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El telescopio 'Hubble' ajusta la edad del universo en torno a 14.500 millones de años

Las estimaciones anteriores a este instrumento oscilaban entre 10.000 y 20.000 millones de años

ALICIA RIVERA, ENVIADA ESPECIAL, Baltimore
El universo comenzó en una gran explosión hace unos 14.500 millones de años. Ésta es la edad que las observaciones realizadas con el telescopio espacial Hubble indican, según las conclusiones presentadas ayer por los equipos de astrónomos que realizan las medidas clave para establecer cuándo empezó el cosmos y cómo es de grande. La cuestión no está zanjada, pero la opinión general entre los expertos asistentes al simposio científico con ocasión del décimo aniversario del famoso telescopio es que a partir de ahora fijar la edad del universo deja de ser una cuestión fundamental, o de moda, de la cosmología.


'La constante
de Hubble'
Los dos equipos de esta investigación, que han cuantificado el parámetro clave -la constante de Hubble- para determinar la edad del cosmos, difieren ahora sólo en aproximadamente un 10% en el valor de esta constante, según explicaron ayer en el Instituto Científico del Telescopio Espacial (STScI), en Baltimore, una diferencia mucho menor que hasta hace pocos años. En cuanto a la edad del universo, antes del telescopio Hubble, sólo se podía acotar entre 10.000 millones y 20.000 millones de años.

Establecer el valor de la constante de Hubble era objetivo prioritario del telescopio espacial del mismo nombre y los resultados obtenidos por los dos grupos de astrónomos (para unos ese valor es casi 60 y para otros 70) permiten prácticamente poner el sello de misión cumplida. La atención ahora parece desplazarse hacia la supuesta e inesperada aceleración de la expansión del universo, de la que se han encontrado indicios en los últimos años.

Mil millones más o menos

"Con una constante de Hubble de 60, que es nuestro resultado, la edad del universo está en alrededor de 15.500 millones de años", afirma el veterano Gustav Tamman (Instituto de Astronomía de Basilea, Suiza) y líder oficial de uno de los equipos, en el que está también otro gran veterano, y célebre astrónomo: Alan Sandage. Con una constante de Hubble de 70, la edad del cosmos se rebaja a 13.500 millones de años. Este resultado es el que ha obtenido el otro grupo, el dirigido por Wendy Freedman, pese que ayer dejó caer que recientes datos aún preliminares podrían aumentar ese valor de la constante hasta más de 70.

Haciendo la media, "con una constante en torno a 65, tenemos un universo de 14.500 millones de años", comentó el italiano Duccio Macchetto, del grupo de Tamman, señalando la consistencia de este resultado, ya que otros trabajos presentados en el simposio del STScI sobre la edad de las estrellas más viejas encajarían con esa antigüedad del universo. Un grave problema que había planteado hace unos años el grupo de Freedman era que con una constante de Hubble mayor -por tanto, una edad del universo considerablemente menor- que ellos obtenían en las primeras observaciones, resultaba que las estrellas más viejas serían anteriores al cosmos que las contiene. Algo evidentemente absurdo. Ahora, con estrellas de 13.000 millones de años o incluso de 15.000 según otro método (con una incertidumbre de más/menos 3.500 millones de años), según datos presentados en el simposio, y una edad del universo de 14.500 millones de años, las cosas cuadran casi satisfactoriamente, comentó Macchetto.

Claro que, para complicar más las cosas, los astrofísicos tienen en cuenta en estas cifras un posible efecto de aceleración de la expansión del universo, elemento relativamente reciente en cosmología desde el punto de vista observacional, que significa que el universo es más viejo de lo que se creía, puesto que en el pasado reciente se habría estado expandiendo más despacio que ahora.

Varas de medir

En realidad, los astrónomos no han medido la edad del universo sino distancias cosmológicas, -con varas de medir establecidas a partir de determinadas estrellas (cefeidas) y supernovas (tipo I-a)- que permiten calcular el valor de la constante de Hubble, a partir de la cual se puede estimar, con cierta incertidumbre, cómo es de viejo el cosmos. Fue el célebre astrónomo estadounidense Edwin Hubble quien, en los años veinte, descubrió no sólo que el universo está en expansión y que todas las galaxias se alejan unas de otras, sino también que cuanto más lejos está una galaxia del observador mayor es la velocidad aparente a la que se aleja.

La constante de Hubble relaciona precisamente la distancia de las galaxias y velocidad de recesión de las mismas respecto al observador. En principio conociendo la tasa de expansión del universo se puede determinar cuándo empezó este, es decir, cuánto tiempo ha transcurrido desde la gran explosión inicial que desencadenó la expansión observada.

Agujeros negros en las galaxias y el objeto más lejano

A. R., Baltimore
Los agujeros negros, esos monstruos cósmicos que devoran todo lo que cae en ellos y de los que no escapa ni la luz -por eso son negros- han dejado de ser unos hipotéticos objetos raros en el universo. Debe haber agujeros negros masivos en el centro de prácticamente todas las galaxias, explicó el astrofísico italiano Duccio Macchetto en el simposio del Hubble. Los datos obtenidos con ese poderoso telescopio espacial así lo muestran.

No es que los expertos hayan podido observar todos los centros de todas las galaxias, ni mucho menos, pero hasta el momento han obtenido pruebas concluyentes de presencia de agujeros negros masivos en el componente más caliente (el núcleo) de muchas de ellas. Macchetto, responsable de la Agencia Europea del Espacio (ESA) en el instituto del telescopio espacial, presentó una lista de dos docenas de galaxias con agujeros negros bien establecidos -por los característicos procesos de la materia a su alrededor- mediante investigaciones de su equipo; otra lista aporta 36 casos más, explicó, y cada semana se suman nuevos agujeros al censo, señaló.

El término "prácticamente" se explica por la exclusión de las galaxias enanas, ya que la existencia del monstruo en una galaxia depende de la masa de la anfitriona. "Las galaxias enanas tienen tan poca masa en comparación con las elípticas y las espirales, que realmente no cuentan", dice Macchetto.

Los astrofísicos se plantean cuándo se forman estos agujeros negros en la historia del cosmos. "La fuente de energía de los cuásares más lejanos [objetos celestes brillantes cuya naturaleza se desconoce] son agujeros negros, luego éstos deben de formarse en el universo muy temprano [cuanto más lejos está un objeto en el cosmos en expansión, tiene mayor edad en la historia de éste]", explica Macchetto, quien puntualiza que no es necesario que al principio los agujeros negros sean muy masivos porque crecen con el tiempo al irse tragando más y más materia de su entorno.

[El cuásar más lejano descubierto hasta ahora es también el objeto más distante observado nunca, según comunicó el jueves el Proyecto Sloan. Su espectro, definido por el telescopio Keck, indica que el objeto apareció sólo 1.000 millones de años después que el big-bang].

La aceleración del cosmos y la nueva "energía oscura"

A. R., Baltimore
Saul Perlmutter y sus colegas, por un lado, y Adam Riess y los suyos, por otro, se llevaron una sorpresa descomunal hace unos dos años al observar supernovas (explosiones estelares) de tipo I-a, muy lejanas, unas diez veces más distantes que las estudiadas por quienes persiguen conocer el valor de la constante del Hubble. Hasta entonces se pensaba que el universo tendría que estar frenando su expansión -iniciada en el Big Bang- debido a la atracción gravitatoria que ejerce su masa. Y la gran sorpresa fue constatar que pasa justo lo contrario, es decir, que, al parecer, el universo está ahora acelerando su ritmo de expansión.

Reiss, astrónomo de instituto del Hubble, recordaba ayer a Carl Sagan cuando decía: "Las afirmaciones extraordinarias exigen pruebas extraordinarias". Y presentó los datos tomados con el telescopio Hubble y con los observatorios gigantes Keck en Hawai, que indican que la luz de las supernovas de tipo I-a, que han podido distinguir a distancias de unos 10.000 millones de años, es más tenue de lo que debería teniendo en cuenta su distancia estimada si el universo se expandiera con una velocidad constante o decreciente. Esto quiere decir que las supernovas están más lejos de lo previsto, luego hay una aceleración. En 1998, la revista Science colocó estos trabajos a la cabeza de su lista de Los diez principales del año.

Interpretación

Perlmutter, del Laboratorio Lawrence Berkeley (California), presentó básicamente los mismos resultados. Y muchos astrónomos están dispuestos a admitir que posiblemente las observaciones son correctas. El problema es cómo interpretar esa aceleración. Perlmutter señaló que hay una docena de modelos teóricos que intentan explicar tan inesperado fenómeno, pero quizás la hipótesis favorita es que esta acción es una presión negativa, algo así como una atracción gravitatoria de signo negativo en lugar de positivo, algo que propuso el mismo Einstein pese a que luego rechazó la idea y que se conoce como Constante Cosmológica.

Esta presión negativa, a la que Perlmutter se refirió como "energía oscura", contrarrestaría en parte la atracción gravitatoria de la materia y explicaría la aceleración. En caso de que el universo esté acelerándose, su futuro sería claramente la expansión eterna y no un frenazo para empezar a encogerse, como cabría esperar de un universo que estuviera decelerándose.

Para aclarar la cuestión, Perlmutter señaló que hacen falta más datos de más supernovas más lejanas y propuso construir un telescopio espacial específico para hacer las observaciones requeridas.

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