Miquel Barceló recoge fósiles en la Patagonia Miquel Barceló recoge fósiles en la Patagonia

El pintor expone su última obra en Madrid tras un viaje «muy excitante» a Argentina

FERNANDO SAMANIEGO, Madrid
El pintor Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) presenta esta tarde en la galería Soledad Lorenzo, de Madrid (Orfila, 5), un conjunto de pinturas de gran formato realizadas en los dos últimos años. Son cuadros verdes , paisajes submarinos, estanterías, y sobre su superficie se rastrean higos, limones, alcachofas, cebollas. El artista acaba de realizar, con motivo de una exposición en Buenos Aires, un viaje de 4.000 kilómetros en tres semanas por la Patagonia. «Hay muchos fósiles y dinosaurios. Es muy útil para un pintor trabajar con fósiles. El terreno tiene grandes depresiones con estratos de cien millones de años, donde en un milímetro está toda la historia del arte occidental».


Miquel Barceló, ayer, en Madrid, ante
una de sus pinturas (Ricardo Gutiérrez).
Barceló piensa llevar la Patagonia a su taller de París o incorporar la Patagonia a sus territorios, como los estudios de París o Farrutx, en Mallorca, o las tierras africanas de Mali. En la inmensidad pateada por Bruce Chatwin le han ofrecido para pintar un terreno de la misma superficie que la isla de Mallorca, con 50.000 ovejas.

«Patagonia es muy potente y muy excitante. Te encuentras con los mismos personajes de Chatwin. Allí hay muchos fósiles y restos de dinosaurios y para un pintor es útil meditar sobre el tiempo y la historia del arte». También se ha entusiasmado con el escritor Bioy Casares y la ciudad de Buenos Aires, que compara a los años de la movida madrileña, tras las elecciones ganadas por la oposición y el triunfo del Boca Juniors. «No me desagradó pero me fui enseguida a la Patagonia».

Es posible que los fósiles aparezcan en sus próximas telas, enterrados en la técnica mixta sobre óleo. En los grandes lienzos que presenta esta tarde en Madrid -el precio llega a los 18 millones de pesetas- hay cuadros verdes donde la mirada puede identificar higos, alcachofas, coliflores, limones o cebollas, que el pintor llama «pinturas para llorar». El pintor se ha reservado dos para su propia colección. En el montaje no se han podido incluir los dibujos y en esta ocasión, por falta de tiempo, ha sustituido el texto del catálogo por las hojas de un cuaderno de dibujos.

«Me encantaría que la superficie última saliera a la primera intención, pero no lo consigo y hay muchas cosas dentro. Tampoco tengo un sistema determinado, ya que pinto varios cuadros a la vez. Pinto en el suelo, por lo que es una visión aérea, de arriba abajo. Los modelos suelen estar dentro del cuadro, es como un tomatismo , si el modelo fueran tomates, ya que es una especie de pintura que crece con las capas del modelo. Ahí dentro está el primer corte de la alcachofa, con sus partes oxidadas».

Barceló dice que es todo lo contrario a la realidad virtual. «La pintura es otra cosa. Son muy interesantes los nuevos medios, pero no me fascinan por ellos mismos. La pintura es la sencillez del hecho y no ha cambiado tanto desde Altamira. La fascinación por la tecnología es un error en que caemos con frecuencia, como ocurrió con el vídeo, que se decía iba a acabar con la pintura. Está bien que la pintura pueda utilizar estos errores para alimentarse y es útil para poder reconsiderar lo que es y su relación con el mundo, con las cosas. Intento que la pintura esté dentro del cuadro y pueda hablar de las cosas que hay a mi alrededor, independientemente de mi voluntad. En África me ha pasado con el trabajo de las termitas en mis papeles, como se puede ver en los dibujos, y en la Patagonia me puede pasar con el viento y el polvo».

El tiempo

Barceló pinta «sobre la vida y la muerte» y reconoce que el tiempo es una constante en su trabajo. «Empiezo a darme cuenta. Nunca pinto la muerte como espantapájaros. En África estoy rodeado de calaveras, que incluso colecciono. Siempre me he alimentado de la cultura europea y cuando pensaba que huía de ella no lo podía conseguir, cuando iba cargado de libros de Shakespeare y Lowry. Sigo siendo un producto de esta cultura».

Para saber lo que es la pintura, Barceló dice que va todas las mañanas al taller. «Por eso pinto, para saber las cosas más profundas. Lo importante es lo que no se puede decir sobre la pintura». A sus 40 años, la mitad de ellos en la pintura, Barceló dice que trabaja con un sistema nada calculado, «que siempre me sorprende». «Me gusta ver estos cuadros porque ya no los pintaré pero tengo mucho más interés por lo que voy hacer que por las cosas anteriores».

En un tejar en ruina

F. S., Madrid
Miquel Barceló ha preferido presentar más adelante como obra definitiva su último trabajo de esculturas de terracota y no incorporar a la exposición de Madrid una o dos cerámicas que puedan aparecer «como divertimento». El pintor dice que lleva un año trabajando en un tejar en ruina de Mallorca, donde ha destruido muchas piezas y sigue investigando.

Las primeras obras las realizó en África -más tarde también en yeso- mezclando la tierra con el estiércol de los animales. «La paja cuando fermenta es muy plástica, y lo que en París puede parecer exótico yo lo hacía lo mejor posible, y tenía un aspecto arqueológico». El pintor no ha visto sus cuadros -uno de ellos prestado por el Rey- en el Guggenheim Bilbao. «Lo mejor es que el museo ya existe. Creo que es muy atractivo como arquitectura, pero en el Prado las obras están dentro».

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