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Viernes, 31 de marzo de 2000

INTELIGENCIA ARTIFICIAL
¿Dioses o dinosaurios?

La Universidad de Stanford dedica un simposio al impacto que la Inteligencia Artificial ejercerá sobre el futuro de la humanidad

JOSE LUIS DE VICENTE

"Una ciudad cualquiera, en el año 2009. La potencia de cálculo de los superordenadores más avanzados alcanza las 20*1015 operaciones por segundo, la misma capacidad de procesamiento que el cerebro humano. Los asistentes inteligentes se han vuelto habituales en las transacciones más simples, por lo que es común mantener una conversación con el cajero automático, el surtidor de la gasolinera o la taquillera robótica de los cines.

2019 - Nuestra comunicación con los ordenadores personales se desarrolla exactamente de la misma manera que con nuestros familiares o amigos: a través del lenguaje oral y de los gestos. Se empiezan a producir los primeros casos de relaciones sentimentales entre humanos y personalidades automáticas.

2029 - Los ordenadores han leído toda la producción literaria y audiovisual generada por la humanidad en toda su historia, y son capaces de generar conocimiento por sí mismos. Cada vez empieza a ser más difícil establecer una línea que separe a la inteligencia humana de la artificial. Se plantea la definición de los derechos de las máquinas.

2099 - El concepto de humano ha sido redefinido por completo. La identidad quedará completamente desvinculada del cuerpo. Será posible descargar la consciencia de una persona en un soporte informático, creando una copia exacta que trascienda a la muerte física. La sociedad no es más que una enorme red de datos similar a Internet por la que se mueven millones de identidades informáticas que viven permanentemente en una realidad virtual tridimensional que ellas mismas han creado... "

Si esto fuese un relato de Ciencia Ficción no destacaría especialmente por la originalidad de sus imágenes, una combinación algo pobre de visiones del futuro a medio camino entre Blade Runner y Matrix. Lo sorprendente es que su autor no es un novelista mediocre ni un futurólogo, sino uno de los científicos más respetados del mundo. Ray Kurzweil, creador de algunas de las invenciones más importantes de los últimos treinta años, doctor Honoris Causa por nueve universidades y Medalla Nacional de Tecnología en 1999 (el galardón más importante concedido por el gobierno americano a sus científicos), cree firmemente que ésta será la historia del desarrollo de nuestra sociedad durante el siglo XXI, el siglo que verá la desaparición de la especie humana tal y como la entendemos actualmente. Y no es el único.

Este fin de semana, una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos reúne a los mayores especialistas del mundo en robótica, nanotecnología e Inteligencia Artificial en torno a una pregunta aparentemente descabellada: ¿Habrán reemplazado los Robots a la humanidad en el 2100? Por el campus de Stanford pasarán, junto con Kurzweil, nombres como Hans Moravec, director del Programa de Estudios sobre Robótica más importante de la universidad americana; Bill Joy, el fundador de la compañía de software y sistemas informáticos Sun Microsystems, y Frank Drake, el astrónomo que dirige el famoso programa SETI para la búsqueda de vida extraterrestre.

El año pasado, Kurzweil publicó La Era de las Máquinas Espirituales, un estudio sobre la evolución de la potencia de los ordenadores en los próximos cien años, de donde proceden las visiones del futuro antes enumeradas. Meses después, Moravec llegaba en su último libro a las mismas conclusiones. La aparición de nuevos campos como la ingeniería molecular, el desentrañamiento de las claves que rigen el funcionamiento del cerebro humano, y el imparable avance de una industria informática que cada año reduce a la mitad el tamaño de los chips y dobla su potencia, conducirán al nacimiento de una nueva forma de vida inteligente sobre el planeta que, inevitablemente, superará en todos los aspectos a la humana.

Los expertos que se reúnen en Stanford son conscientes de lo inverosímiles que pueden parecer estas proposiciones. Pero todos están de acuerdo en que el proceso se ha iniciado ya, y es imparable. Ni siquiera las mentes más racionales, como las del informático Bill Joy, dudan que en algún momento de las próximas tres décadas "podremos construir máquinas un millón de veces más poderosas que los ordenadores personales de hoy, lo cual será suficiente para hacer posibles los sueños de Kurzweil y Moravec" .

La cuestión fundamental es, sin embargo, otra. ¿Qué repercusión tendrá esto sobre nuestra sociedad y sobre nuestra especie? Aquí es donde las opiniones se bifurcan y toman caminos bien diferentes. Para algunos, la Inteligencia Artificial conducirá al hombre a la inmortalidad. Otros, como Moravec, piensan que la aparición de una nueva forma de vida inteligente supondrá un nuevo escalón en la teoría de la evolución y que a nosotros nos estará reservado el mismo destino que a los dinosaurios: extinguirnos.

Kurzweil, por su parte, afirma con un cierto humor que hablar de nuestros descendientes y de su tecnología supone en el fondo hablar de la misma cosa. "La fusión completa entre la especie humana y la tecnología que ha creado es inevitable. Las cuestiones éticas y prácticas la retrasarán, pero no pueden pararla". A medida que avance el siglo, los medios que utilizamos para relacionarnos con los ordenadores, como los teclados o los monitores, disminuirán de tamaño a cada vez más velocidad y se integrarán en nuestro cuerpo, hasta el momento en que implantes visuales y auditivos nos mantengan conectados permanentemente a las redes de comunicaciones, y las relaciones sociales se desarrollen por completo en un entorno virtual. Las siguientes tecnologías borrarán los límites de nuestra identidad por medio de extensiones cerebrales que aumentarán nuestras capacidades, fusionándonos con personalidades artificiales que nos permitan desenvolvernos en un mundo cada vez más complejo. Al final de nuestra vida, se podrá volcar nuestra consciencia en una simulación informática que será en todos los sentidos idéntica al original y cuya longevidad no se verá limitada por la fragilidad de un cuerpo de carne y hueso.

Kuzweil admite que sólo hay un problema para que su visión se convierta en realidad: Las posibles aplicaciones de esta inteligencia de silicio auguran tantas amenazas como promesas, y la destrucción de la humanidad a manos de la tecnología que ha creado es una posibilidad perfectamente concebible. En un artículo publicado este mes en la revista Wired con el inquietante título Por qué el futuro no nos necesita, el fundador de Sun y creador de lenguajes de programación como Java advierte que la nanotecnología, la robótica y la ingeniería genética pueden convertir al hombre en una especie en peligro de extinción. Para Joy, las terribles posibilidades armamentísticas que resultarán de combinar las armas de destrucción masiva con sistemas informáticos inteligentes vaticinan una vuelta al "pánico nuclear" de la Guerra Fría. "Deberíamos haber aprendido la lección con la primera bomba atómica y la carrera armamentística que la siguió. Pero no lo hicimos, y los paralelismos con nuestra situación actual son preocupantes".

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