Martes 28 noviembre 2000 - Nº 1670
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París destaca en una exposición el esplendor multicultural de los Omeyas 300 objetos evocan la época en la que Córdoba fue la mayor ciudad de Occidente OCTAVI MARTÍ,
París
Un gran número de museos -casi 80, dice el catálogo- ha prestado sus obras para que pueda salir a la superficie el iceberg de una tradición cultural mal conocida y peor asumida, entre la negación y el mito. La lista es impresionante y permite comprender el reto asumido por el IMA, la Junta de Andalucía y la Fundación El Legado Andalusí. Berlín, Nueva York, Londres, Damasco, Bruselas, Atenas, Lisboa, Madrid o París figuran entre la lista de capitales que han cedido sus tesoros, junto a otras muchas -Múnich, Arlés, Lyón, Cagliari, Barcelona, Córdoba, Balaguer, Florencia, Oxford, Upsala, Davos, Granada, Denia, Zaragoza, Toledo, Fez, Pisa, Kairouán, Vic, Cannes, etcétera- que también han accedido a desprenderse momentáneamente de parte del patrimonio árabe que normalmente está expuesto en las vitrinas de sus museos.
Acceso a la cultura árabe
El resultado es muy bueno desde un punto de vista científico, pero puede que no sea extraordinario desde el de la divulgación. El inmueble de Nouvel, con sus celosías metálicas, con su sala de columnas, con el jardín de mármol y la vecindad del río, con su reinterpretación moderna, en definitiva, de la arquitectura árabe, no ha servido para dotar de nueva vida a la mayoría del material expuesto. Aquél de un más que evidente valor artístico -las estatuillas de bronce dorado que decoraban una fuente, las cajitas de marfil repujado, el aguamanil en forma de ave, etcétera- sí está puesto en valor pero aquel otro que precisa de una mayor contextualización o de un buen nivel de conocimientos por parte del visitante corre el peligro de pasar desapercibido. Es lógico que así sea cuando hay tantos elementos que hacen difícil el acceso a la cultura árabe -de la grafía hasta la tradición musical-, y eso es lo que sucede. Un excelente filme documental de Yves de Peretti, Al-Andalus, paradis des omeyyades, sirve para paliar las carencias informativas y culturales del lego en la materia, que tras contemplar el vídeo puede recorrer de nuevo la exposición con otros ojos.
Uniformización
Los 300 objetos presentados en París -parte del público francés de la inauguración descubría con sorpresa que alguna de las obras maestras exhibidas procede del Louvre- evocan pues un continente casi desaparecido, engullido por las guerras, la miseria y el fanatismo, víctima de una operación de uniformización cultural que sólo admitía lo árabe o bien como guardia mora, o bien como enemigo ancestral. Una exposición de este tipo, tan meritoria, merecería ir acompañada de todo tipo de animación paralela que sirviera tanto para darle la dimensión adecuada a lo que muestra como para recordarnos por qué en muchos casos las obras u objetos se nos antojan ajenos o desconocidos.
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