia:
·
Requiere conocimientos, aptitudes y/o habilidades
que afectan al desempeño.
·
Está correlacionada con el desempeño.
·
Puede ser evaluada con medidas estándar.
·
Puede ser mejorada.
Existe
convergencia en las características mencionadas por los diferentes autores y
expertos en competencias. Este punto de acuerdo ayudará a seleccionar la
definición de competencia que mayor significancia y consenso procure. Por otra
parte, se pueden realizar diferentes agrupaciones con el fin de sistematizarlas
y gestionarlas. Las competencias genéricas o transversales de la UD
se agrupan en una de las caras de la pirámide del modelo según tres grandes
categorías:
Gráfico
05: Organización de las Competencias.
o
Competencias
instrumentales: aquellas que tienen una función de medio o
herramienta para obtener un determinado fin. Suponen una
combinación de habilidades y capacidades cognitivas que posibilitan la
competencia profesional.
o Competencias interpersonales:
referidas a las diferentes capacidades que hacen que las personas logren una
buena interacción con los demás. Se refieren a la
capacidad, habilidad o destreza en expresar los propios sentimientos y
emociones del modo más adecuado y aceptando los sentimientos de los demás,
posibilitando la colaboración en objetivos comunes.
o
Competencias
sistémicas: suponen destrezas y habilidades relacionadas con
la comprensión de la totalidad de un sistema o conjunto. Requieren una
combinación de imaginación, sensibilidad y habilidad que permite ver cómo se
relacionan y conjugan las partes en un todo. Suponen la adquisición previa de competencias
instrumentales e interpersonales.
El detalle del listado de competencias de la
UD, coincide en gran medida con competencias seleccionadas en otras
Universidades europeas (proyecto Tuning, 2002) y con las aceptadas por
organizaciones de reconocido prestigio como son el Club Europeo de la Calidad y
la Fundación Universidad-Empresa.
LISTADO DE COMPETENCIAS GENÉRICAS |
||
INSTRUMENTALES |
COGNITIVAS |
|
METODOLÓGICAS |
GESTIÓN DEL TIEMPO |
|
RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS |
||
TOMA DE DECISIONES |
||
ORIENTACIÓN AL APRENDIZAJE (EN EL MARCO
PEDAGÓGICO, ESTRATEGIAS DE APRENDIZAJE) |
||
PLANIFICACIÓN |
||
TECNOLÓGICAS |
PC, COMO HERRAMIENTA DE TRABAJO |
|
UTILIZACIÓN DE BASES DE DATOS
|
||
LINGÜÍSTICAS |
COMUNICACIÓN VERBAL |
|
COMUNICACIÓN ESCRITA |
||
MANEJO DE IDIOMA EXTRANJERO |
||
INTERPERSONALES |
INDIVIDUALES |
AUTOMOTIVACIÓN |
DIVERSIDAD E INTERCULTURALIDAD |
||
RESISTENCIA Y ADAPTACIÓN AL ENTORNO |
||
SENTIDO ÉTICO
|
||
SOCIALES |
||
TRABAJO
EN EQUIPO |
||
TRATAMIENTO
DE CONFLICTOS |
||
NEGOCIACIÓN |
||
SISTÉMICAS |
ORGANIZA-CIÓN
|
GESTIÓN POR OBJETIVOS |
GESTIÓN DE PROYECTOS |
||
ORIENTACIÓN A LA CALIDAD |
||
CAPACIDAD
EMPRENDEDORA |
CREATIVIDAD |
|
ESPÍRITU EMPRENDEDOR |
||
INNOVACIÓN |
||
LIDERAZGO |
ORIENTACIÓN AL LOGRO |
|
LIDERAZGO |
Cuadro 08: Competencias
genéricas.
La incorporación de las competencias genéricas, que necesitarán los estudiantes
para realizar sus cometidos profesionales al currículum académico es un reto
más de los que se presentan en el proceso de innovación pedagógica. Incorporar
las competencias a la actividad docente implica pasar de la formación de
especialistas cualificados en una materia concreta a la educación de personas
profesionalmente competentes, que den respuesta a necesidades de la sociedad.
El
enfoque del Aprendizaje Basado en Competencias requiere necesariamente partir
de un perfil académico-profesional que recoja las competencias que se desea
desarrollen los estudiantes que estén realizando un determinado tipo de
estudios.
Su
programa formativo debe explicitar las competencias genéricas y específicas
deseadas y distribuirlas en los cursos que configuren la titulación
correspondiente. Este enfoque requiere una gran coordinación y colaboración
entre el profesorado para contribuir al desarrollo del perfil
académico-profesional desde cada materia o asignatura.
Por
competencia específica en la universidad se considera la que está integrada por conocimientos científicos y técnicos,
actitudes y valores que se aplican a la solución de un problema determinado o a
una situación específica de carácter académico-profesional.
Este es un trabajo propio de cada Facultad.
Los equipos de dirección de las diferentes facultades han de definir los
perfiles académico-profesionales como
objetivo de la docencia a impartir durante los cursos de la carrera.
Gráfico
06: Organización de los Perfiles Académico-Profesionales.
El perfil académico-profesional debe definir
cuál es la identidad profesional de cada titulación de la carrera, conteniendo
las funciones y tareas propias de la profesión. De aquí se deducirán las
competencias que han de adquirirse durante el periodo de trabajo académico.
La definición del perfil debe partir de un
estudio concienzudo de las posibilidades y empleabilidad que tienen los
estudiantes que decidan cursar la carrera de la facultad, de las posibilidades
de dar repuesta desde la propia facultad.
El perfil profesional que desea y está
dispuesto a proporcionar cada carrera debe concretarse en un proyecto
formativo, definiendo el plan de actuación
que, mediante el desarrollo de las competencias correspondientes, capacitará a
los estudiantes para que lleven a cabo las funciones y tareas recogidas en el
perfil académico-profesional.
Cada Facultad define la identidad de la
titulación o titulaciones, adaptadas a las exigencias actuales, describe las
funciones y tareas profesionales (perfil académico-profesional), identificando,
al mismo tiempo, las competencias que requiere un desempeño eficaz de la misma.
En el proyecto formativo de cada titulación
han de seleccionarse y definirse las competencias y su nivel de desarrollo
(nivel de dominio). De aquí se constituirá el perfil de competencias de cada
titulación o carrera.
Gráfico
07: Mapa de competencias.
Llegados a este punto el profesorado puede
trabajar en el desarrollo de la planificación de su trabajo en cada asignatura
o módulo, conociendo su aportación a la carrera, al perfil
académico-profesional y, por tanto, a la sociedad.
Las competencias específicas podrían agruparse de forma similar a la clasificación
dada para las genéricas: instrumentales, interpersonales y sistémicas.
Ejemplos de competencias específicas instrumentales podrían referirse a
contabilidad financiera, escribir a máquina u ordenador, cálculo matemático,
estadística, etc. También las hay que se podrían referir a aspectos
interpersonales: relaciones públicas, participación en redes comerciales,
educativas, financieras, etc. Finalmente, podrían desarrollarse competencias
específicas catalogadas como sistémicas: participar en prácticas profesionales,
liderar grupos de trabajo en un campo determinado, gestión de proyectos
específicos.
Sin embargo, no se considera necesario distinguir las competencias
específicas en categorías, ya que posiblemente contribuiría a complicar más la
tarea, ya de por sí compleja de gestionar el aprendizaje por competencias.
Para incorporar el sistema de competencias a la docencia y hacerlo
operativo se propone el establecimiento de indicadores y evidencias que
permitan valorar la competencia desarrollada.
Para
realizar de una forma coherente e integrada la tarea de seleccionar y definir
las competencias específicas de una titulación se propone elaborar un paso
intermedio entre el perfil y mapa de competencias y el desarrollo del módulo en
términos de competencias, que corresponda al profesorado. Es el siguiente:
Partiendo del perfil académico-profesional de cada titulación deben seleccionarse las grandes áreas de competencia o macrocompetencias que se han de tener en cuenta. Por ejemplo: Análisis, diseño de modelos/herramientas, intervención, gestión, investigación.
En
un segundo momento deben analizarse los elementos o componentes clave que
integran dichas macro-competencias.
Una
vez definidas las macro-competencias de la titulación, hay que concretar las
competencias específicas de carácter profesional que se desarrollarán en cada
una de las asignaturas o módulos que configuren el Plan de Estudios. Se
recomienda que el número de competencias específicas sea manejable con el fin
de que resulte para el profesorado un trabajo operativo y accesible.
Las
competencias específicas podrían ir más allá del espacio de una asignatura y
constituir un módulo que puede ser desarrollado por más de un profesor. Por
ejemplo, la competencia específica de diseñar
un curso de formación, puede ser trabajada en un módulo interdisciplinar
que integrara distintas perspectivas disciplinares necesarias para el óptimo
desarrollo de dicha competencia: perspectiva didáctica, organizativa, de psicología
evolutiva, de tecnología educativa, de evaluación de programas, etc. De este
modo los profesores, tendrían que planificar y organizar conjuntamente el
aprendizaje, aportando sus diferentes perspectivas en el desarrollo de las
actividades a realizar por los estudiantes.
Otro ejemplo de lo dicho, puede ser la elaboración de un proyecto
empresarial. Puede enfocarse desde una perspectiva económico-financiera,
fiscal, comercial, desde el márketing, los recursos humanos, etc.
En
todo caso, el trabajo de selección y definición de competencias específicas
se realizará a partir de las
macro-competencias y del perfil académico-profesional establecido en la
titulación. Ello garantizará la adecuada coordinación y contribución de las
diversas asignaturas/módulos para el desarrollo de dicho perfil en los
estudiantes.
1.4.-
Algunas conclusiones.
1ª)
Es muy importante que exista una política educativa a nivel de institución
clara, definida y coherente con los objetivos a lograr.
2ª)
Es imprescindible que se plantee en la institución el ejercicio de un liderazgo
comprometido con el cambio, en todos los puestos de responsabilidad, que son
todos los cargos académicos y de servicio. El ejercicio de la responsabilidad
es exigible desde el momento en que se acepta, al margen de su consideración
económica. Si es preciso, se buscará la forma de sustituir a quienes no pueden
o no quieren comulgar con los principios declarados por la institución.
3ª)
La evaluación debe trascender al ámbito educativo y del estudiante. Debe
ejercerse a nivel institucional sobre procesos, gestión, servicios,
profesorado, etc.
4ª)
La gestión del cambio y el manejo adecuado de la información es fundamental
para el éxito del mismo.
5ª)
Si, a nivel institucional, no se ha realizado un correcto planteamiento de la
importancia del cambiuo de paradigma y lo que esto implica, es difícil lograr
un cambio en la práctica de la evaluación del profesorado.
6ª)
El cambio es un proceso de largo recorrido y no se resuelve con la emisión de
una disposición, una ordenanza ministerial o una reglamentación interna. Es,
sobre todo, un cambio de supuestos, de creencias, de actitudes y de valores.
Por tanto, hay que dar tiempo al tiempo. Por esto mismo debe comenzarse cuanto
antes y recuperar el tiempo perdido.
7ª)
La cultura en que se basaba la evaluación tradicional, confía en que la
motivación por el aprendizaje, debe generarla el resultado de la evaluación, la
calificación. Esto no es así, al menos en el nuevo paradigma que nos
planteamos, en que la evaluación es un medio para lograr el objetivo de
aprendizaje, la competencia. En este contexto tiene más influencia motivadora
la gestión de la información, la comunicación, la influencia personal del
profesor, la forma de usar la evaluación, etc.
8ª) A nivel de institución, más que a volver a los “cuadros de honor”
del Colegio, hay que pensar y desarrollar un sistema de reconocimientos
(también de cara al profesorado),
tangibles unos y la mayoría intangibles, por las condiciones económicas
en que se halla la enseñanza. Cada universidad tiene posibilidades de diseñar
su sistema de motivación, que depende más de la actuación de las personas con
responsabilidad que de las normas escritas.
2.1.-
Consideraciones previas
Antes de entrar en el detalle del desarrollo de las competencias
conviene aclarar algunas dificultades y consecuencias que pueden influir en la
forma de llevar la evaluación de competencias al aula. El profesor ha de saber
discriminar lo que supone planificar los objetivos de aprendizaje, bajo el
anterior paradigma y los nuevos resultados por competencias que debe
plantear.
2.1.1.-
Objetivos y competencias
Una
gran dificultad a la hora de desarrollar el programa en función del nuevo
paradigma que representa el Aprendizaje Basado en Competencias, estriba en la
superación de la práctica de formular los resultados de aprendizaje en términos
de objetivos. Los debates y experiencias sobre el tema nos han llevado a
recoger ambas formas de enfocar el tema en un cuadro sinóptico,
COMPARACIÓN ENTRE OBJETIVOS Y
COMPETENCIAS
|
|
OBJETIVOS |
COMPETENCIAS |
Están
relacionados directamente con los criterios de evaluación |
|
Son intenciones y/o propósitos concretos. |
Hacen referencia al perfil académico-profesional.
|
Orientan la planificación. |
Tienen un rango de generalidad, más allá
de la planificación. |
Orientan la actividad encaminada a lograr
metas. |
Delimitan el tipo de profesional que se
desea formar. |
Definen lo que se va a conseguir al final
del proceso formativo en la materia. |
Se sitúan en el límite entre el final de
la formación y el comienzo de la actividad profesional |
Sirven para seleccionar contenidos y
actividades. |
Engloban todas la dimensiones de la
persona. tratan de formar ciudadanos críticos y profesionales competentes. |
Hacen referencia al contenido de una
materia o asignatura. |
Pueden desarrollarse en materias distintas
(transversalidad). |
Se marcan de
manera diferenciada: objetivos de conocimiento, procedimentales,
actitudinales, etc. |
Pueden englobar
objetivos de distintos contenidos (conocimientos, habilidades, actitudes,
valores). |
Un programa basado en los contenidos de
cada materia suele ser trabajado por cada profesor. |
Un programa basado en competencias puede
ser trabajado conjuntamente por varios profesores desde distintas materias. |
Hay que atenerse al currículum basado en
las materias que constituyen la carrera. |
Supera el currículum basado en materias
(más fragmentado) y tiende a una mayor interrelación e interdisciplinariedad. |
Se enfatiza la enseñanza de la materia, de
su conocimiento y comprensión, siendo el profesor, principalmente, informador/comunicador. |
El profesor pasa a ser organizador y facilitador del aprendizaje. |
El contenido
mismo es lo realmente importante y destacable junto con las habilidades
intelectuales del alumno para su comprensión. El profesor ha de medir
resultados en función de los objetivos e informar sobre su nivel de logro. |
El profesor se
convierte, según el término utilizado por los anglosajones, en “coach”, que
ayuda, entrena, asesora y supervisa a cada estudiante en su aprendizaje,
respetando su estilo de aprendizaje y basándose en sus previos. |
La consideración del buen profesor en el modelo centrado en
objetivos está muy relacionada con la capacidad de explicarse con claridad y
de hacerse entender por los alumnos. |
Requiere una actitud distinta de los
estudiantes con una mayor implicación y compromiso y una mayor
responsabilidad en su propio aprendizaje, que se fundamenta en su mayor
autonomía. |
El practicum es un periodo más de la
formación, con objetivos propios. |
El practicum es el espacio más adecuado
para comprobar y evaluar competencias. |
Cuadro 09: Objetivos vs. competencias.
Es
muy importante debatir y aceptar la existencia de estas diferencias, porque en
la práctica no se trata de elaborar los nuevos programas en base al “corta y
pega” desde los anteriores objetivos operativos a los objetivos definidos en
términos de competencia. Su consideración
condicionará el concepto y desarrollo de la evaluación.
2.1.2.-
Redefinición de las funciones del profesional docente universitario.
A
la luz de las exigencias que suponen la aceptación del cambio en la práctica de
la docencia, conviene redefinir las mismas funciones tradicionales del docente:
Diseño y Planificación, Gestión del aprendizaje, Evaluación y Revisión y
Mejora. Es necesario, además, añadir una quinta que no suele estar en la
cultura universitaria: la colegialidad docente. Es una función transversal,
fundamental para dar y facilitar el cambio.
Limitándonos al subproceso con que podemos definir la función de
Evaluación, cabe reconsiderar las actividades de la evaluación baja el enfoque
de las competencias. Existen las
tradicionales en cualquier proceso de evaluación educativa, como son.
·
Decidir la
información a recoger de cara a la evaluación, especificando cómo y cuándo.
·
Seleccionar y
elaborar, en su caso, los instrumentos necesarios para la recogida y registro
de la información.
·
Preparar, de
forma explícita y diferenciada, la información sobre el sistema de evaluación y
su proceso.
·
Recoger la
información.
·
Valorar
la información recogida.
·
Decidir la
calificación.
·
Comunicar el
resultado de la evaluación a los estudiantes.
·
Pasar al acta
provisional las calificaciones.
·
Atender las
consultas de los alumnos sobre la evaluación.
·
Determinar las
oportunidades de revisión, mejora y superación.
·
Firmar las
actas definitivas.
·
Sistematizar los resultados de la evaluación para
posibilitar el análisis y reflexión en torno a los mismos.
Además de cambiar la forma de realizar algunas de estas actividades, se
ve necesario, incorporar otras actividades para evaluar competencias, tales
como,
o Verificar el sistema de evaluación y
calificación que se seguirá -de acuerdo a un proceso de evaluación inicial,
continua y final- y su adecuación a la programación de la asignatura.
o Evidenciar la coherencia entre el desarrollo
de la asignatura y la evaluación.
o Desarrollar estrategias para facilitar la
autoevaluación y la evaluación conjunta con otros colegas, a nivel de curso,
materia o ciclo.
o Compartir la información recogida con los
estudiantes, teniendo en cuenta sus apreciaciones.
o Ayudar a realizar una evaluación personal de
lo que realmente ha aprendido el estudiante, de su compromiso como estudiante
ejerciendo la autocrítica.
o Hacer previsión de posibles fracasos de
estudiantes en el avance de su proceso de aprendizaje y forma de recuperación.
o Establecer fórmulas de aprovechamiento del
aprendizaje de los estudiantes en cada semestre, curso o ciclo.
o Elaborar informe de resultados/conformidad
del estudiante acerca de la adquisición de las competencias específicas y
genéricas propuestas como objetivo de aprendizaje.
No
cambia el papel del profesor. Sin embargo, se hace más compleja y le obliga a
profundizar en su profesionalidad como docente.
El Aprendizaje Basado en Competencias supone tener claro las
competencias que se desea que adquieran los estudiantes y analizar el modo más
efectivo para desarrollarlas. Este enfoque subraya el aprendizaje del
estudiante y el desarrollo de sus
habilidades y competencias, más allá del enfoque tradicional, más centrado en
conocimientos.
La formulación de las competencias ha de tener en cuenta no solo los
contenidos en términos de conocimientos y de aplicación (saber y saber hacer),
sino también la integración de aspectos referidos a actitudes y valores que se
aplican a la solución de problemas y conducen a la obtención de resultados en
un contexto académico-profesional.
La
evaluación se hará en función de indicadores de resultados que se tendrán en
cuenta a lo largo del proceso de aprendizaje del estudiante.
El desarrollo de la competencia de cara a su aplicación docente puede
hacerse siguiendo el siguiente esquema.
Gráfico
08: Organización del Curriculum.
El Aprendizaje Basado en Competencias supone
un enriquecimiento de las metodologías de aprendizaje, un mayor seguimiento y
tutoría de los estudiantes individual y grupalmente y toda una gama de técnicas
de evaluación de los aprendizajes. El profesorado modifica su papel en el
proceso de enseñanza-aprendizaje y se concentra en las tareas de organización,
seguimiento y evaluación del aprendizaje de los estudiantes.
Un documento imprescindible de toda
universidad ha sido y sigue siendo el Programa de las asignaturas que conforman
el Plan de Estudios. En él debe comenzar a reflejarse la apuesta de la
universidad por que cambien el antiguo paradigma de enseñanza desde el profesor
al nuevo paradigma del proceso enseñanza-aprendizaje contemplado desde el
estudiante.
Las
competencias y su desarrollo deben justificarse en función de la aportación que
hacen al perfil académico-profesional de la titulación o carrera, a través de
la macro competencia, siempre que sea posible.
Para
su planificación en cada asignatura o módulo el profesorado, en la UD, debe
seguir unos los siguientes diez pasos:
1. Selección
de las competencias específicas y formulación adecuada, en términos de
resultados de aprendizaje, desde la perspectiva del estudiante. Por ejemplo,
“Evaluar programas y profesores en función de los estándares de calidad”. (Ver
otros ejemplos en el anexo). Las
competencias genéricas a incorporar han venido asignadas por cada titulación y
formuladas por la Universidad para todas las carreras (son transversales o
genéricas).
2. Determinación
de los conocimientos, técnicas, habilidades, procedimientos, comportamientos y
actitudes que el estudiante debe adquirir para
desarrollar la competencia tal como ha sido formulada. Por ejemplo, en
el caso de la competencia “Evaluar programas y profesores en función de los
estándares de calidad” podrían ser
Conocimientos
sobre evaluación de programas:
·
concepto de programa,
·
tipos de programas,
·
características y modelos de evaluación.
·
conocimiento de estándares y normas para evaluar
programas y profesores.
Habilidades:
·
análisis y síntesis,
·
búsqueda de información,
·
manejo de información,
·
manejo de Internet.
Actitudes:
·
objetividad,
·
precisión en el manejo de fuentes y criterios,
·
ecuanimidad en la valoración de los criterios
(búsqueda de aspectos positivos o fuertes y de aspectos críticos o débiles).
Valores:
·
Respeto a la dignidad de las personas.
·
Ética.
·
Transparencia.
Descripción
de la estrategia de enseñanza-aprendizaje a emplear para desarrollar los
contenidos descritos, de acuerdo con el sentido de la competencia.
Detalle
de las actividades que debe realizar el estudiante. Por ejemplo,
·
lectura de la documentación o, en su caso
previamente,
·
búsqueda de la misma,
·
síntesis de los aspectos clave y concernientes a la
tarea encomendada con el uso de la terminología adecuada,
·
debate en pequeños grupos para discernir entre
aspectos a evaluar y criterios a manejar,
·
asistencia a la exposición del profesor,
·
estudio personal, etc.
Es
recomendable tener en cuenta el Modelo de Aprendizaje para seleccionar
actividades que tengan en cuenta las cinco etapas del modelo.
Esta es una de las formas de aplicar el Aprendizaje Basado en
Competencias y que puede resumirse en el siguiente diagrama,
Gráfico
09: Desarrollo de las Competencias.
Las
universidades estamos en un proceso de benchmarking (este Seminario es un buen ejemplo de ello) deseando
contrastar los puntos de vista, las experiencias y enfoques de otros con los
propios. Son bastantes las universidades que ya han incorporado a sus políticas
estratégicas la formación y actualización del profesorado como una línea clave
para los próximos años.
Antes o después todas las universidades, si no quieren quedarse al margen de la corriente actual y dejar de ser competitivas, tendrán que incorporar las nuevas orientaciones y transformar sus centros universitarios en centros de innovación y calidad demostrada.
Quiero subrayar lo relativo a la Evaluación
por ser el tema central de este Seminario. Al mismo tiempo, he considerado
difícil de explicar la importancia que tiene en la UD la evaluación de las
competencias y la forma en que se está abordando el tema.
Los problemas que
acarrea la evaluación son los problemas de la formación. Se ha dicho que si se
quieren cambiar los estilos educativos hay que comenzar por cambiar los
sistemas de evaluación (Rotger, 1992).
La evaluación en la
vida cotidiana es una práctica unida a la actividad humana. Tan antigua como
ella. Entre otras cosas garantiza la supervivencia. Estamos en una permanente
evaluación: por intuición, por tanteo, basados en datos, etc. De hecho, es
imprescindible para tomar decisiones, para relacionarnos con los demás, para
avanzar en la vida.
En el ámbito
educativo se considera a Tyler el padre de la evaluación científica (década de
los 40). Él creó el término de evaluación educacional, consistente en la
comparación entre objetivos y resultados (Tyler, 1973). Con él nació la
programación por objetivos que se ha mantenido hasta hoy.
En 1942 Tyler
defendía que no es posible progresar y evaluar resultados, sin marcar unos
objetivos concretos y expresados en términos de conductas observables, en
términos de evidencia.
La evaluación
educativa considerada científica se basa, pues, en una comparación minuciosa
entre lo que se pretende conseguir y lo que realmente se consigue. Esto marca
el grado de éxito de la actuación y la necesidad de una retroalimentación para
rectificar la dirección del proceso y sus componentes (contenidos, estrategias,
etc.)
En la década de los 60 se produjo un
movimiento de reconceptualización del término evaluación (Cronbach, Eisner,
Stufflebeam y Stake), planteando un nuevo modelo de evaluación formativa y
criterial (Stufflebeam y Shinkfield, 1985). A partir de ese momento, se define
la evaluación como “enjuiciamiento sistemático del valor o mérito de un
objeto”. Entendiendo que se realiza:
·
Una interpretación de la información recogida, es decir, rigurosa sobre
lo que es objeto de evaluación. El examen, la medición establece una relación
numérica entre un contenido y su asimilación por parte del sujeto. Insuficiente
a todas luces y no es un juicio de valor. La medición sólo describe, la
evaluación valora.
·
Una sistematización. Es la aportación del movimiento de los años
sesenta. Se requiere un modelo ordenado y criterial para recoger sistemática y
permanentemente la información. La sistematización a la hora de recoger, tratar
y depurar los datos es imprescindible para que el juicio sea global y ajustado.
·
Un compromiso. Que supone implicación por parte del evaluador para ser
consecuente con la emisión de un juicio claro y riguroso, consecuencia de una
recogida sistemática y criterial de la información apropiada.
·
Una visión positiva de la evaluación. La evaluación debe servir para
profundizar en el conocimiento que el receptor de la evaluación tiene sobre sí
mismo y sobre el ámbito de lo que se evalúa. El objeto de la evaluación
(adquisición de competencias, en nuestro caso) es determinante, tanto a la hora
de planificar un proceso de evaluación, cuanto a la hora de establecer los
juicios de valor.
La
evaluación de un estudiante debe implicar, no sólo su rendimiento, sino también
al propio profesor, a la institución, al proceso de enseñanza-aprendizaje, a
los recursos, a la organización de los mismos, etc.
Toda evaluación
debe ser (Rotger, 1992):
Transparente. Siendo el objetivo de la evaluación un proceso de información y ayuda
para mejorar resultados, no debe existir ocultismo ni desinformación. Los
estudiantes tienen derecho a que se respeten sus intereses y a que se les
garantice una información transparente y respetuosa. Solamente cuando se actúa
con rigor, transparencia y honradez pueden respetarse los intereses de los
implicados.
Honrada. La evaluación debe estar imbuida de un sentido ético, de manera que la
persona esté por encima de todo tipo de manipulación y dominar cualquier otro
tipo de consideraciones.
La evaluación está
integrada en el propio currículo y afecta tanto a los objetivos de aprendizaje
(competencias) como a las estrategias de enseñanza-aprendizaje planificadas. La
evaluación no es algo independiente del proceso curricular, sino que es parte
de él. Pierde el carácter sancionador para entrar en una dinámica de
facilitación de la mejora de los resultados. Es una evaluación formativa.
La evaluación no
sólo debe estar presente a la hora de la planificación del currículo, sino
también en su desarrollo. Es un factor esencial en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, ya que tiene en cuenta las variables educativas y estima
el logro de resultados. Es una evaluación educativa.
La evaluación
afecta tanto a los resultados como al proceso, con todos los elementos
intervinientes: estudiantes, profesores, programas, instalaciones. Es una
evaluación continua y comprensiva.
Como se ha
recogido en el planteamiento avanzado de la evaluación, revisado en nuestro
país, a raíz de una ley de Educación muy importante, la LOGSE, el concepto de
evaluación descrito se aproxima al que ha de tenerse en cuenta a la hora de
evaluar el aprendizaje basado en competencias.
EVALUACIÓN TRADICIONAL
|
EVALUACIÓN
POR COMPETENCIAS |
Sumativa. |
Formativa. |
Es un proceso
planificado y continuo. |
|
Se basa en partes del
programa o en su totalidad. |
Los contenidos de los
temas del programa cuentan como un aspecto más a evaluar. |
Se basa en escalas
numéricas |
Se basa en adquisición
de niveles de competencia. |
Suele hacerse por
escrito o con ejercicios simulados. |
Se centra en las
evidencias del desempeño de la competencia. |
Compara el individuo
con el grupo. |
Es individual. |
Los evaluados no
conocen lo que se les va a preguntar. |
Los evaluados conocen
las áreas que cubrirá la evaluación. |
Los evaluados no
participan en la fijación de objetivos de la evaluación. |
Los evaluados participan
en la fijación de objetivos de la evaluación. |
No incluye
conocimientos más allá del programa. |
Incluye conocimientos o
habilidades previos. |
Es fragmentada. |
Es globalizadora. |
El evaluador vigila la
realización de la prueba. |
El evaluador juega un papel
de formador. |
Cuadro 10: Comparación de
formas de Evaluación.
En el cuadro
10 se refleja el desfase existente entre una cultura de evaluación/examen a una
cultura evaluación/apoyo al desarrollo. Aunque se comprenda teóricamente el
paso a dar, el cambio actitudinal suele ser una dificultad real entre el
profesorado.
Gráfico
10: Transición en la Evaluación.
El cambio desde
una cultura de evaluar para examinar y clasificar a una cultura de evaluar
para educar o por competencias debe
hacerse en varios frentes:
Conscientemente
hay que
·
cambiar los objetivos de la evaluación,
·
identificar los nuevos roles y funciones que juega
la evaluación,
·
aprender y manejar distintas técnicas de evaluación
que estén en línea con los contenidos de competencia que se pretende evaluar,
·
reflexionar y dejar bien sentado lo que el
estudiante puede esperar de la evaluación.
En primer lugar,
cambiar los objetivos de la evaluación supone reformular los objetivos en
términos de competencia. La concepción de la competencia como realidad
compleja, resultado de la integración de contenidos de distinta naturaleza,
cognitivos, emocionales, conativos, normativos, ayudará a cambiar el objetivo
de la evaluación. Se trata de evaluar comportamientos humanos complejos.
En segundo lugar,
hay que identificar los nuevos roles y funciones de la evaluación, lo que
quiere decir que hay que trascender el sentido de la medición y clasificación y
llegar hasta la integración de la evaluación en el aprendizaje. La evaluación
debe ayudar al estudiante a aprender sobre sí mismo y sobre los contenidos
profesionales de las competencias, a globalizar informaciones parciales, a
seguir las líneas de la estrategia marcada en el módulo o asignatura.
En tercer lugar, el
profesorado debe diversificar su conocimiento y dominio de las técnicas de
evaluación. Debe analizar los pros y contras de cada prueba y sus contenidos
formativos. Ha de detectar con nitidez los contenidos de competencia incluidos
en el desarrollo del Programa, que pasan desapercibidos a la hora de evaluar.
En cuarto lugar,
el profesorado ha de realizar una tarea pedagógica específica con el
estudiante para que, desde el principio
hasta el final aprecie, el valor positivo, la aportación de una buena evaluación.
Y el gran interés que le supone aportar
y obtener datos diversos y abundantes para realizar una evaluación justa, pero,
sobre todo, formativa.
La evaluación de
competencias es un proceso para valorar formalmente la conducta que demuestra
el estudiante del dominio de la competencia en cuestión y proporcionarle una
retroalimentación, con el fin de que pueda desaprender y hacer ajustes en la
misma.
Según Levy-Leboyer
(2000) la evaluación del desempeño de la competencia permite identificar las
brechas existentes en el desempeño de las competencias, así como las conductas
que se requieren para poder alcanzar las metas propuestas. Por otra parte, ofrece la oportunidad de
adquirir nuevas competencias.
Para
evitar o minimizar los errores de las evaluaciones Grados, Beutelspacher y Castro (1997) proponen un
programa de formación para la evaluación, donde se debe entrenar a los
evaluadores/profesores, enseñándoles técnicas diversas, con los objetivos y
limitaciones correspondientes. Dicha capacitación deberá abarcar aspectos
tales, como comunicación, motivación y adaptación a la diversidad, que pueden
trabajarse en dinámicas de grupo y con herramientas diseñadas “ad hoc”.
Por otra parte, deberá pasarse del concepto
social de Instituciones docentes a espacios docentes, ya que la
transferibilidad no se realiza solamente desde la Institución a la Organización
a través de la persona. La Escuela, la Universidad no son los únicos centros de
aprendizaje. La persona puede aprender en y de todos los ámbitos en que vive y
debe estar en un proceso continuo de aprendizaje, desaprendizaje y
reaprendizaje vertical y horizontal.
“El sistema de evaluación de la asignatura incluye no sólo los aspectos
relativos a la evaluación final para la emisión de la calificación final, sino
que también indica todo lo relativo a la evaluación formativa, es decir, la
evaluación que se realiza para orientar y ofrecer retroalimentación al
estudiante sobre sus trabajos, ejercicios y pruebas parciales o cualquier
actividad de aprendizaje sobre la que el profesor/a considere que debe tener
información para mejorar” (UD, 2006).
Este párrafo que pertenece al procedimiento aprobado oficialmente por el Consejo de Dirección de la UD, invita al profesorado y a los órganos académicos a cambiar el concepto de evaluación, desde una evaluación sumativa a una evaluación formativa y globalizadora, que es la que se ajusta a un Aprendizaje Basado en Competencias.
En
el Programa de la asignatura el profesor debe recoger, de forma resumida,
aquellos aspectos del sistema de evaluación relativos al grado de logro de
resultados de aprendizaje en términos de competencias por los estudiantes,
que se reflejará en la calificación
final.
El
desarrollo completo de la estrategia de Evaluación de una asignatura deberá ser
aportado por el profesor a los estudiantes al comienzo del periodo académico.
Para ello se deberá precisar:
·
En primer lugar, qué se va a evaluar: se deberán evaluar las Competencias
Específicas y Genéricas de las que se espera un objetivo de
aprendizaje en términos de competencia. Se detallarán los Indicadores para la
evaluación de cada una de las competencias, los cuales deberán aportar
evidencias relevantes y significativas del grado de desarrollo de cada una de
las competencias genéricas y específicas.
·
En segundo lugar, cómo se van a evaluar dichas competencias: es decir, qué técnicas e
instrumentos se van a emplear a lo largo del proceso (evaluación
continua) y al final del mismo (evaluación final). Las técnicas deberán ser
variadas para adecuarse a la naturaleza de las competencias trabajadas (por
ejemplo: el examen, el análisis de las tareas realizadas, una presentación
oral, una prueba de ejecución, la observación de la conducta, etc)
·
En tercer lugar, cuál es el resultado final en
términos de calificación final. El sistema de calificación deberá reflejar una
distribución equilibrada entre las
distintas competencias trabajadas y las distintas técnicas empleadas al emitir
la calificación final.
·
En cuarto lugar, hay que decidir el grado de
participación en la evaluación por parte cada uno de los agentes: profesor.
Estudiante, iguales, otros profesores, tutor externo de prácticas, etc.
·
En quinto lugar, se realizará el adecuado feed-back
para que la evaluación forme parte del proceso de enseñanza-aprendizaje.
·
En sexto lugar debe decidirse la ponderación de las
distintas competencias, pruebas y/o grados de participación en la Calificación final (sistema de calificación).
Gráfico
11: Organización de la Evaluación.
El análisis de la estrategia de evaluación
seguida por cada profesor es una evidencia clara de que el proceso de
innovación pedagógica y la aplicación del enfoque de aprendizaje basado en
competencias se ha implementado adecuadamente. Cuando el sistema de evaluación
es simple, es decir, cuando se basa en el examen (final o parcial) tradicional,
se puede afirmar que no se evalúan competencias y, por tanto, que existe un
déficit importante en la aplicación del sistema.
El aprendizaje basado en competencias
requiere un sistema de evaluación variado, pues cada competencia tiene
componentes muy distintos que necesitan procedimientos diversos para ser
evaluados correctamente.
La
evaluación de competencias requiere distintos procedimientos y técnicas de
evaluación según el objeto que se desea evaluar. Puede intentarse evaluar
conocimientos, utilizando diversas técnicas: pruebas de respuesta larga,
pruebas de respuesta corta, pruebas objetivas, pruebas con preguntas abiertas,
etc. La evaluación de habilidades y destrezas o cómo aplicar los conocimientos
a situaciones concretas, requiere pruebas tales como: escribir determinados
tipos de escritos, desarrollar diferentes tipos de pensamiento. La evaluación de
actitudes y valores requiere: técnicas de observación, pruebas de
autoevaluación, escalas de actitudes, etc.
Otro
tipo de pruebas facilita una evaluación más globalizadora, como el portafolios
o carpeta del estudiante, informes, pruebas de ejecución, trabajos de
prácticas, etc.
Cuadro
11: Técnicas de Evaluación.
En
la evaluación es clave la coherencia entre el objetivo educativo de la
evaluación y el procedimiento seleccionado para ello. A veces, por
desconocimiento de técnicas más adecuadas, se usan determinados procedimientos
que no son útiles para evaluar lo que realmente se desea evaluar.
2.4.1.-
Propuesta de evaluación de competencias
genéricas o transversales
Como
se apuntó en la primera parte de esta ponencia en el segundo trienio del
mandato del Vicerrector de Innovación y Calidad en la UD se puso en marcha un
proceso para facilitar el trabajo de los profesores a la hora de trabajar y
evaluar las competencias genéricas.
Se
formó un grupo de profesores y expertos para crear un sistema que desarrolla
las 35 competencias genéricas, seleccionadas en la UD, como base de datos para
que las titulaciones elijan las que consideran guardan más estrecha relación
con el perfil académico-profesional y las distribuyan en su mapa de
competencias.
Desarrollar
un modelo adecuado para evaluar las competencias, significa que éstas están
previamente definidas y explicitadas, de modo que la acción de evaluación sólo
tenga que considerar los indicadores referidos a los niveles establecidos en
las mismas.
Cuando
no se sabe bien lo que se quiere evaluar, cualquier procedimiento puede ser
utilizado, pues en realidad da igual lo que se evalúa. Evaluar por competencias
significa, en primer lugar, saber qué se desea evaluar; en segundo lugar,
definir explícitamente cómo se va a evaluar; y, en tercer lugar, concretar el
nivel de logro que se va a evaluar (nivel de dominio).
El equipo de expertos y profesores tuvo en
cuenta en todas ellas la siguiente estructura:
1º Al ser las competencias genéricas,
transversales, deben ser definidas de manera unívoca con el fin de facilitar la
misma interpretación a cada una de las diferentes titulaciones. Se partió de
definiciones acordadas por un grupo de expertos. Las definiciones respetan la
acepción admitida por la RAE y se eligen para su formulación términos de
competencia, en que puedan apreciarse
evidencias de desempeño. Esta definición pretende delimitar el significado que
se le otorga en este modelo, que puede ser diferente al tratamiento que se le
dé desde otra perspectiva.
2º
Se detallan algunas de las vinculaciones de la competencia, que se trata de
desarrollar en los estudiantes con otras competencias, actitudes y valores. La
competencia, como actuación humana es compleja y está integrada por
habilidades, destrezas, valores, saberes, que no pueden aislarse y atribuirse
en exclusiva. Por otra parte, al trabajar en el aprendizaje de determinadas
competencias conviene ser consciente de que se desarrollan otras competencias,
incluidos los valores.
3º Se establecen tres niveles de dominio para cada una de las
competencias. El nivel de dominio de cada competencia puede elaborarse en
función de las siguientes dimensiones: Profundización en
los contenidos, desempeño autónomo y complejidad de las situaciones o contextos
de aplicación.
Se señalaron estos
tres criterios en razón de las siguientes consideraciones.
·
En primer lugar, para ser competente en algo, se requiere
un cierto conocimiento, que podrá ser mayor o menor en función de la necesidad
de dicho conocimiento para resolver el problema o tarea planteada.
·
En segundo lugar, una competencia requiere un nivel
de autonomía personal. Si para resolver un problema, la persona necesita
constantemente de supervisión, consejo o asesoramiento, se puede afirmar que no
es suficientemente competente en ello.
·
En tercer lugar, la competencia a demostrar está en
función del contexto situacional en el que debe ejercerse la competencia y la
complejidad de esta situación es un elemento clave.
Teniendo en cuenta
estos tres aspectos se facilita la elaboración de los niveles de dominio en
cada una de las competencias. Fue útil la siguiente matriz.
|
Profundización |
Autonomía |
Complejidad |
Nivel 1
|
Basándose en normas y criterios básicos de
comportamiento demuestra un dominio de los contenidos básicos. |
Necesita orientación y supervisión. Canaliza los
casos difíciles a otro nivel. |
Afronta situaciones sencillas y resuelve problemas
habituales en contextos estructurados. |
Nivel 2 |
Selecciona la información más importante de la
situación de forma sistemática y fluida, aplicándola con eficacia. Desarrolla
todo el curso de la actuación. |
Asume riesgos y toma decisiones en el contexto de
situaciones nuevas. |
Interviene en situaciones menos estructuradas y de
creciente complejidad. |
Nivel 3 |
Anticipa, planifica y diseña de manera creativa
respuestas y soluciones a situaciones complejas. |
Asume riesgos y emprende actuaciones con total
independencia |
Se desenvuelve en situaciones complejas, hallando
soluciones integrales y globales. Tiene muy en cuenta las interrelaciones y
la transferibilidad de las posibles soluciones. |
CUADRO 12: Dimensiones para establecer tres niveles de dominio.
4º Los contenidos de cada competencia orientan sobre los indicadores que pueden marcar evidencias de avance o retroceso en el desempeño (por ej. Claridad, Fluidez, Originalidad, Método, Planificación, Orden, etc.). Los indicadores (de cuatro a ocho, por nivel) vienen a ser pistas o evidencias del grado de desarrollo en el dominio de la competencia de que tratamos.
5º Cada indicador
se evalúa en función de una escala (de 1 a 5, de 1 a 10) o de un descriptor
concreto. Por ejemplo, en el caso del Indicador “Realiza las tareas que le son asignadas dentro del grupo en los plazos
requeridos”, correspondiente a un primer nivel de dominio de la competencia
Trabajo en Equipo:
·
No cumple las
tareas asignadas (valor, 0-1 sobre cinco o 0-1-2 sobre diez).
·
Cumple
parcialmente las tareas asignadas o se
retrasa (valor 2 sobre cinco o 3-4 sobre diez).
·
Da cuenta en
el plazo establecido de los resultados correspondientes a la tarea asignada
(valor 3 sobre cinco o 5-6 sobre diez).
·
La calidad de
la tarea asignada supone una notable aportación al equipo (valor 4 sobre cinco
o 7-8-9 sobre diez).
·
Además de
cumplir la tarea asignada, su trabajo orienta y facilita el del resto de los
miembros del equipo (valor 5 sobre cinco o 10 sobre diez).
Puede ilustrar lo
dicho más arriba el siguiente esquema:
Gráfico 12: Estructura de
las Competencias.
El
uso de estas matrices, al mismo tiempo que puede hacerse con papel y lápiz, se
facilita a través de una plataforma tecnológica, en que cada profesor elige
competencias, niveles, indicadores y se aplican a los estudiantes que tiene
asignados, según curso y asignatura. La
misma plataforma puede ser utilizada por estudiantes para autoevaluación o
evaluación de iguales, si el profesor lo considera oportuno y da los permisos
necesarios.
Organizar
esta estructura en las competencias específicas facilitaría el proceso de
evaluación, aunque la construcción de matrices se nos antoja que supone un
trabajo añadido para el profesor que, en el actual momento de cambio y de
exigencias para adaptarse a las nuevas condiciones es excesivo. Quienes mejor
conocen las competencias específicas son los profesores que dominan los
distintos contenidos que las integran. Sin ellos, es imposible implementar el
modelo.
En
esta línea trabajan Universidades canadienses y también en España se conocen
algunas experiencias en este sentido que refuerzan la consistencia delas
estrategias de evaluación y las homogeneizan a nivel de claustro de profesores.
2.5.-
Flexibilización de la evaluación
Una
contribución de particular importancia es la progresiva participación del
estudiante en la propia evaluación. Ashford (1989), refiriéndose al ámbito
empresarial, en el que se han reconducido los procesos de gestión de
competencias, subraya la necesidad de desarrollar la capacidad de observarse a
sí mismo y evaluarse de forma coherente comparando sus conclusiones con las de
los demás (jefes, profesores, compañeros). A fin de cuentas, la mayoría de
nuestras actuaciones profesionales, por no decir todas, tienen un sentido social. Es más, las
competencias no tienen sentido si se les priva de su contexto, de su dimensión
social. Las competencias son, por definición,
sociales.
La
auto evaluación es una modalidad muy importante para el desarrollo personal y
profesional. Supone aspectos clave para la madurez humana como son la
autocrítica, el auto conocimiento y auto concepto, la objetividad sobre uno
mismo, la adecuación. La realización periódica de la auto evaluación permite
preguntarse a sí mismo cuáles son los motivos de sus actitudes y
comportamientos.
Hablando en términos de competencias existen algunos aspectos, más allá
de los puramente conceptuales, cuya observación y recogida de información no
están al alcance del profesor. En el nuevo paradigma, el estudiante aprende
también fuera del aula, trabajando con sus compañeros, realizando prácticas
fuera del ámbito universitario.
Debemos
contar con otras fuentes, como pueden ser la del estudiante y la procedente de
compañeros, otros profesores, tutores de prácticas (Villa y Poblete, 2006),
etc. Para la educación del estudiante,
disponer de la opinión de los demás, es importante porque controlará sesgos de
subjetividad y llegará a conclusiones realistas que le ayuden a tener conductas
más adecuadas a las situaciones (Cardona y García-Lombardía, 2005).
En
buena lógica, si el principal movimiento del proceso de convergencia es el
cambio de paradigma de una enseñanza centrada en el profesor a un aprendizaje
centrado en el estudiante y la evaluación se considera imbricada con el
aprendizaje, los procesos de evaluación deben flexibilizarse desde el punto de
vista:
·
de las estrategias,
·
de las técnicas a utilizar,
·
de los intervinientes y
·
de los momentos en que se realiza.
Según
esto, es fundamental el acompañamiento del estudiante en el ámbito individual y
grupal, teniendo en cuenta que reciba información a tiempo (feedback inmediato)
sobre la valoración que se hace en torno a sus avances.
La
evaluación deja de ser sólo un juicio de valor, una nota, para convertirse en
un indicador, a modo de termómetro, del estado de salud del aprendizaje del
estudiante en cada momento que interesa, en primer lugar, al mismo estudiante.
El juicio de valor, que recibirá al final (la nota), estará ajustado al trabajo
que él mismo sabe que ha realizado.
2.6.-
Importancia de la función de tutoría
Una
eficaz labor de evaluación exige el protagonismo del trabajo de tutoría, yendo
más allá de la tutoría tradicional. El “coaching” es una nueva función que
puede enfatizar la labor del profesor, asumiendo un rol más simétrico con el
del estudiante que en una enseñanza más tradicional.
El
profesor como tutor, con esta nueva función, planifica su trabajo (enseñanza) y
“ayuda” a planificar el trabajo del estudiante (aprendizaje); contribuye a
encontrar sentido a la materia que imparte en el contexto experiencial
(background) del estudiante; le hace reflexionar sobre los conocimientos e
intencionalidad de las competencias a desarrollar en el módulo o asignatura;
proporciona recursos para que el estudiante los integre con otros que buscará
en diversas fuentes; orienta el sentido de los conocimientos y experiencias que
va adquiriendo el estudiante para que genere sus propios conocimientos y
convencimientos; facilita la creación de una “cultura“ colegiada de aula en la
que se compartan intereses, conocimientos, pensamientos, experiencias;
participa en la moderación de los debates; sigue y apoya el proceso de
aprendizaje del estudiante; evalúa y orienta en ese proceso.
Sin
una labor en este sentido, es muy poco probable que se dé el desarrollo y
evaluación de competencias y, por tanto, no es posible que se avance en el
camino adecuado que exige el proceso de innovación educativa propuesto.
2.7.-
Algunas conclusiones
1ª)
El ser educador requiere algo más que conocimentos y especialización en una
materia disciplinar. A un profesor sin vocación de educador, le costará
entender y moverse en el nuevo paradigma que plantea el enfoque de la
evaluación de las competencias.
2ª)
La resistencia de los estudiantes suele ser un tópico argumentado en ocasiones.
Dicha resistencia es inversamente proporcional al entusiasmo del profesor. Es
muy diferente notificar a los estudiantes que algo se hace porque “nos obliga
la universidad”, a explicarles los beneficios que van a alcanzar con esta
práctica.
3ª)
Es muy importante desarrollar una actuación colegiada en el proceso de
evaluación, a nivel de curso, de materias, de carrera. De lo contrario, el
estudiante puede acabar desconcertado o, al menos, dudar de la coherencia que
existe en la contribución del profesorado en el desarrollo de su currículum
académico.
4ª)
El profesorado debe admitir como parte de su proceso de mejora profesional la
evaluación de sus planteamientos y prácticas de evaluación. Por ejemplo, no es evaluación por
competencias,
·
Evaluar una o dos veces en un periodo lectivo
(semestre o curso).
·
Considerar conocimientos o prácticas únicamente, a
la hora de evaluar.
·
Utilizar solo una modalidad o técnica de
evaluación.
·
El desconocimiento por parte de los estudiantes
acerca de lo que tienen que hacer o de lo que pueden hacer ante la evaluación,
aparte de sufrirla.
·
Establecerla de una manera asimétrica
(autoritaria), desde el profesor que lo sabe todo hacia el alumno que no sabe
nada. El profesor no debe abdicar de su rol de profesor. Sin embargo, debe
adaptar su estilo al nuevo paradigma.
·
La ausencia de comunicación durante el proceso de
enseñanza-aprendizaje (no vale el “ya he puesto el tiempo de consulta y si no
ha venido es porque no quiere”; “a nadie se obliga a hacer lo que no quiere”;
“no son bebés”).
·
Etc.
5ª)
La integración en la evaluación de otros agentes intervinientes en el proceso
de enseñanza-aprendizaje, además de enriquecer y objetivar el resultado de la
evaluación, hace reflexionar y profundizar en el aprendizaje y prepara a los
estudiantes a prácticas que se realizan cada vez más en organizaciones, que han
introducido la evaluación de 360º.
6ª)
Facilitará sobremanera la labor del profesorado para evaluar competencias, la
organización de grupos reales o virtuales de profesores para el intercambio de
buenas prácticas. Puede ser mediante la creación de grupos de base o de redes
virtuales de intercambio o de jornadas
intra o interuniversitarias.
7ª)
Otra interesante idea es la creación de un Centro de búsqueda, homologación y
difusión de pruebas para evaluar competencias. En la actualidad existen en el
mercado (más bien con orientación a consultorías para su oferta comercial)
“productos”, cuya fiabilidad, evaluación y tipificación son muy dudosas y cuyo
uso en una universidad sería, por lo menos, poco riguroso.
8ª)
El cambio necesario para realizar una evaluación de competencias no tiene
Manual de Procedimientos tipo. Cada institución tiene que hacer su traje a
medida y solamente las prácticas que realizamos nosotros mismos, las que
realizan otros profesionales de la docencia, las acciones de investigación
sobre nuestra propia docencia, con grandes dosis de reflexión, de imaginación y
de osadía nos proporcionarán seguir adelante y tener éxito. El que les deseo a
todos los asistentes a estas jornadas, así como a las instituciones a las que
pertenecen.
No
quiero dejar de manifestar mi convencimiento de que en Chile existe una apuesta seria por el cambio universitario y
que confluyen los intereses más importantes, los políticos que facilitarán el
proceso y los profesionales que lo realizarán.
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