El txistu en Bilbao: crónica de una quimera colectiva
Alexander Iribar (1993)


El pasado día 18-XII-1993 se celebró una Asamblea General de Socios de la Subdelegación de Bilbao de la Asociación de Txistularis. El motivo principal y casi único de dicha Asamblea, según declaró el propio Subdelegado, fue la publicación en el número 155 de la Revista Txistulari de mi artículo "El txistu en Fiestas de Bilbao". La Asamblea fue eminentemente disciplinaria, y tanto mi escrito como mi persona fueron duramente criticados. No pretendo con estas líneas justificar mi propia actuación, puesto que ni necesito hacerlo, ni sería éste el canal adecuado; sí quiero, en cambio, enumerar algunas de las asombrosas "cosillas" que pude anotar en esa Asamblea, así como algunas reflexiones propias al respecto. El objetivo último es el mismo que el de mi anterior escrito: procurar lo mejor para el txistu en Bilbao.


1.- Esta Asamblea ha sido la primera desde 1989, en que fue elegido el actual Subdelegado. La Mesa Presidencial fue ocupada por el Delegado y tres personas más, que no fueron desde luego elegidas en su día. En ningún momento se justificó esa presencia, ni a nadie de los presentes pareció extrañarle. De hecho, moderó la reunión el Delegado de Bizkaia, que además se equivocó de ámbito (Bilbao-Bizkaia) al menos un par de veces, sin que nadie pareciera darse cuenta.


2.- El Subdelegado de la Subdelegación de Bilbao desconoce –en el mejor de los supuestos– los Reglamentos por los que se rige. Justificó no haber convocado ninguna Asamblea General de Socios desde el año de su elección (1989) por el artículo de los Estatutos que establece la obligación de que la petición de Asamblea venga respaldada por el 15% de los asociados; olvidó, sin embargo, que dicho artículo se refiere a las Asambleas Extraordinarias, mientras que, para las Ordinarias, otro artículo anterior establece claramente su periodicidad anual. Por tanto, estaba plenamente justificada mi denuncia de la imposibilidad de hablar ante una Asamblea de los socios de la Subdelegación, imposibilidad debida a la línea de gestión del actual Subdelegado.


3.- La crítica del Delegado de Bilbao fue en todo momento ad hominem, con manifiestas inexactitudes, además:

  1. Se me acusó de criticar sin trabajar. Me permito recordar que, a mi modesto entender, yo he hecho por el txistu tanto o más que la mayoría de los presentes en esa Asamblea, y más que muchos de ellos juntos.1
  2. Se me acusó de que, pudiendo haber tomado las riendas de la Subdelegación, no lo había hecho. Ignoro, desde luego, cuándo pude yo hacer tal cosa. 2
  3. Se me acusó de no tocar el txistu en Bilbao porque no había participado en varias de las actividades organizadas en la Academia Municipal de Txistu en estos últimos años. Se vuelve así otra vez a falsear la realidad, equiparando la actividad txistulari en Bilbao con las actividades de la Academia Municipal.
  4. Se me acusó veladamente de un excesivo interés por el dinero, así como de actuar "al dictado de otros". Me niego a contestar a eso; además, creo que hay quien sabe bastante más que yo de cualquiera de esas dos cosas.
  5. Como resumen, se calificó a mi artículo como "una sarta de mentiras y gilipolladas". Tampoco contestaré a eso: me limito a citarlo como muestra del talante personal de cada cual. En cualquier caso, y como a lo largo de la reunión se me siguió acusando de mentir, debo recordar que en ningún momento nadie de los presentes pudo citarme una sola de esas supuestas mentiras.3 Como contrapunto, en estas pocas líneas yo ya he anotado bastantes manifiestas inexactitudes.

4.- Me parece vergonzoso que para celebrar una Asamblea de Socios en Bilbao haya tenido que mediar un escándalo.4 Porque, ya lo dijo el Delegado, sin mi artículo no habría habido Asamblea. Y eso después de cinco años. ¡Y a nadie pareció importarle!


5.- Me parece increíble que yo aparezca ahora como culpable de algo semejante a la traición en Bilbao. Llevamos tocando en Fiestas desde 1978,5 y todavía nadie –a mi juicio– había hecho una reflexión seria sobre nuestra actuación. Así que yo realizo por primera vez en voz alta lo que nadie había hecho nunca en quince años, ¡y soy culpable! ¿Pero culpable de qué? ¿De pensar?


6.- A pesar de los repetidos intentos de algún socio, en ningún momento la Asamblea aceptó debatir el contenido del artículo. Quedaba una vez más claro, entonces, su carácter disciplinario. Y de paso, también dejaba clara la tajante negativa de la Subdelegación a entablar un auténtico debate interno, o, por mejor decir, a reflexionar sobre sí.


7.- Se me acusó repetidamente de aprovechar un vehículo de todos –la Revista– para una cuestión particular. Debo contestar al menos lo siguiente:

  1. Yo no soy el responsable de la publicación de mi artículo, sólo de su escritura. Otros son los que juzgan la conveniencia de su publicación.
  2. Yo mandé mi artículo para su publicación porque no creo que se trate de un asunto particular, ni mucho menos personal. Creo que ese artículo puede resultar beneficioso para Bilbao y Bizkaia (que no es poco, me parece a mí), y creo también que bastantes fragmentos pueden resultar útiles en otras muchas partes. Si estoy o no equivocado en esto, deben decidirlo los responsables de la Revista.
  3. ¿Puede creer alguien que yo haya mandado este artículo, exponiéndome a las más que previsibles iras de más de uno y de dos, colocándome en una situación francamente incómoda con casi todos mis compañeros, algunos de ellos amigos de muchos años y muy queridos, si no fuera porque estoy convencido no sólo de la conveniencia, sino de la imperiosa necesidad de afrontar una reflexión profunda como la que yo he pretendido realizar?
  4. Se abundó en la idea de que yo debería haber hecho público mi artículo internamente, antes de plantear su inclusión en la Revista. ¿Pero cómo, si no se convocan Asambleas, si esta Asamblea fue convocada precisamente porque se había publicado mi artículo? ¿Cómo, si yo ya había expuesto las ideas centrales de mi artículo al Delegado y éste las había despreciado?

8.- Se me acusó de haber faltado al respeto a un grupo humano que realiza una labor como buenamente puede. En primer lugar, cabe decir que yo también formo parte de ese grupo, que asumo mi porción de responsabilidad como el que más, y que desde luego no creo haberme faltado a mi mismo al respeto, ni haberme descalificado de una manera absoluta, ni mancillado en mi honor, ni nada semejante. En segundo lugar, ¿qué voy a hacer yo si creo que lo hacemos rematadamente mal?6 ¿Debo callarme por temor a molestar? Y sobre todo: cada cuál está en su derecho, efectivamente, de hacer sus cosas lo mejor que pueda, pero lo que en ningún caso debe es negarse a evaluar su labor, ni a impedir que otros lo hagan mejor.


9.- Algunas de las críticas recibidas fueron razonables:

  1. Se me acusó de exageración. Yo no lo creo, pero no puedo negarlo.
  2. Se me acusó de haber hecho un daño innecesario, puesto que podría haber venido a decir lo mismo sin herir con ello los sentimientos de nadie. Yo no sé exactamente por qué mi artículo hiere los sentimientos (se llegó a decir que yo "había deshonrado a Bilbao"); tampoco estoy seguro de poder haber dicho lo mismo de otra manera muy distinta a como lo hice. Sin embargo, sí debo confesar que esta misma duda la tenía yo, desde luego antes de cualquier Asamblea, y que, como no podía ser menos, lamento haber ofendido a mis compañeros. Pero, lo repito, sigo sin saber por qué mi escrito ha ofendido tan profundamente. A mí me parece incluso comedido.
  3. Se me acusó de faltar al respeto a terceras personas, en especial al animador de las sokamuturras de la plaza de toros, al que tildé de insufrible. Tal vez debería haberme callado mi opinión, aunque epítetos semejantes pueden leerse a diario en la prensa, sin que nadie entienda entonces que existe una falta de respeto.
  4. Se me acusó de haber sacado "los trapos sucios" a la vista de todo el mundo. Ciertamente, aunque yo creo que lo que de verdad importa es el hecho, también cierto a mi juicio, de que esos trapos existen.

10.- Una crítica que merece un comentario más extenso fue la de que yo "elevaba mi opinión a categoría de dogma", y exigía consiguientemente que todo se realizara según mi gusto. Debe quedar claro que unas cuestiones son opinables y otras no lo son apenas.7 Opinable es, por ejemplo, la función que debe perseguir el txistu en Fiestas, el tipo de actuaciones que convienen fomentar, la organización interna de nuestros grupos, lo acertado o no de una crítica, etc. Sin embargo, que un txistu esté o no desafinado no es opinable; que un txistulari no sepa tocar adecuadamente un fandango, o afinar un Sib, no es opinable; que un grupo de txistularis no atinen a marcar un ritmo no es opinable; que al txistu le falta volumen para competir en muchos momentos de nuestras fiestas no es opinable. En general, la calidad musical es algo bastante objetivo, al menos en nuestros niveles. Y, desde luego, yo ya estoy cansado de templar gaitas en absurdas discusiones musicales con quien no tiene ninguna capacidad para ello.


11.- Según la Asamblea, el concierto de Bilbao tiene tanta calidad como el de cualquier otro lugar del país, y además ha mejorado notablemente en estos últimos años, hasta el punto de que la última edición fue de un alto nivel y muy apreciada por los espectadores. Yo no realicé (ni nadie) una encuesta entre los poquísimos –según la Asamblea muchísimos– espectadores del pasado año, pero sí afirmo que todo lo demás es falso: no tiene el concierto de Bilbao la misma calidad que el de cualquier otro lugar ni de lejos, tampoco ha mejorado su nivel ni muchísimo menos, y, desde luego, el año pasado resultó simplemente horrendo. Y todo ello, como aclaraba en el punto anterior, es apenas opinable: por lo menos, no es opinable por quien ignora qué cosa es un intervalo de quinta justa, por poner un ejemplo.


12.- Con respecto al Concierto, también se dijo que era injusto criticar a un grupo de personas que lo hacen lo mejor que pueden. Se sigue sin entender que no critico a las personas, sino al Concierto. Lo que sí me parece mal de las personas, por supuesto, es que no sean capaces de reconocer lo evidente. Y lo evidente es, ni más ni menos, que el concierto es de una calidad musical bajísima8 (hasta el punto de que, a mi juicio, resulta contraproducente para el txistularismo).

Aquí tiene mucho que ver lo que muy acertadamente expuso un socio presente en la Asamblea: debemos decidir qué sentido último tiene el Concierto. Hasta ahora, en Bilbao el Concierto ha servido para juntarnos la mayor cantidad de txistularis de la provincia y del resto del País y pasar una agradable tarde-noche juntos; por añadidura, preparamos un programa de concierto para tocar entre todos. Sin embargo, el objetivo es muy otro por ejemplo en Donostia: allí se trata de hacer un buen concierto musical, de ofrecer un espectáculo ameno y de calidad.9 Aquí, en Bilbao, tocamos en función de nosotros mismos; allí, en función del público. Lo que hay que decidir, por tanto, es cuál de esos tipos queremos para Bilbao. ¡Y la Asamblea del pasado día 18 creo que ni se dio cuenta de la existencia de esa otra posibilidad!


13.- Se dijo en la Asamblea que la Academia10 siempre había estado abierta a nuevos valores que pudieran enseñar y hacer cosas nuevas. Se llegó a decir que los habituales de la Academia estaban deseosos de que acudiesen esos txistularis más capaces, y que siempre se habían brindado todas las facilidades posibles para quien ha pretendido algo semejante. Mi experiencia personal es, sin embargo, muy otra. Las facilidades que yo he podido recibir no han sido de la Academia, ni de la Subdelegación: han sido de Boni, y a veces en contra del gusto de otros e incluso del general.11 Yo sé que he sido innumerables veces mal visto por haberme atrevido a corregir una posición, o recordado una armadura, o proezas de ese tipo. Yo sé que he tenido que luchar contra la imagen de chulo que la ignorancia de muchos proyectaba inmediatamente sobre mí. Yo sé bastante de celos, de rencores, de malos modos, de insinuaciones, de insolencias, de osadías, de recelos... ¡Que no me vengan ahora diciendo que están deseando que vayan gentes que sepan más que ellos para enseñarles! ¡Yo sé que no es verdad! (Me corrijo: me consta que conmigo no ha sido así al menos hasta la fecha.)


14.- Se me acusó de querer imponer una calidad supuestamente superior por la fuerza. No se dan cuenta de que son ellos los que están imponiendo por la fuerza su calidad, que, para colmo, resulta ser notablemente inferior. Porque se dice que la Academia12 está abierta a todo el mundo, que se ha invitado a muchos txistularis a participar, y que son por tanto injustas las críticas. Pero no se dan cuenta de que te invitan a participar siempre y cuando asumas su nivel, su ideario y actúes en último extremo como ellos. Si es así, podrás arañar alguna que otra cosilla; en cambio, si pretendes establecer otro nivel, otro ideario, otra dinámica de trabajo, otro modo de actuar, te enfrentarás a un bloque monolítico que te impedirá toda realización. Con ello, son los miembros de la Academia los que están imponiéndose y oponiéndose a todo lo que perciban como una amenaza para su status.


15.- ¿Cuál es la solución para la situación del txistu en Bilbao? Yo no tengo la receta, aunque creo que deben darse al menos los pasos que señalaba en mi anterior artículo. Pero me temo que nunca conseguiré convencer de esto al resto de mis compañeros en una Asamblea de la Subdelegación de Bilbao. Por eso, imagino que nada cambiará mientras sea yo solo frente a todos. ¿Dónde están los demás txistularis de Bilbao, más trabajadores y capaces que yo en muchísimos casos? ¿Dónde están todos los que –me consta– están hartos de que nunca cambie nada en Bilbao? Yo, por lo menos, creo firmemente en mis ideas, las defiendo y trato de conseguir lo que creo que es mejor para el txistu. ¿Pero por qué los que piensan como yo no hablan?


Nota final.- He acabado estas líneas el 20-XII-1993. En otro documento que comienzo a escribir a continuación, expondré detalladamente un plan de actuación para la próxima edición del Aste Nagusia bilbaino, de acuerdo con las líneas generales expuestas en mi anterior artículo. Enviaré ambos documentos al Delegado de la Subdelegación de Bilbao, con la petición de que haga llegar el primero de ellos –éste– a todos los socios, y con la exigencia de que incluya el segundo como una moción propia para una próxima Asamblea General de la Subdelegación, que –según anunció el pasado día 18– se celebrará en enero.13 No envío, por tanto, este escrito a la redacción de la Revista Txistulari; sin embargo, me reservo obviamente ese derecho a tenor de lo que ocurra en el próximo mes de enero.


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Notas

1 Las horas de dedicación que los profesionales (o sea, los miembros de la Banda Municipal de Txistu) tienen obligatoriamente que cumplir exceden, lógicamente, las posibilidades de dedicación de cualquier aficionado como yo.
2 Supongo que sugerencias mías sobre, por ejemplo, el programa del Concierto, o sobre el tempo de una pieza, etc., habrían sido más o menos escuchadas. De hecho, yo creo haberlas hecho en bastantes ocasiones. Pero, desde luego, me consta que en ningún caso se habrían aceptado modificaciones verdaderamente sustanciales en nuestra actuación, que es lo que yo entiendo por "tomar las riendas".
3 Sí se me corrigieron algunas inexactitudes menores de tipo histórico, que ya había yo advertido que podría contener mi artículo anterior.
4 Ha habido ciertamente un escándalo, pero mi artículo no era escandoloso.
5 Yo, como no trabajo nada, soy uno de los pocos que lleva participando desde esa primera edición de 1978.
6 Nótese que utilizo la primera persona del plural. Así lo hice cuando convenía durante todo mi anterior artículo, aunque no parece que nadie se haya dado cuenta.
7 Quien lea atentamente mi artículo, notará que procuro distinguir en todo momento las afirmaciones que me parecen objetivamente ciertas de lo que sé que son mis opiniones.
8 Excuso repetir de nuevo que la calidad se basa en criterios objetivos.
9 Sin convertir por ello al txistu en una mera comparsa, como acusó erróneamente el Delegado de la Subdelegación.
10 Nótese cómo la identificación Subdelegación-Academia Municipal es constante. Hasta el punto de que, para la pasada Asamblea de la Subdelegación de la Asociación de Txistularis del País Vasco, decir "nosotros", "la gente de la Academia", "la Subdelegación" y "los que vienen los jueves" (día semanal de ensayo) venía a ser lo mismo que decir "los txistularis de Bilbao".
11 Boni no sólo me ha dado facilidades a mí, sino que hace lo posible y lo imposible por todo aquel que pretenda hacer algo. Esa es, desde luego, una de las muchas cualidades que hacen de él un Maestro.
12 Ibidem 10.
13 Si no resulta conveniente enviar este artículo a todos los socios, podría entonces leerse en la Asamblea de enero.

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