Sábado
14 febrero
1998 - Nº 652
















300 intelectuales vascos intentan reavivar Ermua y rechazan la negociación con ETA

A. G., Bilbao
Los 300 profesores, artistas, intelectuales y personajes públicos que han firmado el Manifiesto por la Democracia en Euskadi, promovido por el Foro Ermua, rechazan cualquier clase de «negociación política» con ETA, porque «una cesión al chantaje de las armas significaría la quiebra de la legimitidad democrática».



El manifiesto fue presentado ayer en Bilbao en un acto público que buscó reavivar el «espíritu civil» que brotó en toda España tras el secuestro y asesinato por ETA del joven concejal popular de Ermua (Guipuzcoa) Miguel Ángel Blanco.

Los promotores del documento, que se ha gestado en los dos últimos meses, se dirigieron con franqueza y sin ambages a los políticos y representantes de las instituciones, últimamente inmersos en una polémica sobre las vías para reducir la cobertura social y política del terrorismo. Uno de ellos afirmó que «en Euskadi, el fascismo tiene nombre y apellidos: ETA y Herri Batasuna». Un «movimiento fascista que pretende secuestrar la democracia» y con el que no hay negociación política posible, insistió.

El manifiesto es especialmente crítico con los políticos y con la ambigüedad que está presente en algunos discursos de fuerzas políticas vascas. Las «alusiones destempladas» que se vierten en él contra los representantes de los ciudadanos sólo pretenden recordarles que «fueron elegidos para hacer mejores nuestras vidas y no para ponerlas en manos de los peores», explicó el escritor y firmante del manifiesto Iñaki Ezkerra.

El documento corresponsabiliza a los políticos y a los representantes institucionales de este «proceso de deterioro de la democracia» por no haber actuado con la «unidad y firmeza necesarias, llegando incluso en ocasiones a repartir la responsabilidad de los crímenes de ETA entre esta organización y el Estado».

Con todo, los inspiradores de este foro, que pretenden convertir en un «lobby de opinión en Euskadi », en expresión de uno de sus firmantes, «no tienen por el contrario ninguna voluntad de proponer más terceros espacios ni cuartas dimensiones, ni de suplantar a los políticos en la tarea que les han asignado las urnas», en alusión a la vía defendida por el movimiento Elkarri y por los sindicatos ELA y LAB.

En el acto de presentación del manifiesto se dieron cita intelectuales, artistas, poetas y pacifistas. Entre otros, estuvieron presentes el pintor Agustín Ibarrola; los profesores y escritores Fernando Savater, Jon Juaristi, Manu Montero, Javier Corcuera y Mikel Azurmendi; pacifistas como Abel Uceda; el alcalde de Ermua, Carlos Totorika, y el poeta Vidal de Nicolás.

Jon Juaristi habló del Foro Ermua como la «resistencia civil al fascismo», mientras que Agustín Ibarrola exigió a los políticos «mayores muestras de voluntad democrática». Carlos Totorika (PSOE) indicó que en el documento «se pone al pueblo vasco como sujeto principal de los derechos, y a ETA y Herri Batasuna como la minoría fascista que quiere aplastarlos a través de la violencia y el miedo», convirtiendo a toda la sociedad en un «agente decisivo de la defensa de la democracia» y de la paz.

Manifiesto por la democracia en Euskadi
Éste es el texto íntegro del manifiesto del Foro de Ermua:

«Los firmantes de este documento, conscientes de la grave situación política de nuestra comunidad autónoma, declaramos ante la opinión pública lo siguiente:

1. Desde el final de la dictadura franquista se ha organizado y extendido en Euskadi un movimiento fascista que pretende secuestrar la democracia y atenta contra nuestros derechos y libertades más esenciales. Este movimiento está dirigido por ETA, así como por Herri Batasuna y otras organizaciones de su entorno, que utilizan la violencia para sembrar el miedo, coartar gravemente la libertad de expresión e imponernos a todos sus «alternativas políticas».

2. La mayor parte de nuestros representantes políticos e institucionales, incluidas las más altas instancias, difícilmente pueden ser exonerados de responsabilidad en este proceso de deterioro de la democracia. Durante todos estos años han transigido con las exigencias de este movimiento antidemocrático y no han actuado con la unidad y firmeza necesarias, llegando incluso en ocasiones a repartir la responsabilidad de los crímenes de ETA entre esta organización y el Estado. Sentimos como un agravio constante la colaboración de las instituciones que nos representan con quienes sustentan y alientan el fascismo, no habiendo dado otro fruto esta condescendencia sino un incremento constante de la coacción, el miedo y la muerte.

3. Sin perjuicio de las oportunas medidas de reinserción social, nos oponemos firmemente a cualquier clase de negociación política con ETA. Cualquier proyecto político debe validarse mediante el sufragio de los ciudadanos y debatirse en el Parlamento, institución esencial de nuestra democracia y lugar privilegiado para el diálogo político, pues en él únicamente existen dos fuerzas persuasivas y decisorias: los argumentos y los votos. Exigimos por ello de los partidos y representantes políticos que no consientan ni insinúen especie alguna de transacción o formalización de acuerdos sobre las exigencias políticas de ETA, pues una cesión al chantaje de las armas significaría la quiebra de la legitimidad democrática.

4. Reconociendo la gran labor realizada por los grupos pacifistas creados en Euskadi durante estos difíciles años, creemos que nuestra sociedad demanda nuevas formas de oposición al fascismo vasco, que apelen más al derecho democrático, a la palabra, que al pacifismo gestual y al silencio testimonial. Reivindicamos el espíritu civil iniciado en Ermua en las jornadas de julio, en las que la sociedad vasca recuperó no sólo la calle, sino la voz, y demostró que es posible luchar pacífica y contundentemente contra ETA y quienes amparan, promueven y se benefician de su proyecto totalitario.

5. Por las mismas razones rechazamos toda estrategia procedente de cualquier instancia mediadora, política, sindical o eclesiástica, dirigida a borrar las huellas de la movilización democrática iniciada en Ermua y difuminar o tergiversar su inequívoco mensaje: acabar de una vez en el País Vasco con la ambigüedad en este terreno, poniendo definitivamente término a toda forma de colaboracionismo entre demócratas y fascistas.

6. Hacemos por todo ello un llamamiento a la sociedad vasca para que se comprometa en la defensa de la democracia y del libre ejercicio de la palabra. Para que exija permanentemente de las instituciones democráticas el amparo de sus derechos y libertades. Para que se movilice y actúe en defensa de estos valores en todos los ámbitos de la vida ciudadana, siempre de manera cívica, pero con la resolución y firmeza necesarias. Sólo así alcanzaremos la paz sin sacrificarle nuestra libertad.»


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