EL LIDERAZGO EN LAS ORGANIZACIONES EDUCATIVAS

 

AUTOR: Dr. Manuel POBLETE RUIZ, Profesor de Psicología y Miembro del ICE de la Universidad de Deusto.

 

 

INTRODUCCIÓN

 

En las dos últimas décadas estamos experimentando una progresiva complejidad organizativa de los Centros educativos, lo que requiere una profesionalización de quienes ocupan puestos de dirección con el fin de lograr una gestión óptima de los mismos.

 

En nuestra exposición defendemos la importancia de diferenciar las funciones y tareas de dirección, de las funciones y tareas docentes y que su desempeño requiere una capacitación específica de los integrantes del equipo directivo del Centro.

 

Desde esta perspectiva, haremos un sucinto repaso sobre la forma en que se ha definido hasta la fecha el modelo de desarrollo profesional de la dirección en los Centros educativos en el ámbito estatal y apuntaremos en la tendencia y requisitos que serán deseables en el medio y largo plazo.

 

 

MARCO TEÓRICO. EVOLUCIÓN DE LA PROFESIONALIZACIÓN DE LA DIRECCIÓN EN LOS CENTROS EDUCATIVOS

 

En el desarrollo de la función de Dirección ha influido tanto la legalidad, como la realidad que se ha impuesto por la ideosincrasia de los Centros educativos y por la cultura propia del ámbito académico-escolar. Conviene subrayar que la evolución no se ha producido de una manera lineal, sino que ha tenido avances y retrocesos, como el mismo ejercicio docente del que no se ha desvinculado como modelo definido (Hidalgo, 1991; Álvarez, 1993; Pascual, Villa y Auzmendi, 1993; Rul, 1994; Gairín, 1996; Bernal, 1997; García Olalla, 1998).

 

La función directiva se ha venido definiendo a partir de una síntesis de influencias provenientes del contexto sociopolítico y de la forma de entender el papel y función de la escuela. Asimismo el desarrollo profesional y organizativo de la función directiva se ha reflejado en el marco legislativo, (con una progresiva implantación del principio de participación y del desarrollo de la autonomía) teniendo una clara expresión en el ejercicio de los cargos directivos en los Centros.

 

Presentamos un cuadro sinóptico con los principales movimientos que se han dado bajo la influencia del aspecto legal, reflejo, siempre "a posteriori", del ámbito sociopolítico.


 

 

 

Modelo educativo

Modelo de dirección

Contexto previo a las principales reformas

Rol del profesor: instructor y transmisor de conocimientos.

Cultura: individualista y de mantenimiento.

Organización: marco que sirve de soporte para el desarrollo de los procesos del aula.

Estilo: autocrático y dependiente.

El Director es un representante de la Administración que ejerce funciones de control y organización de recursos.

En 1945 se crea un cuerpo de directores al que se accede por oposición o nombramiento.

Ley General de Educación (1970)

Rol del profesor: técnico, experto, capaz de aplicar los nuevos medios tecnológicos.

Cultura: tecnológica, de proceso-producto y de pedagogía por objetivos.

Organización: considerada como  contexto, desde una cultura eficientista, centrada en el producto, que busca obtener mejores resultados a partir de la coordinación. Mantiene la función de control de la dirección, se amplían sus funciones para ofrecer apoyo técnico necesario para las cada vez más complejas decisiones de planificación, desarrollo metodológico y evaluación.

Estilo: Apertura a la participación, mediante la consulta.

Creación de órganos colegiados con presencia de todos los sectores de la comunidad educativa.

Evolución de la dirección hacia perfiles más sociopolíticos.

El Director es animador, coordinador y  representante de los intereses de la Administración y, al mismo tiempo, del claustro que lo ha elegido.

Se produce un retroceso en la profesionalización de la dirección, que pasa a ser temporal y electa.

Se espera que asuma funciones de planificación, coordinación y control-evaluación, centrado en la coordina-ción de profesores, padres y alumnos.

El contexto de la LOECE (1980) y la LODE (1985)

Contradicción entre el modelo educativo-pedagógico y el modelo organizativo: queda instaurado el principio de participación en el interior del centro, pero las relaciones externas se caracterizan por un modelo dependiente de la Administración que mantiene un currículum cerrado

Estilo: democrático.

Creación de órganos colegiados de gobierno con representación de todos los sectores de la comunidad educativa.

Desarrollo de una dirección participativa y colegiada que consolida el perfil sociopolítico de los cargos directivos, con funciones de animación e integración de la comunidad educativa.

La LODE establece la elección del Director por el Consejo Escolar, en aras de la autonomía y democratización de los Centros, sin perfil previo. Marca una vuelta al modelo no profesional.

El período de la LOGSE (1990) y la LOPEG (1995)

Rol del profesor: mediador en el proceso de aprendizaje y configurador del currículum.

Cultura: integradora, colaborativa y responsable en base a un modelo de desarrollo curricular y aprendizaje significativo.

Organización: el Centro se convierte en unidad para el cambio, lo que requiere una reestructuración de roles, relaciones, creencias y prácticas para constituirse en auténtica comunidad educativa capaz de elaborar y desarrollar un proyecto propio.

Estilo: facilitador del cambio y la transformación, al tiempo que  compartido con el resto de la comunidad educativa.

Han de asumir funciones técnicas, humanas, culturales, políticas y pedagógicas, que demandan una necesidad de profesionalización.

La LOPEG instaura mayores requisitos de acceso (fundamentalmente la acreditación que implica la formación previa y la evaluación positiva de la experiencia ), una mayor estabilidad en los cargos y la incentivación.

La nueva Ley de Calidad

Rol del profesor: transmisor y experto, desde un modelo de desarrollo profesional que incentiva la búsqueda de una excelencia entendida como el logro de más altos resultados académicos.

Cultura: reproductora y transmisora de conocimientos.

Organización: Se establece un currículum más cerrado con la consiguiente limitación de la autonomía del Centro para elaborar y desarrollar un proyecto propio.

 

Estilo: Autoritario con participación.

Los cargos son puestos unipersonales de dirección, que incrementan su poder y autoridad. Son los únicos órganos de dirección. Los anteriores órganos colegiados de gobierno (claustro y consejo escolar) pasan a ser órganos de participación en la gestión del centro. Se amplían, por tanto, las funciones del equipo directivo, que pasa a ser considerado como representante de la Administración en el Centro.

Selección del director en base a un concurso de méritos, por una comisión integrada por miembros de la Administración y del Centro. Los candidatos deberán superar una formación inicial previa a su nombramiento definitivo y participar, de forma periódica en procesos de formación continua .

 

Cuadro 1: Evolución de la legislación que afecta a la Dirección de Centros educativos.

 

DEMANDAS ACTUALES A LA DIRECCIÓN: POSIBILIDADES Y LÍMITES PARA UN DESARROLLO PROFESIONAL

 

Como consecuencia de la evolución anteriormente analizada se ha iniciado el nuevo siglo con unas expectativas de perfil para la dirección de los Centros complejo, que podría resumirse en las siguientes características:

 

·         Una dirección participativa, capaz de animar un modelo organizativo basado en los principios de autonomía del Centro y de participación de la comunidad educativa. Esto implica un perfil capaz de animar e integrar a la comunidad educativa, en torno a un proyecto común.

·         Una dirección con un perfil multidimensional, que integre en su ejercicio la atención a los componentes pedagógicos, técnicos, humanos, culturales, políticos y críticos que configuran el Centro educativo como organización, desarrollando las funciones que ello conlleva.

·         Una dirección capaz de liderar una reestructuración escolar del Centro, para que éste  se transforme en una organización innovadora, que aprenda y se comprometa con el desarrollo de un proyecto que concibe el aprendizaje como una construcción activa por parte del alumno, al profesor como un mediador orientador del currículum y al Centro como unidad de cambio, abierta a la comunidad.

·         Una dirección que desarrolle su liderazgo en equipo, de manera planificada, ya que la superación de un liderazgo directivo unipersonal, ha evolucionado hacia un reparto del poder y la responsabilidad entre varios cargos directivos que lleguen a estructurarse como un equipo.

·         Una dirección que desarrolle una gestión autónoma y participativa, interviniendo  sobre diferentes componentes organizativos relativos a la comunidad educativa en su conjunto:

ü       proyectos de Centro, para que se conviertan en un instrumento de coordinación, reflexión y mejora;

ü       estructuras escolares, para desarrollar una cultura de participación y corresponsabilidad en el Centro;

ü       sistema de relaciones, para que los grupos se constituyan en auténticos equipos  de trabajo, capaces de actuar desde el diálogo y la negociación.

 

La complejidad de una intervención de este tipo requiere la profesionalización de los cargos, desde una formación inicial y continuada, desde un reconocimiento adecuado a la responsabilidad exigida y desde una prolongación de los mandatos. Sin embargo, el estado de opinión  refleja presiones para mantener un modelo de dirección, ausente de compromiso, tanto en su elección como en su ejercicio.

 

La profesionalidad de la dirección se ha interpretado como una definición progresiva del rol y las funciones propias de la dirección, en coherencia con el modelo educativo y organizativo deseado, sin definir paralelamente un modelo de desarrollo profesional coherente que lo posibilite.

 

 

NECESIDAD DE DEFINIR UN MODELO DE DESARROLLO PROFESIONAL

 

La mejora de la función directiva no va a venir dada sólo por la modificación del procedimiento de acceso, sino por una mejora significativa de todas las condiciones personales y contextuales que rodean el ejercicio de la dirección: de gestión y liderazgo.

 

Una situación ideal sería que las fuerzas políticas llegasen a un pacto respetado en el largo plazo sobre determinados aspectos educativos, entre ellos, el perfil profesional del Director de Centros educativos, para no estar pendientes del perfil zigzagueante que la legislación va marcando, de acuerdo con la fuerza política que esté en el poder. La comunidad educativa tiene que contribuir a dar una respuesta a esta cuestión, que contagia de inestabilidad el ámbito educativo: la eficacia en el ejercicio profesional puede marcar la alternativa.

 

De hecho, al filo de las oscilaciones jurídico-políticas se van imponiendo unas condiciones a medida que evoluciona la sociedad y las demandas reales que tienen las organizaciones  educativas.

 

La mejora de dichas condiciones incluye la definición y el posterior sostenimiento de un perfil competencial y un modelo de desarrollo profesional coherente y acorde con la complejidad de la función requerida. En este contexto, entendemos la profesionalización de los cargos como un desarrollo de las competencias necesarias para el ejercicio de las funciones directivas (entendiendo que éstas son diferentes de las docentes).

 

El desarrollo de la competencia para el cargo requiere formación y experiencia y, básicamente, una concepción del desarrollo profesional que, al igual que para el desarrollo docente, consiga vincular e integrar evaluación, formación y mejora. Una formación continua basada en un modelo de competencias que permita definir perfiles profesionales básicos y específicos en función de las necesidades de los Centros.

 

Una vez consensuados los perfiles profesionales básicos y el modelo de competencias que capacite para su desempeño, los candidatos y profesionales en ejercicio podrían acceder a una oferta formativa modular en función de sus necesidades personales y de las necesidades del Centro. Esta formación continua se vincularía con una evaluación continua de la competencia en el desempeño.

 

 

EL DESARROLLO DE COMPETENCIAS. CONCEPTO DE COMPETENCIA.

 

Las competencias son factores de superación individual y grupal, que permiten el desarrollo de los recursos personales para integrarlos en las posibilidades del entorno. Las competencias son efectivas en la medida en que cada uno establece la base y referencia de superación en sí mismo. Así, somos competentes en la medida en que alcanzamos logros efectivos. El origen de esos logros está en el perfeccionamiento de nuestras cualidades personales, tanto individuales como sociales. 

 

McClelland (1968) fue el primer autor en trabajar el término de competencia con el contenido específico que hoy se le atribuye. McClelland investigaba sobre las variables que llevaban a personas, colectivos y países a tener un desempeño de éxito en el rendimiento de su trabajo. Comprobó que los individuos y colectivos, que el hecho de lograr mejores resultados estaba más ligado a características personales (competencias) que a conocimientos y habilidades, que eran las variables que se tomaban como referentes a la hora de seleccionar a los candidatos para ocupar un puesto de trabajo, junto a su experiencia y curriculum.

 

A mediados de la década de los setenta, en plena crisis económica mundial, en Gran Bretaña, se cuestionó el criterio de cualificación en la formación profesional, ya que difícilmente era garantía de empleabilidad. Se tomó el concepto de competencia como conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y destrezas que son capaces de garantizar un desempeño eficaz.

En Gran Bretaña, Canadá, Estados Unidos y Australia fue aplicándose este concepto, sobre todo para la transformación de una formación profesional que había que enfocar al empleo, para ser consideradas, desde la pasada década, las competencias laborales como competencias profesionales con una aplicación a la descripción de puestos y perfiles profesionales, a la selección de personal, a la formación personalizada, a la evaluación del desempeño, al diseño de carreras y a la ayuda para el desarrollo personal (“coaching”) y profesional ("mentoring").

 

Las posibilidades de recursos y de movilización de las competencias puede verse resumido en el siguiente gráfico que trata de sintetizar los contenidos implícitos en el concepto de competencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 1: Concepto de Competencia

 

 

Diversos autores han elaborado distintos modelos que agrupan determinadas competencias consideradas esenciales desde el punto de vista del desempeño profesional.

 

Entre los modelos pueden  destacarse los de Boyatzis (1995) y Mertens (1997), por la amplia difusión que ambos han tenido,  así como por haber constituido una fuente de inspiración para la elaboración del modelo propio que posteriormente se propone. Ambos modelos parten de un análisis funcional de las competencias.

 

De la misma manera que las competencias definen perfiles profesionales y sirven para designar candidatos que se adecuen a las exigencias del puesto, pueden también relacionarse con niveles mayores de eficacia y apuntar los aspectos en que puede fallar esa eficacia. En consecuencia, las competencias pueden ser unos excelentes indicadores de necesidades de formación individualizada, que redundará en beneficio del centro por un mejor desempeño de las funciones que exige la función de dirección.

 

 

HACIA UN MODELO DE DESARROLLO PROFESIONAL BASADO EN COMPETENCIAS

 

Tanto el concepto de competencia como una tipología para la selección y clasificación de las mismas han sido definidas a partir del consenso encontrado a nivel de la literatura y de las exigencias sociales.

 

El Proyecto Tunning, desde el que se está trabajando para la convergencia europea de los perfiles  académicos y profesionales propios de las titulaciones universitarias ha adoptado un modelo de competencias que corresponde con el definido en la Universidad de Deusto.

 

Un perfil profesional habrá de contemplar otras competencias  relacionadas con las funciones que se espera desarrolle ese profesional en su ámbito específico. Para la selección y definición de dichas competencias  consideramos que el enfoque funcional nos aporta una orientación adecuada, por cuanto permite poner en relación las competencias a desarrollar con las funciones que se habrán de desempeñar en los cargos de dirección en el centro. En consecuencia, entendemos que la fuente básica para su selección y definición habrá de ser el perfil de funciones definido para la dirección.

 

En la Universidad de Deusto las competencias se definen como “el conocimiento, la capacidad, habilidad o destreza adquirida, que da lugar a un buen nivel de desempeño y actuación“ (Villa y Poblete, 2000). Para la clasificación se ha realizado una revisión de las competencias recogidas por distintos autores y organizaciones, observando que existe un número básico de ellas que aparecen en todos los modelos. En la síntesis realizada, como base del modelo propio, se distinguen tres tipos básicos de competencias:

 

-         Competencias instrumentales: aquellas que tienen una función instrumental, es decir, de medio o herramienta para obtener un determinado fin. Suponen una combinación de habilidades metodológicas y cognitivas que posibilitan la competencia profesional.

 

-         Competencias interpersonales: suponen habilidades individuales y sociales. Se refieren a la capacidad, habilidad o destreza en expresar los propios sentimientos y emociones del modo más adecuado, aceptando los sentimientos de los demás y posibilitando la colaboración en objetivos comunes.

 

-         Competencias sistémicas: suponen destrezas y habilidades relacionadas con la totalidad de un sistema. Requieren una combinación de imaginación, sensibilidad y habilidad que permite ver cómo se relacionan y conjugan las partes en un todo. Requieren haber adquirido previamente competencias instrumentales e interpersonales que constituyen la base de las competencias sistémicas.

 

Esta tipología, y las competencias incluidas, sirven como base para la selección de un conjunto de competencias genéricas priorizadas en cada perfil profesional.

 

 

 

Cuadro 2: Modelo de Competencias de la Universidad de Deusto

 

 

PERFIL FUNCIONAL DE LA DIRECCIÓN Y COMPETENCIAS.

 

Tal y como se apuntaba al analizar la evolución del papel de la dirección, el perfil de la dirección se ha venido estructurando a partir de las diversas funciones a desarrollar por la dirección.

 

En base a estas premisas, se ha elaborado una clasificación de funciones cuyas categorías responden a las distintas dimensiones del funcionamiento del Centro educativo como organización (García Olalla y Poblete, 2003):

 

1.       Técnicas (o técnico-ejecutivas): relativas a la planificación, coordinación y dirección de estructuras, control-evaluación, administración y gestión de recursos.

2.       De Relaciones Humanas: información, comunicación, motivación y atención al clima laboral para facilitar la interacción de personas y grupos.

3.       De Integración, culturales y políticas: para, más allá de la interacción, lograr la integración de la comunidad educativa.

4.       Críticas: funciones de animación e innovación pedagógicas, incidiendo en la revisión y reflexión crítica, la formación del personal y la promoción del cambio, la innovación y la mejora continua.

5.       Relaciones Externas: esta categoría ha sido diferenciada por ser transversal a todas las anteriores, porque los estudios previos sobre los funciones ejercidas por la dirección revelan la necesidad de dirigir una atención específica a este ámbito que, además de ser poco ejercido, es muy poco valorado.

 

La siguiente tabla recoge la relación establecida entre funciones del perfil de dirección y competencias, en el nivel actual de selección y definición de dichas competencias.

 

 

CATEGORÍA

FUNCIÓN

COMPETENCIA

TÉCNICAS

PLANIFICACIÓN

ü       PLANIFICACIÓN

ü       TOMA DE DECISIONES

COORDINACIÓN

ü       RELACIONES INTERPERSONALES

ü       TOMA DE DECISIONES

ü       TRABAJO EN EQUIPO

CONTROL-EVALUACIÓN

ü       PENSAMIENTO ANALÍTICO/SISTÉMICO

ü       PLANIFICACIÓN

GESTIÓN Y ADMINISTRACIÓN DE RECURSOS

ü       PLANIFICACIÓN

ü       TOMA DE DECISIONES

RELACIONES HUMANAS

INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN

ü       COMUNICACIÓN

ü       RELACIONES INTERPERSONALES

MOTIVACIÓN

ü       ORIENTACIÓN AL LOGRO

ü       RELACIONES INTERPERSONALES

INTEGRACIÓN

REPRESENTACIÓN

ü       COMUNICACIÓN

ü       RESISTENCIA AL ESTRÉS

INTEGRACIÓN

ü       RELACIONES INTERPERSONALES

ü       TRABAJO EN EQUIPO

ü       LIDERAZGO

REGULACIÓN DE PARTICIPACIÓN Y PODER

ü       RESISTENCIA AL ESTRÉS

ü       LIDERAZGO

ü       NEGOCIACIÓN

ü       TRABAJO EN EQUIPO

ü       COACHING

DINAMIZACIÓN DEL TRABAJO EN EQUIPO

ü       ORIENTACIÓN AL LOGRO

ü       TRABAJO EN EQUIPO

INTERVENCIÓN EN CONFLICTOS

ü       NEGOCIACIÓN

ü       RESISTENCIA AL ESTRÉS

CRÍTICAS

LIDERAZGO DE PROCESOS

ü       ESPÍRITU EMPRENDEDOR

ü       ORIENTACIÓN AL LOGRO

ü       LIDERAZGO

INNOVACIÓN Y MEJORA

ü       ESPÍRITU EMPRENDEDOR

ü       ORIENTACIÓN AL LOGRO

ü       INNOVACIÓN

REVISIÓN Y REFLEXIÓN CRÍTICA

ü       PENSAMIENTO ANALÍTICO/SISTÉMICO

ü       ORIENTACIÓN AL APRENDIZAJE

FORMACIÓN

ü       ORIENTACIÓN AL APRENDIZAJE

ü       COMPORTAMIENTO ÉTICO

RELACIONES EXTERNAS

RELACIONES EXTERNAS

ü       RELACIONES INTERPERSONALES

ü       COMUNICACIÓN

 

Cuadro 3: Relaciones entre funciones y competencias.

 

El siguiente Cuadro recoge las catorce competencias seleccionadas, haciendo referencia al tipo de competencia del que se trata.

 

 

COMPETENCIAS DIRECTIVAS

DENOMINACIÓN

CATEGORÍA

PLANIFICACIÓN

INSTRUMENTAL

PENSAMIENTO ANALÍTICO

INSTRUMENTAL

TOMA DE DECISIONES

INSTRUMENTAL

COMUNICACIÓN

INSTRUMENTAL

ORIENTACIÓN AL APRENDIZAJE

INSTRUMENTAL

RESISTENCIA AL ESTRÉS

INTERPERSONAL

RELACIONES INTERPERSONALES

INTERPERSONAL

TRABAJO EN EQUIPO

INTERPERSONAL

NEGOCIACIÓN

INTERPERSONAL

INNOVACIÓN

SISTÉMICA

ESPÍRITU EMPRENDEDOR

SISTÉMICA

LIDERAZGO

SISTÉMICA

COACHING

SISTÉMICA

ORIENTACIÓN AL LOGRO

SISTÉMICA

 

Cuadro 4: Competencias seleccionadas para el perfil directivo.

 

 

Quedaron excluidas las competencias muy operativas, como el manejo de PC, Internet, idiomas o manejo de bases de datos, por entender que es algo cuyo nivel de exigencia en cada Centro puede variar sensiblemente.

 

En base a comportamientos de desempeño característicos de cada competencia seleccionada se elaboró un Inventario denominado “Cuestionario sobre Comportamientos en el Trabajo”. Este Inventario tiene en cuenta las catorce competencias seleccionados, mediante la valoración de seis comportamientos para cada una de ellas: tres comportamientos positivos (por ejemplo, “Puedo relacionarme bien con cualquier tipo de persona”) y tres negativos (por ejemplo, “Suelo dejar las cosas para última hora”).

 

El Inventario ha sido aplicado durante el último trimestre del año 2002 y primer trimestre de 2003 a una muestra de 100 sujetos, integrantes de equipos directivos de Centros educativos.  El coeficiente de fiabilidad interna del cuestionario en la presente aplicación ha sido elevado ( a = .8586).

 

Paralelamente, este mismo Inventario se aplicó a una muestra de 50 integrantes de equipos directivos de organizaciones empresariales, con el fin de observar el perfil de competencias de un colectivo con funciones análogas a las del colectivo explorado, pero pertenecientes a un  entorno distinto. El propósito era observar si se dan comportamientos diferenciales y analizar sus características, en caso de que se diesen.


 

RESULTADOS

 

Los resultados obtenidos de la aplicación del cuestionario están recogidos en la Tabla 1 (en términos de puntuaciones medias). El Gráfico 1 refleja el perfil resultante de la puntuación de los directivos de Centros educativos.

 

 

 

PUNTUACIONES MEDIAS DE LAS MUESTRAS DE COMPONENTES DE EQUIPOS DIRECTIVOS

COMPETENCIA

ENSEÑANZA

EMPRESA

SIGNIFICATIVIDAD

PLANIFICACIÓN

2,96

3,15

.072

PENSAMIENTO ANALÍTICO

3.03

3,39

.001

TOMA DE DECISIONES

2,48

2,98

.0001

COMUNICACIÓN

2,82

3,15

.023

RIENTACIÓN AL APRENDIZAJE

2,86

3,14

.034

RESISTENCIA AL ESTRÉS

2,86

3,17

.007

RELACIONES INTERPERSONALES

3,21

3,65

.001

TRABAJO EN EQUIPO

3,2

3,67

.001

NEGOCIACIÓN

3,14

3,25

.312

INNOVACIÓN

2,9

3,16

.044

ESPÍRITU EMPRENDEDOR

2,82

3,35

.0001

LIDERAZGO

2,81

3,25

.001

COACHING

3,16

3,47

.006

RIENTACIÓN AL LOGRO

2,92

3,06

.179

 

Tabla 1: Diferencias en el desarrollo de competencias entre la muestra del ámbito empresarial y educativo

 

Gráfico1: Perfil de competencias de directivos en centros educativos.

 


 

La primera afirmación que podemos formular a partir del análisis de estos resultados es que, en términos globales, se observa un perfil bajo en el desarrollo de competencias directivas en la muestra de directivos de Centros educativos, ya que tan sólo en cinco de las catorce competencias se alcanzan puntuaciones medias (por encima de 3) que expresen que los comportamientos propios de la competencia aparezcan en estos directivos.

 

Una puntuación de 2,5 correspondería a lo que los sujetos consideran un nivel “medio o regular”. Por ello pensamos que el colectivo con el que estamos trabajando debería puntuar de 3,00  para arriba.

 

Analizando en el colectivo de directores de Centros educativos, las puntuaciones diferenciadas del perfil en función de las distintas competencias, observamos que:

 

ü       Las competencias más desarrolladas son, por este orden:

1º) Relaciones Interpersonales (IP)

2º) Trabajo en Equipo (IP)

3º) Coaching (ST)

4º) Negociación (IP)

 

ü       Las competencias que obtienen puntuaciones más bajas son, de menor a mayor desarrollo:

1º) Toma de Decisiones (IT)

2º) Liderazgo (ST)

3º) Espíritu Emprendedor (ST) y Comunicación (IT)

4º) Orientación al Aprendizaje (IT) y Resistencia al Estrés (IP)

 

ü       Se sitúan en un rango intermedio las siguientes competencias (ordenadas de menor a mayor desarrollo): Innovación (ST), Orientación al Logro (ST), Comunicación (ST), Planificación (IT) y Pensamiento Analítico/Sistémico (IT).

 

Considerando la categoría de competencias, observamos que las más desarrolladas son las Interpersonales, mientras que las menos desarrolladas son las competencias Sistémicas.

 

Especialmente llamativo resulta el bajo nivel de desarrollo que registra en este colectivo la competencia de Toma de Decisiones.

 

Si descendemos a un mayor detalle de esta competencia con el fin de facilitar acciones de formación y desarrollo posteriores, hallamos que los principales comportamientos que definen esta competencia son: estar preparado para tomar decisiones difíciles, ser rápido a la hora de actuar, afrontar los problemas con rapidez, no titubear tras la decisión, estar habituado a hacer una buena toma de decisiones bajo presión. Estos comportamientos pueden detectarse y evaluarse observando los siguientes indicadores.

 

 

 

PUNTUACIÓN BAJA

PUNTUACIÓN ALTA

 

ASPECTOS POSITIVOS

ü       ES LENTO A LA HORA DE  TOMAR DECISIONES

ü       ES PERCIBIDO COMO PRUDENTE

ü       INSPIRA CONFIANZA

ü       ASUME RESPONSABILIDAD DE RESULTADOS

ASPECTOS NEGATIVOS

ü       POSPONE DECISIONES

ü       ES PERCIBIDO COMO VACILANTE E INDECISO

ü       ACTUA POR IMPULSOS

ü       ARRIESGA SIN NECESIDAD

 

Cuadro 5: Detalle de la competencia Toma de Decisiones.

 


 

Realizada una consulta a una muestra de directivos, que habían realizado la prueba,  daban como explicación de la baja puntuación: que no es mucho lo que hay que decidir, que se les da todo hecho, que lo que les llega son órdenes a cumplir, que no existe cultura de asunción de riesgo, etc. Como puede observarse, estas respuestas aluden al tipo de cultura que genera una tradición de falta de autonomía en el Centro y a la consiguiente dificultad para asumir la responsabilidad de las consecuencias de las propias decisiones y los riesgos que ello conlleva.

 

Sin embargo, los resultados de la puntuación media obtenida en las catorce competencias en la muestra de directivos de organizaciones empresariales se observa, en primer lugar, que las respuestas dadas por este colectivo en todas las competencias son de nivel superior a lo registrado en la muestra de directivos de centros educativos.

 

De hecho, esta muestra presenta comportamientos más adecuados en todas las competencias (con puntuaciones medias iguales o superiores al 3).

 

Comparando ambos colectivos aparecen ciertas similitudes de interés:

 

ü                               En ambos casos se hallan tres competencias entre las más altamente valoradas: Trabajo en Equipo, Relaciones Interpersonales y Coaching.

ü                               Resulta llamativo el hecho de que la Toma de Decisiones sea la competencia que obtiene puntuaciones más bajas en ambos colectivos; sin embargo, es de un 2,98 en el medio empresarial y de un 2,48 en el medio educativo.

ü                               También en los dos colectivos la Orientación al Aprendizaje y la Comunicación se hallan entre las competencias que obtienen puntuaciones más bajas.

 

El Gráfico 2 permite observar la comparación entre los resultados de ambas muestras, tanto en el conjunto del perfil, como las diferencias en cada una de las competencias:

 

 


 


Gráfico 2: Perfil Comparativo de Competencias entre directivos del ámbito empresarial y educativo

 

 

La diferencia (Tabla 1) con una mayor significatividad (p<.0001) se registra en las competencias Espíritu emprendedor y Toma de decisiones.  También es significativa la diferencia en Liderazgo, Trabajo en equipo, Relaciones interpersonales y Pensamiento analítico/sistémico. Sin embargo, existe una gran aproximación en la competencia de Negociación.

 

Este perfil resulta coherente con los datos recogidos en una investigación previa respecto al desempeño de funciones (Poblete y García Olalla, 2002), que revelaba cómo:

 

ü                               Las funciones de control-evaluación, animación pedagógica y de dirección, cuando ésta implica ejercicio de la autoridad e intervención en conflictos, son las menos desempeñadas, a pesar de ser consideradas muy importantes para el buen funcionamiento del Centro.

ü       Las funciones de coordinación, gestión de recursos y animación de relaciones humanas son valoradas como importantes y bien realizadas.

ü       Las funciones de Representación revelan una asunción ambigua, siendo consideradas medianamente importante y realizadas.

 

Por otra parte, estos resultados son también coherentes con los obtenidos con poblaciones análogas en el estudio de los perfiles de Liderazgo (modelo de Bass) y de Roles de Equipo (con el modelo de Belbin):

 

ü       Las Competencias Interpersonales en las que destacan los directivos de la muestra (relaciones interpersonales, trabajo en equipo, coaching, y negociación), equivalen a comportamientos propios del factor de “Consideración Individual” que aparecían con una mayor frecuencia (en el estilo de Liderazgo Transformacional), y se corresponden también con la adopción predominante del Rol de Cohesionador, orientado a las Personas (en el modelo de Belbin).

ü       Por otra parte, los comportamientos propios del Factor de “Estimulación Intelectual” (que aparecía como el menos desarrollado en el estilo de Liderazgo Transformacional, seguido de la “Motivación Inspiracional”) y la baja presencia en los integrantes de equipos directivos de Centros educativos de los Roles orientados a las Ideas (Creatividad, Investigador de Recursos y Monitor Evaluador, en el modelo de Belbin), se corresponden con las bajas puntuaciones obtenidas en las competencias de Toma de Decisiones, Liderazgo, Espíritu Emprendedor, Innovación y Orientación al aprendizaje (Poblete y García Olalla, 2002).

ü       La orientación a la Tarea que aparecía también como predominante en la investigación previa, con la alta presencia de los Roles de Implementador y Especialista, era entendida entonces como capacidad para obtener un desempeño suficiente de las tareas encomendadas pero hallando dificultad para estimular la creatividad e iniciativa frente al cambio y para activar las motivaciones de desarrollo profesional necesarias para realizar un esfuerzo extra.

 

Los hallazgos de entonces quedan matizados y subrayados, en el presente estudio al destacarse el bajo nivel alcanzado en las competencias Toma de Decisiones y Espíritu Emprendedor que dificultan el desempeño de un rol de liderazgo más ejecutivo (Coherente con los rangos intermedios obtenidos en los Roles de Impulsor y Coordinador en el modelo de Belbin) (Poblete y García Olalla, 2002).

 

De hecho, investigaciones llevadas a cabo por otros especialistas sobre la autopercepción de los directivos en los Centros educativos (Teixidó, 1996; Sobrado y Ocampo, 1998) revelan que se ven a sí mismos más como compañeros y coordinadores que como líderes con autoridad y capaces de ejercer influencia.

 

Se  autoperciben con competencias técnicas y metodológicas insuficientes en lo relativo a  investigación, ejercicio del control-evaluación y competencia para anticipar y solucionar problemas y conflictos. También dudan de su capacidad de liderazgo y de su resistencia ante las presiones.

 

Este análisis de resultados apunta de nuevo hacia un desarrollo insuficiente por parte de los cargos directivos de Centros educativos de las competencias directivas requeridas para un desempeño adecuado de las funciones que les son encomendadas.

 

Esto refuerza la idea de que las competencias directivas son distintas de las docentes y que se requiere una formación específica suficiente y adecuada para su desarrollo.

 

 

CONCLUSIONES

 

Consideramos que los planteamientos surgidos en este trabajo tienen un carácter provisional y deben estar sujetos a posteriores revisiones, en la medida que se pueda avanzar en esta línea de trabajo.

 

Se ha de mencionar, en primer lugar que, el conjunto del perfil de competencias directivas analizadas, tanto en términos absolutos, como comparándolo con el perfil de la muestra de directivos del ámbito empresarial, revela un bajo nivel de desarrollo.

 

Teniendo en cuenta la relación establecida entre las competencias y el tipo de funciones para cuyo desempeño capacitan, puede decirse que los directivos de Centros educativos de esta muestra se manifiestan capacitados para el desempeño de funciones de Relaciones Humanas (fundamentalmente de Comunicación) así como de funciones de Integración en lo que respecta a la dinamización de la participación y el trabajo en equipo, pero no tanto en lo que respecta al ejercicio de la Representación y la intervención en conflictos, por todo lo que esto implica de asunción del Liderazgo.

 

Por otra parte, se manifiestan poco competentes para el desempeño de las funciones Técnico-ejecutivas, por lo que comportan de asunción de la responsabilidad en la toma de decisiones, así como de las funciones Críticas relacionadas con la animación e innovación pedagógicas, que suponen el ejercicio del Liderazgo en este ámbito, el espíritu emprendedor, la innovación y la orientación al aprendizaje y al logro.

 

Más en concreto, si se espera que estos directivos ejerzan un liderazgo capaz de impulsar un desarrollo del centro educativo en la línea de un Modelo de Gestión de Calidad Total, la realidad del desarrollo profesional actual en este aspecto revela una distancia importante en relación con esa expectativa de conducta.

 

Estas consideraciones abundan en la necesidad suscitada desde el principio de insistir en la definición de un perfil profesional propio de los cargos directivos de Centros educativos, diferenciado del rol de educador. La dirección de un Centro complejo, abierto al aprendizaje, a la innovación y orientado a la Calidad Total demanda respuestas diferenciadas, que las instituciones educativas, por influencias culturales no dan de manera adecuada.

 

Las posibilidades de mejora en un futuro próximo dependerán de la capacidad que todas las instancias implicadas desarrollen para ofertar a estas personas mejores oportunidades de desarrollo profesional, en relación con las necesidades aquí apuntadas.

 


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