300 intelectuales vascos intentan reavivar Ermua y rechazan
la negociación con ETA
A. G., Bilbao
Los 300 profesores, artistas, intelectuales y personajes públicos
que han firmado el Manifiesto por la Democracia en Euskadi, promovido por
el Foro Ermua, rechazan cualquier clase de «negociación política»
con ETA, porque «una cesión al chantaje de las armas significaría
la quiebra de la legimitidad democrática».
El manifiesto fue presentado ayer en Bilbao en un acto público
que buscó reavivar el «espíritu civil» que brotó
en toda España tras el secuestro y asesinato por ETA del joven concejal
popular de Ermua (Guipuzcoa) Miguel Ángel Blanco.
Los promotores del documento, que se ha gestado en los dos últimos
meses, se dirigieron con franqueza y sin ambages a los políticos
y representantes de las instituciones, últimamente inmersos en una
polémica sobre las vías para reducir la cobertura social
y política del terrorismo. Uno de ellos afirmó que «en
Euskadi, el fascismo tiene nombre y apellidos: ETA y Herri Batasuna».
Un «movimiento fascista que pretende secuestrar la democracia»
y con el que no hay negociación política posible, insistió.
El manifiesto es especialmente crítico con los políticos
y con la ambigüedad que está presente en algunos discursos
de fuerzas políticas vascas. Las «alusiones destempladas»
que se vierten en él contra los representantes de los ciudadanos
sólo pretenden recordarles que «fueron elegidos para hacer
mejores nuestras vidas y no para ponerlas en manos de los peores»,
explicó el escritor y firmante del manifiesto Iñaki Ezkerra.
El documento corresponsabiliza a los políticos y a los representantes
institucionales de este «proceso de deterioro de la democracia»
por no haber actuado con la «unidad y firmeza necesarias, llegando
incluso en ocasiones a repartir la responsabilidad de los crímenes
de ETA entre esta organización y el Estado».
Con todo, los inspiradores de este foro, que pretenden convertir en
un «lobby de opinión en Euskadi », en expresión
de uno de sus firmantes, «no tienen por el contrario ninguna voluntad
de proponer más terceros espacios ni cuartas dimensiones, ni de
suplantar a los políticos en la tarea que les han asignado las urnas»,
en alusión a la vía defendida por el movimiento Elkarri y
por los sindicatos ELA y LAB.
En el acto de presentación del manifiesto se dieron cita intelectuales,
artistas, poetas y pacifistas. Entre otros, estuvieron presentes el pintor
Agustín Ibarrola; los profesores y escritores Fernando Savater,
Jon Juaristi, Manu Montero, Javier Corcuera y Mikel Azurmendi; pacifistas
como Abel Uceda; el alcalde de Ermua, Carlos Totorika, y el poeta Vidal
de Nicolás.
Jon Juaristi habló del Foro Ermua como la «resistencia
civil al fascismo», mientras que Agustín Ibarrola exigió
a los políticos «mayores muestras de voluntad democrática».
Carlos Totorika (PSOE) indicó que en el documento «se pone
al pueblo vasco como sujeto principal de los derechos, y a ETA y Herri
Batasuna como la minoría fascista que quiere aplastarlos a través
de la violencia y el miedo», convirtiendo a toda la sociedad en un
«agente decisivo de la defensa de la democracia» y de la paz.
Manifiesto por
la democracia en Euskadi
Éste es el texto íntegro del manifiesto del Foro
de Ermua:
«Los firmantes de este documento, conscientes de la grave situación
política de nuestra comunidad autónoma, declaramos ante la
opinión pública lo siguiente:
1. Desde el final de la dictadura franquista se ha organizado
y extendido en Euskadi un movimiento fascista que pretende secuestrar la
democracia y atenta contra nuestros derechos y libertades más esenciales.
Este movimiento está dirigido por ETA, así como por Herri
Batasuna y otras organizaciones de su entorno, que utilizan la violencia
para sembrar el miedo, coartar gravemente la libertad de expresión
e imponernos a todos sus «alternativas políticas».
2. La mayor parte de nuestros representantes políticos
e institucionales, incluidas las más altas instancias, difícilmente
pueden ser exonerados de responsabilidad en este proceso de deterioro de
la democracia. Durante todos estos años han transigido con las exigencias
de este movimiento antidemocrático y no han actuado con la unidad
y firmeza necesarias, llegando incluso en ocasiones a repartir la responsabilidad
de los crímenes de ETA entre esta organización y el Estado.
Sentimos como un agravio constante la colaboración de las instituciones
que nos representan con quienes sustentan y alientan el fascismo, no habiendo
dado otro fruto esta condescendencia sino un incremento constante de la
coacción, el miedo y la muerte.
3. Sin perjuicio de las oportunas medidas de reinserción
social, nos oponemos firmemente a cualquier clase de negociación
política con ETA. Cualquier proyecto político debe validarse
mediante el sufragio de los ciudadanos y debatirse en el Parlamento, institución
esencial de nuestra democracia y lugar privilegiado para el diálogo
político, pues en él únicamente existen dos fuerzas
persuasivas y decisorias: los argumentos y los votos. Exigimos por ello
de los partidos y representantes políticos que no consientan ni
insinúen especie alguna de transacción o formalización
de acuerdos sobre las exigencias políticas de ETA, pues una cesión
al chantaje de las armas significaría la quiebra de la legitimidad
democrática.
4. Reconociendo la gran labor realizada por los grupos pacifistas
creados en Euskadi durante estos difíciles años, creemos
que nuestra sociedad demanda nuevas formas de oposición al fascismo
vasco, que apelen más al derecho democrático, a la palabra,
que al pacifismo gestual y al silencio testimonial. Reivindicamos el espíritu
civil iniciado en Ermua en las jornadas de julio, en las que la sociedad
vasca recuperó no sólo la calle, sino la voz, y demostró
que es posible luchar pacífica y contundentemente contra ETA y quienes
amparan, promueven y se benefician de su proyecto totalitario.
5. Por las mismas razones rechazamos toda estrategia procedente
de cualquier instancia mediadora, política, sindical o eclesiástica,
dirigida a borrar las huellas de la movilización democrática
iniciada en Ermua y difuminar o tergiversar su inequívoco mensaje:
acabar de una vez en el País Vasco con la ambigüedad en este
terreno, poniendo definitivamente término a toda forma de colaboracionismo
entre demócratas y fascistas.
6. Hacemos por todo ello un llamamiento a la sociedad vasca para
que se comprometa en la defensa de la democracia y del libre ejercicio
de la palabra. Para que exija permanentemente de las instituciones democráticas
el amparo de sus derechos y libertades. Para que se movilice y actúe
en defensa de estos valores en todos los ámbitos de la vida ciudadana,
siempre de manera cívica, pero con la resolución y firmeza
necesarias. Sólo así alcanzaremos la paz sin sacrificarle
nuestra libertad.»
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