Aclaraciones a la Subdelegación de Bilbao
Alexander Iribar (1994)


La carta publicada en la revista Txistulari (1994) 157, 96, firmada por el Delegado de Bilbao y nueve personas más, contiene varios puntos que me gustaría comentar, puesto que, tal como yo lo veo, no se corresponden con la realidad:


1.- No es exacto que dicha carta cumpla, como se dice, con el mandato de la Asamblea (se debe entender de la Asamblea que la Subdelegación de Bilbao celebró el 18-XII-93), puesto que:

  1. Dicha Asamblea acordó protestar oficialmente por el contenido de mi artículo "El txistu en las fiestas de Bilbao" (Txistulari, 155) y por su inclusión en la revista. Esta decisión sólo se ve reflejada en los puntos 1º y 5º de la carta remitida, no en los puntos 2º, 3º y 4º, que deben por tanto entenderse como la opinión particular de los firmantes.
  2. Una nota de la Junta Directiva de la Subdelegación por mandato de la Asamblea ha de ir firmada por el Presidente de esa Junta, que representa a todos los socios, no por algunos de ellos. Así las cosas, ¿de quién es la carta, de todos los socios (representados por el Subdelegado) o de diez personas?

2.- Es sencillamente falso que mi artículo "descalifique de forma descarada al colectivo de txistularis de Bilbao y, encubiertamente, a los de Bizkaia":

  1. Para empezar, yo no descalifico personalmente a nadie, sino que analizo una actividad concreta.
  2. Mi análisis sólo se ciñe a la actuación de los txistularis de Fiestas de Bilbao. Por fortuna, "el colectivo de txistularis de Bilbao" es bastante mayor.
  3. ¿Cómo es posible que alguien pueda ver en mi artículo una descalificación encubierta de los txistularis de Bizkaia? ¿Qué fantasmas de enfrentamientos y de recelos absurdos nublan la percepción de los firmantes de la carta?

3.- No puedo acabar de creer que quien me conozca medianamente pueda pensar que mi artículo anterior estaba escrito "con la idea de causar un gran daño moral".


4.- Varias de las afirmaciones contenidas en el punto 4º necesitan una aclaración:

  1. Nunca se me ha ofrecido la integración en la Junta Directiva de la Subdelegación de Bilbao. Para empezar, la Asamblea nunca ha conocido la composición de la misma, desde la elección del Subdelegado en 1989 (y el caso es que en las Normas de la Subdelegación se establece la obligación de una Asamblea anual, así como la renovación de los cargos). De todas formas, de habérmelo propuesto, no habría aceptado: ¿cómo iba a formar parte de una Junta carente de legitimidad, cuya línea de actuación, para colmo, es opuesta a mis ideas?
  2. Jamás he recibido el apoyo de la Subdelegación de Bilbao para nada de lo que he hecho en estos últimos años. En la carta, sin embargo, se citan dos ejemplos de ese supuesto apoyo: "locales de ensayo y diversas actividades en general". Veámoslos por separado:
  3. Parece mentira que digan que yo no he participado nunca en actividades de la Subdelegación "salvo en esporádicas ocasiones en la Aste Nagusia". No se trata de ponerme medallas, ni es ésta la ocasión para presentar mi curriculum, pero no me resisto a recordar algunas cosillas:

5.- Precisamente porque he participado activamente en la actividad txistulari de Bilbao, en la Academia Municipal de Txistu, en la Subdelegación de Bilbao, y desde luego en la Aste Nagusia, tengo la fuerza moral para escribir como lo hice. Por lo mismo, acepto mi parte de responsabilidad en los errores cometidos (de hecho, quien lea mi artículo anterior con un mínimo de atención podrá advertir que utilizo habitualmente la primera persona del plural).


6.- El que se refieran a mí como dicho "señor" no es precisamente un alarde de buena educación, y sí lo que tanto critican: una descalificación personal.


En fin, entre nosotros puede y debe caber el análisis, la crítica y la discusión, pero nunca la pelea ni el ataque personal. Yo sigo creyendo que mi artículo participaba de esta filosofía, pero no lo veo tan claro con la carta de la Subdelegación. No puedo verlo cuando he tenido que dedicar todos los puntos anteriores a corregir inexactitudes y aun falsedades.

Aunque aún no sé de qué manera he podido hacerlo, por supuesto que lamento –¡cómo no!– haber ofendido a alguien, pero sigo en cualquier caso manteniendo todo lo dicho entonces. Mi intención era y sigue siendo la misma: procurar lo mejor para el txistu. Que la misma intención nos guíe a todos.


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