"Quand nous fûmes à la montée
Saint-Adrien est appelée
Il y a un hôspital fort plaisant
Oû les pèlerins qui y passent
Ont pan et vin pour leur argent".
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Micala Portilla, comenta a propósito de este túnel: "Las guías de peregrinos, como la de la Cofradía de Senlis, avisaban de las dificultades del puerto".
También lo hacía la cartografía de la
época. Janssonius en su "Nuevo Atlas o Teatro del Mundo" dice que "es
muy áspero y difícil para los caballos" y añade que los
viajeros querían dejar huella de su paso por él: "Los passageros
suelen aquí esculpir su nombre sobre gruessas piedras o peñas,
por lo qual se hallan muchos nombres gravados con la data del año en que
pasaron por la aspereza de estos montes".
Comenzó a utilizarse a lo largo de los siglos XI y XII, cuando Navarra y Castilla pugnaban por extender sus límites y poder hacia Guipúzcoa y Álava.
A partir del siglo XIII, tras la integración de Álava y Guipúzcoa en Castilla, pasa a ser el entronque directo entre Castilla y Europa. En una carta patente de Felipe IV en 1644 se lee "por sus puentes, caminos y puerto se pasa para ir destos reinos a los de Francia, Estados de Flandes y Alemania". (Portilla 1991, p.33)
Sin embargo su importancia decrece a partir de ese siglo, el XVII. J.C. Santoyo recoge una cita de 1612 que dice: "el paso de San Adrián sólo es bueno para gentes de a caballo y a pie, porque el camino de carrozas que sale de Vitoria va por Salinas, Mondragón, Oñate y Villareal".