SÍNDROME “BURN-OUT”

 

 

Una modalidad de estrés laboral es el síndrome de "quemado" o "burn-out". Puede presentarse con sintomatología parecida a la descrita en el caso del estrés. Sin embargo, tiene sus peculiaridades.

 

Fue descrito por primera vez por Freudenberger(1974). El burn-out hace referencia a un tipo de estrés laboral generado en profesiones caracterizadas por una relación constante y directa con otras personas. En concreto, se observa en profesiones tales como profesores, maestros, enfermeras, médicos, auxiliares de residencias, atención al cliente, policías, etc. Son todas ellas profesiones que mantienen una relación de ayuda y suponen una relación interpersonal intensa con los beneficiarios del servicio que prestan (García, 1993).

 

El síndrome de burn-out se caracteriza por respuestas de desánimo, de desmotivación y cansancio emocional, como consecuencia de un afrontamiento incorrecto del trabajo asistencial y de las preocupaciones ligadas a él.

 

El burn-out sería la consecuencia de un mecanismo de afrontamiento inapropiado o del fracaso de las respuestas de adaptación a unas demandas que exceden a la capacidad de respuesta del sujeto (Moreno y Oliver, 1993).

 

En suma, se trata de un estado de decaimiento físico, emocional y mental, que se caracteriza por el cansancio, el sentimiento de desamparo, la desesperanza, el vacío emocional, y por el desarrollo de actitudes negativas hacia el trabajo, la vida y las personas (Fines, Aronson y Kafry, 19S1).

 

Los síntomas de agotamiento aparecen de forma gradual y se manifiestan de diversas formas (Asúa y otros, 1989).

 


 

 

 

 


Cambios de comportamiento. A través de una progresiva insatisfacción en el trabajo, de una disminución del rendimiento, de retrasos en el horario, de absentismo y de aislamiento. Como en el caso del estrés pueden adoptarse comportamientos evasivos como el consumo de alcohol, de fármacos, ansiolíticos  e incluso de drogas ilegales.

 

 

Alteraciones emocionales. Se producen como consecuencia de la falta de reconocimiento por su esfuerzo. Todo ello comporta insatisfacción e irritabilidad, con repercusiones en la relación con los compañeros de trabajo e, incluso, con la familia.

 

 

Alteraciones psicofisiológicas. Se manifiestan numerosos problemas somáticos provocados o agravados por e! Estrés. Destacan, entre otros, la somnolencia, las cefaleas, las artralgias, la astenia y las alteraciones digestivas.

 

 

Alteraciones intelectuales. Se produce una disminución de la capacidad de atención y de concentración. También se da una disminución de la capacidad de memoria.

 

Las posibles causas a que se atribuye este síndrome varían, según los autores:

 

ü      El aburrimiento y el estrés (Pines y otros, 1981),

ü      La crisis en el desarrollo de la carrera profesional y las pobres condiciones económicas (Grase, 1980),

ü      La sobrecarga de trabajo y la falta de motivación y estimulación (Weiskopf, 1980),

ü      Una pobre orientación profesional y el aislamiento (Cherniss, 1980).

ü      Las bajas expectativas de refuerzo y las altas expectativas de castigo, así como las bajas expectativas para controlar los modos de conseguir refuerzos positivos en el desarrollo profesional (Meier, 1984).

 

La explicación de por qué son las profesiones asistenciales las más afectadas por este tipo de síndromes está intrínsecamente unida con la etiología del burn-out. Por un lado, son las profesiones asistenciales las que tienen una filosofía más humanista del trabajo.

 

Sin embargo, el choque que experimentan estos profesionales, al encontrar un sistema deshumanizado y despersonalizado al cual deben adaptarse, puede estar determinando, en gran parte, el comportamiento de estos profesionales, de tal forma que la existencia de expectativas poco realistas acerca de los servicios humanos profesionales y la gran diferencia entre expectativas y realidad contribuyan en gran medida al estrés que experimentan (Cherniss, 1980; Kramer, 1974; Moreno y otros, 1991; Stevens y 0'Neill, 1983).

 

Por otro lado, a las profesiones asistenciales se les pide que empleen un tiempo considerable implicándose intensamente con gente que a menudo se encuentra en una situación problemática y donde la relación está cargada de sentimientos de frustración, de temor o desesperación. La tensión o el estrés resultante puede tener un efecto de "desecación" emocional, que deja al profesional con un sentimiento de vacío (Maslach y Jackson, 1981; Moreno y otros, 1991).

 

Edehvich y Brodsky (1980) proponen un modelo progresivo de burn-out compuesto por cuatro etapas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


En la primera etapa, de idealismo y entusiasmo, el empleado tiene una serie de expectativas utópicas de lo que puede conseguir.

 

La segunda etapa, de estancamiento, supone una paralización tras haber comprobado la irrealidad de las expectativas y haber perdido el idealismo y entusiasmo iniciales.

 

La tercera fase, núcleo central del burn-out, es de frustración y desemboca, en

 

La cuarta etapa caracterizada por la indiferencia y la falta de interés. Se instala un sentimiento de vacío que puede manifestarse en forma de distanciamiento emocional, incluso de desprecio.

 

La progresión de este modelo no es lineal; más bien se trata de un modelo cíclico que puede repetirse varias veces de forma que una persona puede completar el ciclo en distintas épocas y en el mismo o en diferentes trabajos (García, 1993).

 

 

Referencias

 

García, M.(1993): El estrés en contextos laborales: efectos psicológicos de los nuevos estresores, en Buendía, J.: Estrés y psicopatología. Pirámide, Madrid.

 

Moreno, B., Oliver, C. Y Aragoneses, A.(1991) El "burnout", una forma específica de estrés laboral, en Buela-Casal: Manual de psicología clínica aplicada. Siglo XXI, Madrid.