Algunas reflexiones personales sobre el psicoanálisis (2)
Artículos
   
por Fernando Blanco
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publicado en Psicoteca , 2003
Divulgación
   
     
En esta segunda parte continuaré extrayendo los argumentos que parecen convencer a gran parte del público para que se decante por la perspectiva psicoanalítica (como el contenido mismo de la teoría y la forma de presentarlo). También criticaré, finalmente, la eficacia de las terapias psicoanalíticas derivadas de esta teoría.
       
         
     

Dedicamos el anterior artículo a analizar una de las razones para que, a mi juicio, la perspectiva psicoanalítica se las haya arreglado para "convencer" a tantas personas, y concluimos que su apariencia científica y seria se desmorona en cuanto la analizamos más profundamente. La segunda clave del éxito de esta corriente psicológica que ahora sí podemos llamar con razón "pseudocientífica" son los propios contenidos de la perspectiva psicoanalítica, innegablemente atractivos para casi cualquier persona. No podemos negarles ese mérito a los seguidores de Sigmund Freud. Es frecuente encontrar en los libros de autoayuda que llegan al hogar medio una pléyade de afirmaciones insólitas y de dudoso rigor, que ni los propios freudianos osarían admitir (es un buen ejemplo esa dañina facilidad con la que propagan medios de análisis de los sueños, una práctica peregrina que nunca defendería un terapeuta serio). Pero los lectores desconocen esta circunstancia y se dejan atrapar por el estilo novelesco, cómodo, estimulante de estos textos. Nada de aburridas publicaciones científicas. Incluso las obras escritas del gran fundador, Sigmund Freud, tienen un aire de literatura que las convierte en dignas candidatas a best-seller. Con razón el psicólogo Hans Eysenck (1988) ha escrito de él: "fue, ciertamente, un genio, pero no de la ciencia, sino de la propaganda; no de la prueba rigurosa, sino del arte de persuadir; no del esquema de experimentos, sino del arte literario". Se me hace difícil expresarlo con palabras más adecuadas, y parece que otros pensaron lo mismo cuando le concedieron el premio Goethe de literatura, en 1930. La habilidad literaria de Sigmund Freud no parece ser, pues, una cuestión de simple opinión, sino un hecho confirmado por los expertos.

En cuanto al fondo, al contenido propiamente dicho de la obra psicoanalítica, también parece diseñado expresa y voluntariamente para acaparar el interés del lector. Esa salsa condimentada con los ingredientes del sexo, el incesto, la agresividad o la mitología clásica tiene un atractivo difícil de alcanzar por medio de otras técnicas más científicas y menos sensacionalistas. Son elementos que suscitan el interés del público (o incluso el morbo, ¿por qué no decirlo?): en algunos momentos, sobre todo al leer esas prolijas descripciones de casos a las que era tan aficionado el austriaco, da la impresión de estar asistiendo a una telenovela de gran audiencia. Yo mismo, que me tengo por una persona racional y poco dada a la asimilación de dogmas "porque sí", confieso ser un gran aficionado a la lectura de algunas de estas obras, donde los ingredientes folclóricos y mitológicos, aun siendo en realidad periféricos en la teoría psicoanalítica, me entretienen y fascinan de una manera que no consiguen muchas obras estrictamente literarias. Aviso para los lectores desprevenidos: He aquí un ejemplo de procesamiento lateral, irracional, de la información. Ciertas imágenes, palabras o ideas son capaces de impactar en el corazón del receptor suscitándole intensas emociones. Cuando así sucede, la vía racional de la información queda anulada, como bien saben los publicistas y los buenos políticos y oradores, y con esto se evita toda posible censura o crítica razonada. Se venden mejor los productos anunciados por la vía emocional, acrítica, que los propagados de una forma más fría e intelectual, porque aquéllos son capaces de encantar con la magia de las emociones, en vez de simplemente convencer con argumentos.

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Es frecuente encontrar en los libros de autoayuda que llegan al hogar medio una pléyade de afirmaciones insólitas y de dudoso rigor, que ni los propios freudianos osarían admitir.

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Por otro lado, es el modelo psicodinámico de Freud una teoría global, que pretende explicarlo prácticamente todo de la vida psíquica. Es otra razón para que los menos exigentes la abracen, sin meditarlo mucho. "¿Para qué nos sirve una teoría que sólo explica satisfactoriamente una parcela muy limitada de la realidad?", parecen decir algunos partidarios del psicoanálisis, olvidando seguramente que no existen motivos válidos para manifestar esta preferencia por las teorías globales. En principio, quien mucho abarca, es probable (aunque no seguro) que "apriete poco", y lo habitual es que sólo con el tiempo y gradualmente puedan aspirar las teorías a obtener semejante potencia explicativa.

Otro elemento que justifica la predilección de las personas normales por el psicoanálisis es que tiene una lectura presuntamente útil para la vida cotidiana. No olvidemos la conexión estrechísima entre el cuerpo teórico del psicoanálisis y su aplicación psicoterapéutica. El aficionado que se interese por el tema podrá, con el mínimo esfuerzo de leer un par de artículos en una revista, dar una explicación aparentemente válida, además de emocionante, para casi cualquier acto o situación que tenga lugar en su vida. Sospecho que estamos ante la verdadera razón del éxito de esta, por otro lado, más que discutible teoría: y es que promete explicaciones para las cosas que son de verdad importantes para las personas normales, como sus relaciones personales. El ser humano es hermenéutico, su pasión es buscar las causas de las cosas, desentrañar los porqués. La misma ciencia nace como resultado de esta pasión. Pero en este caso, encuentra un desahogo fácil y cómodo, a la par que evocador. Con Freud tenemos unas ideas "científicas" que no son aburridas sino emocionantes, y que además tienen una aplicación directa y práctica a la vida cotidiana de todas las personas, con una gran repercusión clínica. ¿Qué mas se puede pedir?

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Se venden mejor los productos anunciados por la vía emocional, acrítica, que los propagados de una forma más fría e intelectual.

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Una vez comentadas las (según mi humilde criterio) aparentes razones del éxito del psicoanálisis y cuestionada su naturaleza científica, queda una última cuestión por abordar. Que determinadas ideas pseudocientíficas se propaguen con facilidad no es nada nuevo, y en principio las consecuencias no van más allá de la mera desinformación popular. Sin embargo, en este caso se trata de una disciplina con aplicación directa en la terapia, y además tratando casos graves de enfermedad mental que merecen un abordaje de extrema delicadeza. En estas circunstancias, la aplicación de un modelo no científico y que carece de las garantías de la investigación empírica no parece lo más apropiado, sobre todo si la población desconoce esta información. Cabe, pues, alertar a la sociedad de que el psicoanálisis, al menos como terapia, puede incluso ser peligroso.

En primer lugar, hay que preguntarse si realmente es efectivo como tratamiento clínico. Las estadísticas comparadas entre distintas técnicas terapéuticas revelan que, en la mayoría de las problemáticas analizadas, el psicoanálisis no resulta más eficaz que otras aproximaciones (Chambless y Hollon, 1998). Aunque sí que proporciona algunos beneficios inespecíficos, éstos podrían derivarse del simple contacto humano y la escucha del terapeuta, que además también son aportados por otras técnicas (las humanistas, por ejemplo). Incluso los famosos casos descritos por Freud son difícilmente catalogables como éxitos: a menudo aquellos famosos pacientes tuvieron recaídas o persistieron en sus síntomas durante largo tiempo (el "hombre de los lobos", sin ir más lejos, acabó sus días en un hospicio para enfermos mentales).

Tampoco hay evidencia empírica de que las técnicas del psicoanálisis, individualmente, obtengan un grado razonable de curación. Del mismo modo que ni Freud ni ninguno de sus sucesores ha demostrado alguna vez la existencia de una relación causal entre un recuerdo reprimido y una posterior neurosis, tampoco se han molestado en demostrar que el recuerdo recuperado es la causa de una curación (Grumbaum, 1993). No deberíamos, entonces, fiarnos tan alegremente de estas técnicas que carecen de respaldo empírico.

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Las estadísticas comparadas entre distintas técnicas terapéuticas revelan que, en la mayoría de las problemáticas analizadas, el psicoanálisis no resulta más eficaz que otras aproximacines.

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Pero es que además hay ciertos indicios que apuntan a que el psicoanálisis como terapia clínica puede resultar perjudicial en algunos casos, sobre todo si se aplica de manera incorrecta. La posición de poder que se otorga al terapeuta, en conjunción con la sugestibilidad de los pacientes que es potenciada a veces mediante técnicas como la hipnosis, puede desembocar en situaciones aberrantes, con mucha más facilidad que en otros modelos teóricos. Por poner un ejemplo extremo y un tanto atroz: persuadido por las palabras del clínico, un paciente podría acabar convencido de que fue objeto de maltrato sexual o violaciones en su infancia, quizá por parte de sus padres. Y todo esto sin importar que dichos abusos no hayan tenido lugar realmente. Imagine el lector la lista de (gravísimos) problemas que se habrán añadido al inicial por culpa de esta chapucera práctica (en el capítulo cuarto del libro de Daniel L. Schacter "Searching for memory" se explican muchos fenómenos de "pseudo-recuerdos" como éste).

Para terminar, quisiera aclarar (para evitar malentendidos) que la pretensión de este escrito no es descalificar a todo un colectivo profesional, sino simplemente exponer mis dudas acerca de la validez de esta corriente psicológica, no sólo como ciencia sino también como terapia. Creo que son unas críticas razonadas y argumentadas, aun desde mi todavía escaso conocimiento, y considero que el público en general debería ser alertado acerca de la verdadera efectividad del psicoanálisis y de sus posibles alternativas. No se trata de erradicarlo, como la práctica sin fundamento científico y sin eficacia demostrada que es, pero no estaría de más que la gente pudiera escoger con algo de conocimiento. ¿A qué esperan las autoridades sanitarias y académicas?

Referencias bibliográficas

Chambless, D. L. y Hollon, S. D. (1998). Defining empirically supported therapies. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 66 (1), 7-18.

Eysenck, H. (1988) Decadencia del imperio freudiano. Barcelona: Ed. Laberinto.

Grumbaum (1993). Validation in the clinical theory ofpPsychoanalysis. Int. Univ. Press.

Schacter, D. L. (1996). Searching for memory. New York: Basic Books.

Información adicional

Freud, S. (1976). Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.

Tortosa Gil, F. (1998). Una historia de la psicología moderna. Madrid: Mc Graw Hill.

     

       
       
     
Para citar este artículo
  Blanco, F. (2004). Algunas reflexiones personales sobre el psicoanálisis (2). Psicoteca
       
     
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