Análisis fónico de un poema de Juan Ramón Jiménez
Alexander Iribar
Publicado en Letras de Deusto (1997), vol. 27, nº. 74, págs. 189-201


El objeto de las siguientes líneas es analizar el entramado fónico del poema de Juan Ramón Jiménez Noche de Todos los Santos1 desde un punto de vista puramente fónico, para tratar de mostrar cómo la materia sonora de que está construido el texto contribuye por sí misma a acentuar la significación del poema. Nos detendremos particularmente en el estudio del ritmo.

1. Consideraciones previas
2. Análisis fónico
3. Comprobación experimental
4. Conclusiones


1. Consideraciones previas

Antes de entrar de lleno en el objeto específico descrito, conviene establecer algunas características formales del poema. Comenzaremos exponiendo gráficamente el habitual análisis de sílabas, acentos, pausas y tonos en el propio texto, según la edición de GAOS (1983), y de acuerdo con QUILIS (1978):

 [estrofa 1] v. 1
v. 2
v. 3
v. 4
Vién-to-né-gro¯ /-lú-na-blán-ca¯//
Nó-che-de-Tó-dos-los-Sán-tos¯//
Frí-o¯ /-Las-cam-pá-nas-tó-das®
de-la-tié-rra es-tán-so-nán-do¯///
 [estrofa 2] v. 5
v. 6
v. 7
v. 8
El-cié-lo /-dú-ro¯ / Y-su- fón-do //
dá un-a-zúl-i2-lu-mi-ná-do®
de a-bá-jo / al-ro-màn-ti-cís-mo®
de-los-sé-cos-cam-pá-na-rios¯ ///
 [estrofa 3] v. 9
v. 10
v. 11
v. 12
Fa-ró-les¯ /-fló-res¯ /-co-ró-nas¯ //
cam-pá-nas-que es-tán-do-blán-do¯ //
Vién-to-lár-go¯ /-lú-na-grán-de¯ //
nó-che-de-Tó-dos-los-Sán-tos¯ ///
 [estrofa 4] v. 13
v. 14
v. 15
v. 16
Yó-voy-muér-to /-por-la-lúz®
á-gria-de-las-cá-lles¯ /-llá-mo®
con-tó-do el-cuér-po a-la-ví-da¯ //
quié-ro-que-me-quié-ran¯ /-há-blo®
 [estrofa 5] v. 17
v. 17
v. 17
v. 20
A-tó-dos-los-que-me han-hé-cho®
mú-do¯ / y-há-blo-so-llo-zán-do¯ //
ró-ja-de a-mór-es-ta-sán-gre®
des-de-ñó-sa-de-mis-lá-bios¯ ///
 [estrofa 6] v. 21
v. 22
v. 23
v. 24
Y-quié-ro-se-r ó-tro¯ / y-quié-ro®
te-nér-co-ra-zón¯ /-y-brá-zos®
in-fi-ní-tos¯ /-y-son-rí-sas®
in-mén-sas¯ /-pa-ra-los-llán-tos®
 [estrofa 7] v. 25
v. 26
v. 27
v. 28
a-qué-llos-que-die-ron-lá-gri-mas®
por-mi-cúl-pa¯ /-pe-ro® / a-cá-so //
pué-de ha-blár-de-sus-ro-sá-les //
un-co-ra-zón-se-pul-tá-do¯ ///
 [estrofa 8] v. 29
v. 30
Co-ra-zón¯ /-es-tás-bien-muér-to¯ //
Ma-ñá-na es-tu a-ni-ver-sá-rio¯
 [estrofa 9]  v. 31
v. 32
v. 33
v. 34 
Sèn-ti-mèn-ta-lís-mo¯ /-frí-o¯ //
La-ciu-dád-es-tá-do-blán-do¯ //
Lú-na-blán-ca¯ /-vién-to-né-gro¯ //
Nó-che-de-Tó-dos-los-Sán-tos¯ ////

Noche de Todos los Santos es un poema isosilábico formado por 34 versos simples de arte menor, concretamente octosílabos. En cuanto a la acentuación, 18 versos son trocaicos, 5 dactílicos y 11 mixtos. La rima aparece sólo en los versos pares y es asonante y paroxítona. Concretamente, la rima es a-o, muy utilizada en la tradición literaria.

Noche de Todos los Santos presenta una clara división estrófica: se trata de estrofas isométricas formadas por cuatro versos, que riman de acuerdo al esquema _ a _ a. La estrofa es, pues, una cuarteta asonantada o tirana, de carácter popular. La división estrófica presenta ciertas irregularidades. En primer lugar, es normativo que cada estrofa posea su estructura sintáctica determinada y su propio significado completo, que coincida con la pausa; esto no ocurre, sin embargo, entre las estrofas 4 (versos 13 a 16) y 5 (versos 17 a 20), ni entre las estrofas 6 (versos 21 a 24) y 7 (versos 25 a 28). Este encabalgamiento reduce la pausa estrófica, o más bien la anula, de modo que se produce una aceleración del ritmo. Por otra parte, esta séptima estrofa está partida en su segundo verso, no sólo desde el punto de vista semántico, sino también gráficamente (nueva línea, puntos suspensivos);3 por tanto, si se había dado una aceleración del ritmo desde la cuarta estrofa, ésta finaliza bruscamente en el segundo verso de la estrofa séptima. Otra irregularidad estrófica es, sin duda, esa octava estrofa de tan sólo dos versos, que no trataremos aquí puesto que rebasa los intereseses de este pequeño estudio.4

De los cuatro tipos de pausa señalados en el poema, interna, versal, estrófica y final de poema, sólo las tres últimas son obligatorias. Sin embargo, en nuestro caso no hemos señalado pausa estrófica en las estrofas 4 y 6 (versos 16 y 24) ni pausa versal en los versos 3, 6, 7, 14, 17, 19, 21, 22, 23 y 25, debido al fenómeno del encabalgamiento.5 En cuanto a la pausa interna, presentan el fenómeno 17 versos (1, 2, 5, 7, 9, 11, 14, 16, 18, 21, 22, 23, 24, 26, 29, 31, 33); son, pues, versos pausados. Tres de ellos (5, 9, 26), además, presentan dos pausas, es decir, son polipausados. Los restantes 17 versos son impausados.

La posición de las pausas juega un papel muy importante en el establecimiento del ritmo, partiendo del hecho indiscutible de que toda pausa retarda el ritmo.

Las tres primeras estrofas tienen pausa versal, salvo los versos 3, 6 y 7, y una abundante pausa interna: cuatro versos pausados (1, 3, 7, 11) y dos polipausados (5, 9). Esto hace que el ritmo sea lento.

A partir de la cuarta estrofa, el ritmo se acelera. Se producen encabalgamientos en los versos 13, 14, 16, 17 y 19. La aceleración llega a su punto culminante en la estrofa sexta, en la que no hay ninguna pausa versal, ni tan siquiera la pausa estrófica. Además, el retardo que supone la pausa interna de estos cuatro versos (y la de los versos 14 y 16) contribuye a entrecortar el ritmo, a hacerlo agitado, además de su necesaria función equilibradora (no puede formarse un solo grupo fónico con una estrofa entera de cuatro versos).

La regresión comienza en la estrofa séptima. En el primer verso se advierte un encabalgamiento, pero en el siguiente –verso 26– hay una clara ruptura, que incluso se marca gráficamente (línea partida, puntos suspensivos). Una nueva pausa interna y la ya sistemática pausa versal afianzan de nuevo un ritmo lento, que las dos últimas estrofas mantendrán, ayudadas por nuevas pausas internas (versos 29 y 33).


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2. Análisis fónico

El objeto de este apartado es encontrar funciones significativas en el tejido fónico-acústico del texto. Podemos partir de un cuadro general de distribución fonemática, con las siguientes características:

F O N E M A S
VocalesExplosivas orales Explosiv. nasalesAfric. FricativasLíquidas
/i/ /e/ /a/ /o/ /u/  /p/ /t/ /k/ /b/ /d/ /g/ /m/ /n/ /N/ /ɲ/ /ʧ/ /f/ /s/ /θ/ /x/ /j/ /ɾ/ /r/ /R/ /l/
Estrofas 3712121622 510560119 0000125
579111121 603330016 3102160
1711131432 530460129 0003026
5911105263 313110002 1033036
3910130212 714121109 1111113
1167111431 0013500110 2017111
391195071 412030008 1015125
35740312 002301004 1002020
579110613 512360117 2002005
TotalN 4164879416 11282617 35717233324664 11262551337
% 13'521'128'831'15'3 2'97'56'94'5 9'41'84'56'18'80'51'01'617'2 2'90'51'66'71'33'49'9

La proporción entre el número de vocales y consonantes queda reflejado en el siguiente cuadro:

Estrofas Total
VocalesN 3533333836353721 34302
%42'6845'2139'76 48'7247'3745'4544'5848'8443'04   44'81
ConsonantesN 4740504040424622 45372
%57'3254'7960'24 51'2852'6354'5555'4251'1656'96   55'19

Las vocales suponen el 44’81 % del total de los fonemas del texto, unos tres puntos menos que el 47’57 % que calcularon QUILIS-ESGUEVA (1980) para el español hablado. La proporción entre vocales y consonantes no varía excesivamente de una estrofa a otra (del 39’76 % al 48’84 %), pero sí lo hace de una manera que recuerda la distribución rítmica señalada en el análisis de las pausas: en las tres primeras estrofas, de ritmo más lento, el porcentaje de vocales es ligeramente menor que en las tres siguientes, en las que el ritmo, según veíamos, se acelera. De las tres primera estrofas, la segunda es la de mayor proporción vocálica, y la tercera, la más claramente consonántica; de esta manera, el contraste es más claro con ese 48’72 % de la cuarta estrofa.

Más llamativa es la distribución vocálica en cuanto a los rasgos [grave] y [agudo] (recordemos que /o/ y /u/ son [+grave, -agudo], /i/ y /e/ son [-grave, +agudo] y /a/ es [-grave, -agudo]). Su proporción se muestra en el cuadro siguiente:

Estrofas Total
Agudas% 28’5736’3624’2436’8433’3348’57 32’4338’1035’2934’77
Medias% 34’2927’2733’3328’9528’9520’00 29’7333’3326’4728’81
Graves% 37’1436’3642’4234’2138’8931’43 37’8428’5738’2436’42

Llama de inmediato la atención la altísima proporción de vocales graves (fundamentalmente /o/). Efectivamente, QUILIS-ESGUEVA (1980) señalan unos porcentajes del 46’36 % para las agudas, 25’63 % para la media y 28’00 % para las graves. La diferencia observada entre las proporciones del poema y las correspondiente al español hablado es, desde luego, significativa, y su función parece clara: conseguir un tono más grave para el poema, acorde con el tema que trata. Por otra parte, se da nuevamente una cierta distribución a lo largo de las estrofas de acuerdo con los parámetros de ritmo ya descritos, puesto que la proporción media de las vocales graves es aún mayor en las tres primeras estrofas (38.61 %) que en las tres siguientes (34.86 %), y también en esta ocasión se da el contraste mayor entre las estrofas tercera y cuarta (42.42 % frente a 34.21 %).

Centrémonos ahora en las consonantes. La proporción que guardan en el poema no difiere en principio excesivamente de la establecida por QUILIS-ESGUEVA (1980). En el cuadro de las distribuciones de los fonemas consonánticos aparecen ordenadas de más a menos según su porcentaje de aparición en el poema (fila J.R.); debajo aparece el porcentaje señalado por QUILIS-ESGUEVA (1980) (fila Q.-E.):6

/s//l//d//N//t//k//ɾ//n//b//m/ /R//p//θ//g//f//j//r//ʧ/ /ɲ//x/
J.R. 17'29'99'48'87'56'96'76'14'5 4'53'42'92'91'81'61'61'31'00'50'5
Q.-E. 15'88'08'69'28'67'66'25'3 4'55'83'65'22'72'31'01'50'80'70'41'0

En términos generales, la distribución consonántica del poema es, por así decir, normal, hasta el punto de que el coeficiente de correlación entre las dos columnas del cuadro alcanza el valor de 0’96 sobre un máximo de 1’00.7 No obstante, pueden señalarse algunas diferencias: en el poema se utiliza algo más la /s/ y las alveolares /l/ y /d/; por el contrario, aparecen menos las explosivas orales /p/, /t/, /k/; las nasales obtienen un porcentaje similar, aunque la proporción entre /n/ y /N/ varía de uno a otro caso. Es decir: en el poema se priman los elementos con el rasgo [+continuo] frente a los que poseen el rasgo [-continuo].8

Como hasta ahora, también los elementos consonánticos guardan relación con la estructura rítmica señalada ya desde el análisis estrófico y pausal. Veámoslo estrofa por estrofa:

En la primera estrofa predominan la /n/ y la /s/ (11 y 9 apariciones, respectivamente, si sumamos /n/ y /N/), es decir, dos elementos con el rasgo [+ continuo]. Tan sólo hay un elemento [-continuo], /t/, con una cierta representación. La /s/ posee en principio mayor duración que otros muchos elementos consonánticos.9 Por otra parte, en el caso de la /n/, se trata casi siempre de posiciones implosivas, que facilitan el alargamiento: viento, blanca, Santos, doblando, sonando; debe unirse también aquí el ejemplo de campana. La utilización de estos fonemas contribuye, pues, a retardar el ritmo.

En la segunda estrofa no puede señalarse tan claramente la primacía de unos sonidos sobre otros. Encontramos no obstante nasal implosiva en dos ocasiones: fondo y romanticismo, al que ha de unírseles, como antes, la forma campanario; también aparece la interdental en tres ocasiones (en ninguna otra estrofa llega a ese número), que, como la /s/, posee una gran duración.10 De todas maneras, no parece ser tan decidida como en la estrofa anterior esa contribución de la materia sonora al establecimiento de un ritmo lento; parece que se da, por tanto, una cierta aceleración, aunque no se rompa con el ritmo lento o tranquilo. En otro orden de cosas, merecen citarse dos pequeñas aliteraciones, cuya posible significatividad en el asunto analizado es incierta: azul iluminado y los secos.

La tercera estrofa repite las características de la primera. Otra vez son /n/ (10 apariciones sumando /n/ y /N/) y /s/ (9 apariciones) los fonemas más recurrentes. Anotamos los siguientes casos de nasal implosiva: campanas, están doblando, viento, grande y Santos. Los sonidos, pues, vuelven a ejercer un efecto retardador sobre el ritmo.

En la cuarta estrofa se registra un cambio. La nasal y la sibilante, que habían prevalecido hasta el momento, pierden su preponderancia (dos apariciones de cada una), mientras que se cuentan hasta seis apariciones de /k/, el mismo número que la lateral y la vibrante (considerando también /R/). Aparecen, pues, dos elementos preponderantes con el rasgo [-continuo]: /k/ y /r/. No encontramos ya [n+cons.], sino [r+cons.] (muerto y cuerpo), secuencia que favorece el reforzamiento de la articulación, puesto que posibilita la aparición de la vibrante múltiple. Aparece asimismo la palatal /j/ (también se repiten más las vocales palatales, como veíamos). Con todo ello, parece que la articulación se refuerza y acelera.

En la quinta estrofa se produce otro cambio, puesto que vuelve a predominar la /s/ (9 casos) y la /d/ (7 casos). La /k/ y la /r/ de la estrofa anterior sólo aparecen en total en cuatro ocasiones. Además, se repite el procedimiento ya comentado de nasal implosiva en sollozando y sangre. Por tanto, puede concluirse que la aceleración de la estrofa anterior queda suspendida en esta quinta estrofa. En otro orden de cosas, debe anotarse la lograda aliteración esta sangre desdeñosa de mis labios.

En el análisis pausal habíamos concluido que las tres primeras estrofas eran de ritmo lento, y que la aceleración iniciada en la estrofa cuarta continuaba sin interrupciones hasta la sexta. Ahora hemos encontrado nuevos matices: el ritmo lento de las tres primeras estrofas se acelera un tanto en la segunda; de igual manera, el ritmo rápido de las siguientes tres estrofas se decelera un tanto en la quinta.

En el análisis pausal habíamos concluido, además, que la estrofa sexta suponía la cima de la aceleración, que cesaba en la pausa del segundo verso de la estrofa séptima. El análisis fónico corrobora en parte tal afirmación, y añade nuevos matices. Consideremos los dos primeros versos de la sexta estrofa: el elemento más recurrente es la vibrante (7 apariciones), cuyo efecto reforzador de la articulación ya habíamos observado en la estrofa cuarta; tras ella, el elemento más común es la explosiva sorda /k/; apenas si aparece un par de casos de nasal y otro tanto de sibilante; no se cuenta más que un solo ejemplo de implosiva, y no es con nasal sino con vibrante. Sin embargo, en los dos últimos versos se emplea con abundancia la nasal implosiva: infinitos, sonrisas, inmensas y llantos. La novedad, pues, o el matiz que aporta el análisis fónico es la observación de que la pausa del verso 26 de la siguiente estrofa no es el único medio por el que se corta la aceleración, sino que, antes bien, dicha aceleración ya se venía frenando por acción de los sonidos desde el verso 23.

En la séptima estrofa se produce la pausa tal vez más importante de todo el poema, como había quedado dicho. Sin embargo, la tónica del entremado fónico sigue siendo la misma que en las estrofas anteriores, con la primacía de los elementos [-continuo]: 7 casos de /k/, otros tantos de /r/ (sumando /r/ y /R/) y 5 de /p/. Como contrapunto a estos elementos, y además de las 8 apariciones de /s/, pueden contarse tres ejemplos más de nasal implosiva producidos por fonosintaxis: dieron lágrimas y un corazón sepultado. Parece, pues, que el resultado de todo ello es, en el nivel analizado, de un cierto equilibrio.

En la octava estrofa –estrofa excepcional, por otra parte– no se observan especiales efectos en cuanto a la utilización de los sonidos.

En la novena reaparecen los mismos procedimientos que en la primera: predominio de la nasal (9 apariciones) y de la sibilante (7 apariciones); presencia de la interdental en ciudad; nasal implosiva en sentimentalismo, doblando, blanca, viento, Santos. Nótese con respecto a la primera estrofa que aparece la palabra sentimentalismo, donde se agrupan tres ejemplos implosivos más dos sibilantes, esto es, una voz claramente retardadora, que está situada además al comienzo de la estrofa, como para marcar claramente el retorno al ritmo primero.

En resumen, parece bastante claro que la distribución fonemática contribuye a crear efectos de ritmo. Ritmo lento en las primeras tres estrofas, con una ligera aceleración en la segunda; ritmo acelerado desde la estrofa cuarta, con una deceleración en la quinta y una mayor aceleración en la sexta, que va remitiendo en su segunda mitad hasta la pausa del verso 26; por último, la estrofa novena repite los procedimientos de la primera. El efecto fonemático sobre el ritmo coincide, pues, con algún matiz, con el de las pausas.

Finalmente, merece destacarse un aspecto concreto en las estrofas primera y novena. Consideremos el primer verso: Viento negro, luna blanca, compuesto por sintagmas iguales repetidos [sustantivo+adjetivo]. El posible efecto negativo de una repetición tan consecutiva se ve contrarrestado en cierta medida por la colocación a modo de quiasmo de la secuencia de nasal implosiva (y, consiguientemente, de la nasal intervocálica):

En el verso 33 se ha intercambiado la posición de los sintagamas, pero el efecto fónico es el mismo:


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3. Comprobación experimental

En el análisis anterior se han manejado una serie de hipótesis que carecen de comprobación suficiente, al menos para el español, referidas fundamentalmente a las duraciones de los elementos fónicos. Para examinar estas cuestiones, se ha realizado una pequeña prueba experimental. En primer lugar, se ha preparado un cuestionario con sintagmas extraídos del poema, que trata las siguientes cuestiones:

  1. ¿Es la nasal implosiva más larga que la no implosiva? Para ello el cuestionario incluye 18 nasales implosivas (vieNto negro; luna blaNca; estáN sonaNdo; caNpanarios; estáN doblaNdo; caNpanas y coronas; coN todo el cuerpo; saNgre desdeñosa; soNrisas iNmeNsas; tener iNfinitos; para los llaNtos; seNtimeNtalismo; uN corazón) y 11 nasales no implosivas (viento Negro; luNa blanca; están soNando; campaNarios; campaNas y coroNas; teNer corazón; teNer infiNitos; MañaNa y Noche).
  2. ¿Son /s/ y /ts/ más largos que otros fonemas? Para responder a esta cuestión se medirán las duraciones de todos los elementos aparecidos en el cuestionario.
  3. ¿Qué efecto pueden causar para el asunto tratado las pequeñas aliteraciones azul iluminado y los secos?

El cuestionario completo consta por tanto de 24 ítemes (los señalados anteriormente, más algunos otros que cubran suficientemente el inventario fónico). Ha sido leído por 3 informantes (dos hombres y una mujer, de edades comprendidas entre los 35 y los 45 años, y de nivel cultural medio-alto). Se han medido las duraciones de todos los elementos consonánticos con ayuda del sonógrafo KAY DSP 5500, y los datos numéricos han sido procesados con el programa estadístico SPSS. Las duraciones medias obtenidas (en milisegundos) aparecen en el siguientes cuadro de duraciones consonánticas:

/ʧ//θ//s//j//k//p//f//t//N//r/ /m//ɲ//n//l//R//b//d//ɾ/ /g/
Msegs. 137'61029087'584'383'881'174'7 7167'366'564'660'554'953'450'343'241'241'1

De acuerdo con los datos, puede señalarse lo siguiente:

La apical /s/ y la interdental son, efectivamente, dos elementos de considerable duración. De hecho, no hay ningún elemento [+continuo] de mayor duración y sólo son superados por la africada, de articulación compuesta.

La nasal implosiva es significativamente más larga que la no implosiva. Además, el elemento posterior a la nasal es casi siempre más breve que su respectivo valor general, como puede observarse en la siguiente tabla:

Tras
nasal
Valor
general
% del valor
general
[f]90’3381’12111’35
[s]86’0090’0295’53
[m]58’3366’5287’69
[d]35’3343’2781’65
[t]59’6174’7579’75
[p]66’6683’8879’47
[k]65’8384’3378’06
[g]21’3341’1151’89

La diferencia es significativa en casi todos los elementos, y se ordena de acuerdo al rasgo [continuo]. Así, la diferencia es menor en los casos de los [+continuo] /f/, /s/ y /m/ (e incluso de sentido contrario en el primero de estos elementos) y aumenta en el resto de los casos (todos con el rasgo [-continuo]). Es decir, en los grupos heterosilábicos con nasal inicial se produce un significativo alargamiento de los elementos [+continuo] y un acortamiento, también significativo, de los elementos [-continuo].

En cuanto a las mini-aliteraciones estudiadas, puede señalarse lo siguiente: las laterales de azul iluminado son algo más largas que la media (56’17 mseg. frente a 54’92 mseg.). En el caso de los secos se forma una sola /s/, de una duración notablemente mayor que la media (137’00 mseg. frente a 90’02 mseg.).


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4. Conclusiones

  1. Las pausas métricas permiten establecer una estructura en el poema desde el punto de vista rítmico.
  2. La proporción en la distribución vocal/consonante y la proporción en la distribución vocal grave/no grave son también indicadores de la estructura del poema.
  3. En el vocalismo, se produce un significativo desequilibrio a favor de las vocales graves.
  4. El inventario consonántico favorece los elementos continuos frente a los discontinuos. Muy especialmente, la utilización de los elementos continuos, y de ciertas agrupaciones consonánticas favorecedoras del alargamiento, se produce de manera acorde con la estructura rítmica ya señalada.
  5. De manera general, puede sostenerse que el análisis de los elementos del plano fónico permite establecer una clara división estrucural en el poema, de carácter fundamentalmente rítmico, que posteriores análisis de otros planos o niveles (morfosintáctico –distribución de sustantivos, adjetivos y verbos–, estilístico –con las llamadas sugestiones del significante–, semántico –ambiente, yo poético, etc.–) corroborarían. Por tanto, la materia sonora del poema resulta significativa por sí misma.

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Notas

1 El poema "Noche de Todos los Santos" aparece ya desde la Segunda Antolojía como procedente de Jardines Lejanos, concretamente de “Jardines Místicos”, aunque, de hecho, no apareciera en la primera edición de Jardines Lejanos (1904).
2 El silabeo más probable de esta secuencia no es a-zul-i-lu, sino a-zu-li-lu. Sin embargo, en este caso, y en todos los similares que aparecen en el poema, hemos optado por la primera de las transcipciones, para una mayor claridad.
3 Véase esta cuestión en la edición citada de GAOS (1983, 75).
4 El poema sigue la forma de romance dispuesto en cuartetas. En su larga historia, el romance aceptó diversos ornatos, entre los que deben señalarse el estribillo y la copla añadida. Ninguno de ellos, sin embargo, se acomoda exactamente aquí: no es estribillo porque no se repite cada una o dos cuartetas, sino que sólo aparece una vez, aunque sí posee, como es preceptivo, la misma rima que el resto del poema; tampoco se trata de una copla añadida porque no va al final, aunque podría argüirse que la última estrofa no es más que una repetición de la primera y que por tanto nos hallamos ante el auténtico final. En cualquier caso, parece que nos encontramos ante un procedimiento originial del poeta, que refunde, gracias a la ductilidad demostrada por la forma empleada, dos procedimientos tradicionales de ornato en uno solo, de marcada significación estructural.
5 El encabalgamiento sitúa en dos versos distintos a dos partes de un sirrema (QUILIS:1978, 74). Se produce de esta manera una especie de dilema, pues si consideramos el sirrema no hacemos la pausa versal obligatoria, mientras que si realizamos esta última despreciamos entonces el sirrema. Semejante desajuste es el que produce el efecto significativo del encabalgamiento. En este caso, hemos optado por no marcar la pausa versal, puesto que posee una alta significatividad en el poema, como se verá.
6 QUILIS-ESGUEVA (1980) sí consideran los archifonemas /B/, /D/, /G/, y distinguen, lógicamente, entre palatal lateral y mediopalatal. Para unificar sus datos a los nuestros, hemos efectuado los ajustes correspondientes.
7 La prueba estadística realizada es la conocida R de Pearson (véase, por ejemplo, ÁLVAREZ:1994).
8 El fonema /d/ puede realizarse con uno u otro valor de la oposición. Sin embargo, en el texto aparece en unas posiciones que favorecen su realización aproximante (esto es, [+continua]); concretamente, en 26 ocasiones (las tres cuartas partes del total) aparece en posición intervocálica.
9 Esta cuestión de la cantidad consonántica en español está muy poco estudiada, hasta el punto de que la referencia obligada continúa siendo NAVARRO TOMÁS (1918), quien señala para la /s/ una duración de 123 mseg. (el elemento más largo de su lista dura 135 mseg. y el más breve, 25 mseg.).
10 Una duración de 117 mseg. según NAVARRO TOMÁS (1918).

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Referencias

ÁLVAREZ, M. (1994): Estadística, Bilbao, Universidad de Deusto.

BAHER, R. (1973): Manual de versificación española, Madrid, Gredos.

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