Cultura Vasca
Tema 5.6: El Txistu
La Ilustración


En el s. XVIII, la Ilustración suministrará la base ideológica para una verdadera revolución en el mundo de la flauta y el tamboril en el País Vasco.




En el s. XVIII, la hegemonía de la clase dominante se muestra en lo cultural, tanto o más que en lo económico.

[…] un teatro hegemónico, estudiado y complicado, un papel teatral para el cual los grandes eran preparados durante su infancia y que luego mantenían hasta la muerte.
(Thompson, Costumbres en común, 1995)
La danza y la música forma parte de ese teatro, junto con la manera de hablar (y el idioma), el bautizo, la tumba, la vivienda, la indumentaria, etc.

En el País Vasco, sin instituciones provinciales fuertes (salvo en Navarra), los cargos municipales fueron concentrándose en una élite cada vez más poderosa (las condiciones para ser munícipe eran cada vez más exigentes).

La hegemonía se muestra, entre otras cosas, mediante la danza. La relación entre la autoridad municipal y la danza pública se estrecha.

En la danza, hay una separación clara entre las clase sociales: veladas y saraos vs. danza pública en la plaza (el tamboril se encarga de la danza pública; de los saraos… según el presupuesto).

Vaya la juventud mezclada a bailar a un gran salón, donde no hay Alcalde, ni Regidor, ni aun tamborilero, que pueda zelar. Puede ser que haya algún ciego que taña el violín...
(P. Palacios, 1791)
  Tres o cuatro veces al año os llevan a tocar en sitios cerrados esas danzas extranjeras...
(Iztueta, 1824)

Este orden social y económico no era, lógicamente perfecto. Con cierta frecuencia, se produjeron revueltas:

Orduña (1688): aurresku subversivo por parte del cabildo catedralicio   Azpeitia (1766): los sublevados desfilan desafiantes con pífano y tambores. Más tarde, "guiando el Sr. Correxidor una danza con infinidad de gentes de todas clases, divirtió a los necios que se pagaban de verse admitidos en una misma danza (F. de Pinedo, 1974).
Donostia (1766): [con la bajada del precio del trigo] quedó el pueblo muy contento, y para darle más satisfacción formaron una danza con tamboriles, compuesta por caballeros y marineros, guiándola uno de éstos para hacerles más estimación; de esta suerte anduvieron por todas las calles hasta la noche acompañados de los dos alcaldes, de cuyas casas al pasar por ellas sacaron refrescos de vinos generosos. Esto de acompañar la danza los alcaldes nunce se ha visto; pero, en esta ocasión mandaba el miedo y no ellos (Otazu, 1982).

Esta utilización de la danza (y del tamboril) sólo sería posible si gozaban de una altísima estima social.

El pensamiento ilustrado genera el conocido Despotismo Ilustrado.

En España, la Razón ilustrada se fusiona con la religión católica.

Hay otra razón para explicar el interés ilustrado por la danza: la Naturaleza (Rousseau).

La idea de una música natural genera un movimiento en toda Europa la moda pastoril.

La moda pastoril y el Tambourin

La Real Sociedad Bascongada de Amigos del País encarna la Ilustración en el País Vasco.

La labor de esta élite ilustrada explica el innegable peso de la música clasicista en el acervo popular (y en el repertorio de los tamborileros, repleto de contrapases y minuetos).

Aparecen los tamborileros letrados, contra los que más tarde clamará Iztueta (1824)

Pueblo y aristocracia ilustrada. Dos mundos en relación, en cierto, pero dos mundos separados y con fuerzas desiguales. Los ilustrados, integrantes en su casi totalidad de la clase privilegiada, imitarán a unas clases populares a las que considerarán paradigma de naturalidad, pero ocupándose a la vez de mantener la suficiente distancia frente a ellas como para manter su posición de poder. Y ello sin olvidarse de educarlo, ya que este pueblo seguía siendo irracional, inculto y supersticioso.
(Sánchez Ekiza, 2000)


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Alexander Iribar >> Cultura Vasca >> El Txistu
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