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"He
descubierto que cuanto más auténtico puedo ser en la relación, tanto más útil
resultará esta última. Esto significa que debo tener presentes mis propios
sentimientos, y no ofrecer una fachada externa, adoptando una actitud
distinta de la que surge de un nivel más profundo o inconsciente. Ser
auténtico implica también la voluntad de ser y expresar, a través de mis
palabras y mi conducta, los diversos sentimientos y actitudes que existen en
mí.
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Esta
es la única manera de lograr que la relación sea auténtica,
condición que reviste fundamental importancia. Sólo mostrandome tal cual soy,
puedo lograr que la otra persona busque exitosamente su propia autenticidad.
Esto es verdad en el caso de que mis actitudes no me complazcan ni me
parezcan conducir a una buena relación. Lo más importante es ser aunténtico.
La segunda condición reside en el
hecho de que cuanto mayor sea la aceptación y el agrado que experimento hacia
un individuo, más útil le resultará la relación que estoy creando. Entiendo
por aceptación un cálido respeto hacia él como persona de mérito propio e
incondicional, es decir, como individuo valioso independientemente de su
condición, conducta o sentimientos, la aceptación y respeto por todas sus
actitudes, al margen del carácter positivo o negativo de estas últimas, y aun
cuando ellas puedan contradecir en diversa medida otras actitudes que ha
sostenido en el pasado. Esta aceptación de cada uno de los aspectos de la
otra persona le brinda calidez y seguridad en nuestra relación; esto es
fundamental, puesto que la seguridad de agradar al otro y ser valorado como persona
parece constituir un elemento de gran importancia en una relación de
ayuda". (Carl R. Rogers, 1972 El proceso de
convertirse en persona. Paidos: Barcelona. pp. 41) |