Caracterización de los suprasegmentos
La prosodia


Tras caracterizar, tanto articulatoria como acústicamente, los segmentos del lenguaje, corresponde ahora caracterizar los fenómenos fonético-fonológicos que no pueden segmentarse como los fonemas, porque actúan simultáneamente sobre más de un segmento (al menos sobre la sílaba). Estos fenómenos reciben el nombre de suprasegmentos y son tres: el acento, el tono (o la sucesión de ellos, es decir, la entonación) y la duración (o cantidad). El conjunto de estos tres elementos suprasegmentales se denomina prosodia.


1. Introducción: fonemas y prosodemas
2. El acento
2.1. Caracterización fonética del acento
2.2. Tipos de acento
2.3. Funciones del acento
3. El tono y la entonación
4. La cantidad o duración


1. Introducción: fonemas y prosodemas

La fonología realiza una división entre los fonemas (o fonemas segmentales) y los prosodemas (o suprasegmentos), como el acento, la cantidad y la entonación.

Entre segmentos y suprasegmentos hay una diferencia de clase que resulta a priori evidente: los fonemas son segmentables, uno a uno,1 mientras que los prosodemas afectan o pueden afectar conjuntamente a varios. Sin embargo, en la realización de los suprasegmentos intervienen índices acústicos y articulatorios que también están presenten en la realización de los segmentos:

  1. La vibración de las cuerdas vocales es la fuente de sonoridad de los segmentos sonoros, y también del movimiento del tono fundamental que puede utilizarse en la distinción de la palabras (tono) o de oraciones (entonación).
  2. Todo segmento tiene una dimensión temporal, es decir, una duración. Ésta, además, puede desempeñar, en determinadas lenguas, una función distintiva.
  3. Todo segmento, al realizarse, ha de tener alguna intensidad. Ésta, además, puede desempeñar en algunas lenguas una función distintiva (acento).

Así pues, "los mismos índices articulatorio y acústicos están presentes en los segmentos y en los suprasegmentos: en los primeros, los mencionados índices conforman determinados rasgos que son inherentes a cada fonema, y sólo a él; en los suprasegmentos, el rasgo prosódico afecta, normalmente, a más de una fonema (sílaba, palabra, oración)" (QUILIS: 1993, 386).

Lo anterior muestra las semejanzas entre segmentos y suprasegmentos. Pero entre esos dos elementos hay también una diferencia de grado, que hace que haya que considerarlas como unidades distintas. La diferencia entre dos fonemas no es gradual. Por ejemplo, /p/ se diferencia de /t/ en que una es labial y otra dental. Y o es una o es otra. De igual manera, /p/ se diferencia de /b/ por el rasgo de sonoridad. Y un sonido es sonoro o no lo es.2 Por su parte, el acento, por ejemplo, es gradual: una vocal átona tiene más "fuerza" que una átona, pero no posee ninguna cualidad distinta.

Por último, existe una tercera razón para distinguir los segmentos y los suprasegmentos como pertenecientes a dos clases separadas: la función lingüística.

  1. La función de los fonemas es distintiva: son unidades que en un contexto dado se excluyen mútuamente (/'pipa/ - /'pepa/ - /'papa/ - /'popa/ - /'pupa/).
  2. La función de los suprasegmentos es contrastiva, ya que no pueden alternar en el mismo contexto. En la oposición "amo-amó" lo distintivo es el esquema acentual /'_ _ / frente a /_ '_/, pero no el acento en sí. El suprasegmento necesita la presencia contrastante de su opuesto en la misma secuencia.


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2. El acento

El acento es un rasgo suprasegmental que recae sobre una sílaba de la cadena hablada y la destaca o realza frente a otras no acentuadas (o átonas).

2.1. Caracterización fonética del acento

Esta prominencia silábica se ha solido interpretar tradicionalmente como reflejo de intensidad; por eso, se ha solido hablar de "acento de intensidad". La realidad, sin embargo, es más compleja: la prominencia resulta de la conjunción de varios factores articulatorios:

  1. Una mayor fuerza espiratoria, que genera una mayor intensidad.
  2. Una mayor tensión de las cuerdas vocales, que genera una elevación del tono fundamental.
  3. Una mayor prolongación en la articulación de los sonidos, que supone un aumento de la duración silábica.

Así pues, la sílaba tónica, habitualmente, es más intensa, más alta y más larga que las sílabas átonas adyacentes. En español, el índice acústico primario del acento es el tono, aunque los otros dos índices (intensidad y duración) también colaboran en la acentuación, en proporciones variables.3

2.2. Tipos de acento

La mayoría de las palabras poseen una sílaba tónica y otra u otras átonas. Sólo algunos monosílabos pueden considerarse palabras átonas. Cuando las palabras son más largas, una sílaba posee el acento principal y otra el acento secundario. Dentro de una frase, el último acento principal se denomina acento de frase.

En cuanto a la posición que la sílaba acentuada ocupa dentro de la frase, algunas lenguas son de acento libre, es decir, no hay manera de prever en qué sílaba recae el acento; otras, por el contrario, son de acento fijo, es decir, la posición del acento es siempre previsible.

2.3. Funciones del acento

En las distintas lenguas del mundo, el acento puede tener las siguientes funciones lingüísticas:

  1. Contrastiva: distingue sílaba tónicas/átonas en el eje sintagmatico. Ej.: "El libro es de él".
  2. Distintiva: distingue unidades en el eje paradigmático (en lenguas con acento libre). Ej.: "amo"/"amó".
  3. Demarcativa: en lenguas de acento fijo, señala los límites de las unidades en la secuencia. Ej.: el final de una palabra en turco.
  4. Culminativa: en las lenguas de acento libre, señala la presencia de una unidad acentual, sin indicar sus límites.


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3. El tono y la entonación

La entonación es uno de los componentes más complejos de una lengua. Se ha definido de muchas maneras, dependiendo básicamente del interés de cada autor: por el tono fundamental, por una conjunción de parámetros acústicos (tono, acento y duración, primordialmente), por su función lingüística, etc.

QUILIS (1993, 410) define la entonación como "la función lingüísticamente significativa, socialmente representativa e individualmente expresiva de la frecuencia fundamental en el nivel de la oración".

La entonación, como todo enunciado lingüístico, presenta una sustancia y una forma. La sustancia es un continuum en el que hay que delimitar las unidades de entonación, de modo que se obtengan elementos discretos para establecer así sus patrones melódicos y la naturaleza de sus elementos.

Entre el nivel de la sustancia y el nivel de la forma, nos encontramos con toda una serie de niveles o grados de abstracción, elegidos arbitrariamente por el investigador según el fin que se proponga.4

Desde el punto de vista articulatorio, el tono depende básicamente de las cuerdas vocales: de su longitud, su grosor su tensión.5 De estos tres factores, el hablante sólo puede modificar el tercero: durante la fonación, tensando más o menos las cuerdas vocales, variamos el tono fundamental de nuestra voz.6

La frecuencia del fundamental depende, básicamente, de las vibraciones de las cuerdas vocales; pero, además, hay una serie de factores fonéticos que la condicionan:

  1. Existe una relación entre la cualidad o el timbre de la vocal y la altura relativa de su frecuencia fundamental, de modo que las vocales más altas /[i], [e]) tienen un tono fundamental más elevado.7
  2. Las frecuencias fundamentales más altas aparecen después de las consonantes sordas, y las más bajas, tras las consonantes sonoras.
  3. Además del tono fundamental, la duración y la intensidad también intervienen en la producción y la percepción de la entonación.8

Según la utilización lingüística del tono, las lenguas se dividen en tonales y entonativas:

  1. Las lenguas tonales utilizan los tonos para distinguir significados. Cumple, pues, una función distintiva en el léxico. Por ejemplo, el chino, el tailandés.
  2. Las lenguas entonativas utilizan la sucesión de tonos, es decir, la curva melódica de la entonación, no ya para distinguir significados léxicos, sino para modificar significaciones secundarias (expresividad, intencionalidad, etc.).9 Cumple, pues, una función expresiva en la frase. A este tipo de lenguas pertenecen todas la románicas.


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4. La cantidad o duración

La duración es también un fenómeno segmental, puesto que cada sonido posee una duración propia. Así por ejemplo, es sabido que la fricativas son más largas que las oclusivas, que las sordas son las más largas que las sonoras, etc.

Algunas lenguas poseen pares de fonemas en función de la duración. Por ejemplo, el italiano distingue entre ciertas consonantes breves y largas o "dobles". El latín clásico distinguía entre vocales breves y largas.

Articulatoriamente, la duración se basa en el mantenimiento por más o menos tiempo de una determinada configuración articulatoria. Por el fenómeno de la coarticulación, dicha configuración (y, consiguientemente, la duración) se ve alterada en función del contexto.

Como elemento suprasegmental, tanto las sílabas tónicas como las pertencientes al tonema suelen ser más largas.



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Notas

1 Aunque puede argüirse que el fenómeno de la coarticulación dificulta, a veces extraordinariamente, la labor de segmentación fonemática.
2 Se puede argumentar, no obstante, que estas diferencia son graduales: entre dos zonas articulatorias siempre cabe distinguir puntos intermedios; hay sonidos con una sonoridad parcial, etc. Tal vez el ejemplo mejor para observar lo que de "gradual" tienen las oposiciones fonológicas es el vocalismo.
3 Tan variables son las proporciones en que los tres índices colaboran en la construcción del acento en español, que, de hecho, no hay unanimidad entre los diversos autores a la hora de jerarquizar su importancia, aunque la más jerarquización más habitual es tono-duración-intensidad.
4 Unos distinguen entre tonos ascendentes, descendentes y suspensivos; otros dintinguen también ascendentes-descendentes, descendentes-ascendentes, etc.; otros establecen una compleja tipificación de las posibles variaciones del fundamental; otros predeterminan una serie de niveles tonales; etc. Por otra parte, unos se fijan únicamente en la parte final de la curva; otros examinan con la misma atención toda la curva; otros hacen hincapié en la relación entre la curva melódica y los acentos léxicos. La variedad de enfoques, en fin, es abrumadora. Y no hay un acuerdo acerca de las unidades básicas de la entonación.
5 Lo mismo sucede con los instrumentos musicales. Pensemos en cualquier instrumento de cuerda: el tono de una nota depende del tipo de cuerda (material y grosor), de su longitud (que el instrumentista hace variar constantemente) y de su tensión (que se modifica cuando el instrumentista "afina" las cuerdas con los trastes).
6 La gama frecuencial en la que el hablante puede fonar cómodamente, sin forzar su voz para conseguir tonos más graves o más agudos, se denomina tesitura, término que la fonética ha adoptado de la música.
7 Según LEHISTE-PETERSON (1961), el tono medio de una [i] es de 183 Hz., en tanto que el de una [u] es de 170 Hz.
8 Por ejemplo, puede darse el caso de que, en ocasiones, un ligero descenso del tono fundamental se perciba como suspensión o incluso como ascenso, si va acompañado de una elevación de la intensidad.
9 En las lenguas románicas, la significatividad de la curva entonativa o melódica reside principalmente en su tramo final, a partir del último acento léxico. Esta porción melódica, denominada tonema, puede ser desdendente, suspensiva o ascendente.


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