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2000 - Nº 1344

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España necesitará 12 millones de inmigrantes de aquí al año 2050, según la ONU

Dentro de 50 años habrá 1,4 españoles en activo por jubilado, el peor porcentaje europeo

ISABEL PIQUER, Nueva York
España deberá acoger a 12 millones de inmigrantes -unos 240.000 al año- de aquí a 2050 para mantener su actual fuerza de trabajo, según la ONU. Las explosivas estimaciones de la División de Población de Naciones Unidas son tajantes: España y el resto de la Unión Europea se verán abocados a recurrir masivamente a mano de obra extranjera para conservar sus cifras de población y, sobre todo, para garantizar las pensiones de sus habitantes. Si no cambian las tendencias actuales, dentro de medio siglo España pasará de sus actuales 39,6 millones de habitantes a tan sólo 30,2 millones.


Gráfico
España es, con Italia, la nación europea que más capital humano perderá en el próximo futuro. En el 2050, será el país más viejo del mundo. Ese año, de no haber un cambio de rumbo demográfico, la edad media de los españoles alcanzará los 54,3 años, 16 más que la media mundial, según la ONU. El fenómeno, que afecta a la UE, a Rusia y a ciertos países de Asia, no es nuevo, pero las cifras sobrepasan, con creces, las predicciones más pesimistas.

Los expertos creen que, de aquí a 25 años, Europa perderá 35 millones de habitantes y necesitará 159 millones de nuevos trabajadores para mantener la actual estructura laboral. Dentro de medio siglo, Rusia pasará de 147 millones de habitantes a 121 millones y los japoneses se quedarán en 105 millones. Ahora son 127 millones. La situación se hará insostenible cuando la población activa, mermada por decenios de baja natalidad, no pueda pagar la costosa factura de las jubilaciones.

Evolución muy predecible

Para frenar esa sangría de mano de obra, conservar lo fundamental de su estado de bienestar e inyectar dinamismo a unas sociedades envejecidas, los países desarrollados no tendrán más remedio que abrir las fronteras a una masiva ola de inmigración. "Es inevitable. La evolución de la población es muy predecible, los comportamientos de mortandad apenas variarán y es poco probable que se produzcan cambios en la natalidad en Europa o Asia", dijo a EL PAÍS Joseph Chamie, director de la División de Población de la ONU. Según sus datos, España deberá compensar, de alguna forma, la pérdida de sus más de 8 millones de habitantes, pérdida que afectará aún más a su población activa debido a las bajísismas tasas de natalidad, con lo que podría necesitar 12 millones de nuevos trabajadores.

Chamie presentará en marzo el texto definitivo de su informe, titulado Migraciones de sustitución: una solución para los países con poblaciones en declive, basado en el estudio de ocho casos: Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña, Estados Unidos, Japón, Rusia y Corea del Sur. El problema no es tanto cuántos europeos quedarán en 2050, sino cuál será su capacidad de trabajo. "En estos momentos, en Europa, la media es de 4 a 5 personas en activo por cada jubilado; dentro de 50 años, serán 2 por jubilado, y en España, sólo 1,4. Esto va a suponer un cambio radical en la estructura del mercado laboral", dice Chamie.

¿Podrá Europa resistir semejante terremoto social? "No". Quien contesta de forma tan tajante es Joseph Grinblat, jefe de estudios de Mortandad e Inmigración de la División de Población y uno de los redactores del informe. Según Grinblat, esas previsiones seguramente no se cumplirán porque Europa "no puede asimilar tal cantidad de inmigrantes, es políticamente arriesgado y socialmente inaceptable". "Pero, sin llegar a esas cifras, el fenómeno ocurrirá de todas formas", opina.

Aunque el pronóstico parezca avanzar demasiado, los estudiosos ven en el próximo milenio un futuro prometedor: seremos más viejos, viviremos más tiempo y alguien tendrá que mantenernos. Suponiendo que Europa siga con la actual ventaja económica, pese a una población menguante, gracias a su creciente productividad, mantener a sus ancianos podría costar casi el 5% de su PIB en 2020. Si quieren conservar ese potencial económico, los países no tendrán más remedio que tomar decisiones impopulares. "Para conservar la fuerza de trabajo, deberán retrasar la edad de jubilación, disminuir las pensiones y aumentar las cotizaciones sociales. Es un problema complejo. No existe un camino fácil, todas las medidas tendrán un coste muy alto", afirma Grinblat.

Los redactores del informe de la ONU confiesan que uno de los propósitos del estudio es despertar a los líderes europeos: el actual modelo socioeconómico y lo que queda todavía del Estado providencia corren el riesgo de estallar ante las inevitables previsiones demográficas. Cuestiones como el racismo o la identidad nacional deben abordarse con estas nuevas perspectivas. "Los gobiernos apenas han rozado la cuestión. Conocen el problema, pero no se lo han planteado seriamente", asegura Chamie.

Las advertencias de su colega Grinblat son también tajantes. "Es un tema demasiado explosivo, pero que no se puede posponer por mucho tiempo. Hay que tomar una decisión política, y cuanto antes mejor. Es la pescadilla que se muerde la cola", advierte también Grinblat. "Necesitamos más trabajadores para mantener la proporción entre población activa y jubilados, pero, por otra parte, no podemos ampliar el mercado de trabajo, ya saturado por el desempleo, para acogerles. Parecen soluciones incompatibles, por eso es necesario encontrar una nueva fórmula. Lo que no podemos es seguir practicando la política de la avestruz", concluye.

La UE registra el crecimiento natural más bajo desde 1945

AGENCIAS, Bruselas
La población de la Unión Europea (UE) se incrementó el año pasado en casi un millón de personas hasta alcanzar los 376,4 millones de habitantes, según los datos hechos públicos ayer por la oficina estadística europea, Eurostat. Este incremento no responde, sin embargo, al crecimiento natural de la población -número de nacidos vivos menos número de fallecidos-, sino al aumento de la inmigración, que supuso la llegada de 717.000 personas al continente, sobre todo a Alemania, Italia y el Reino Unido. De hecho, el año pasado fue el de menor crecimiento natural de la población desde la II Guerra Mundial, con tan sólo 266.000 nacimientos más que defunciones.

En 1999 nacieron alrededor de cuatro millones de europeos, el 0,5% menos que el año anterior, y murieron casi 3,7 millones. El crecimiento de la población ha estado marcado por la inmigración. Sin la llegada de trabajadores extranjeros, la población de Alemania, Italia y Suecia habría decrecido, advierte Eurostat. Alemania, por ejemplo, ha visto crecer su población en 1999, cuando el año anterior disminuyó.

La situación varía mucho según el país: así, la población de Irlanda y Luxemburgó creció por encima del 1%, mientras que la española y la sueca apenas lo hicieron un 0,1%.

EE UU admitió el año pasado a un millón de extranjeros

I.P, Nueva York
EE UU se enfrenta a un problema similar al europeo. Si quiere mantener su equilibrio entre población activa e inactiva, deberá permitir la llegada de 150 millones de personas de aquí al 2025. Pero los norteamericanos ya se han hecho a la idea. En 1999 batieron su récord al acoger a un millón de inmigrantes.

Europa debará plantearse serias preguntas sobre el concepto de nacionalidad y aprender de los errores de EE UU, el país que se ha construido gracias a la mano de obra de medio mundo. El futuro demográfico europeo que dibuja el informe de la ONU es posible, pero evitable, dicen sus propios autores. Tiene en cuenta la situación de los países desarrollados sin contar con los comportamientos demográficos de sus nuevos trabajadores.

"Hemos querido lanzar un grito de alarma, pero estas estimaciones se basan en el estado del mundo en 1999. Muchas cosas pueden cambiar en 50 años", reconoce Joseph Grinblat, jefe de estudios de mortandad e inmigración de la División de Población de la ONU.

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